Extrabajadores y especialistas afirman que la “mañanera” de AMLO no puede sustituir la labor de la agencia del Estado que se une a la crisis de los medios públicos; si se rescata, se debe transformar, dicen
“Ahora que el Presidente se enfermó, ¿la mañanera sirvió para informar o desinformar? Unos decían que tenía Covid; otros hablaban de un infarto. La mañanera no funcionó y el trabajo de Notimex no se compara con lo que se dice en la mañanera”, dice, en entrevista, Cristina Rubio, quien durante 25 años fue editora en la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex, sobre las declaraciones que Andrés Manuel López Obrador dio el 14 de abril y en las que confirmó el anuncio de Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado: hay un plan para extinguir a Notimex.
“No necesitamos una agencia de noticias, tenemos la mañanera”, indicó López Obrador; palabras que, para Jorge Bravo, presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi), se empalman con un proyecto de nación sin políticas públicas y, menos aún, políticas informativas.
Esto sucedió casi paralelamente al llamado que el Ejecutivo hizo a los legisladores para eliminar al Instituto Nacional de Trasparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
Tres días después del anuncio, el 17 de abril, el Sindicato Único de Trabajadores de Notimex (SUTNOTIMEX) se reunió con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas; y la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, quienes notificaron de la intención de ponerle punto final a la agencia y, de paso, a la huelga que empezó en febrero de 2020 tras el despido de 200 trabajadores y que hoy cumple mil 171 días, con 85 personas en protesta (el 80 % son mujeres; desde entonces, Notimex acumula más de 100 demandas en su contra, de las cuales, 45 son del sindicato, ganadas con amparo). El SUTNOTIMEX respondió que no estaba de acuerdo y que mandaría una contrapropuesta para salvar la agencia.
En palabras de Adriana Urrea, secretaria general del sindicato, después de esa primera reunión se han asesorando, a nivel legal y político, para planear diversas estrategias según los acuerdos a los que se llegue.
El 4 de mayo se reunieron con la secretaria del Trabajo, tal como en otras reuniones previas que han tenido en las que plantean sus necesidades laborales. En el transcurso de la próxima semana, sin fecha confirmada aún, será cuando se lleve a cabo otra reunión oficial con Presidencia, Secretaría del Trabajo y Gobernación (o, al menos, con dos de sus representantes). La realidad, continúa Urrea, es que no hay nada concreto porque ni siquiera hay una iniciativa planteada; y el proceso podría llevar, mínimo, seis meses: “Aunque el gobierno considere que Notimex no es viable para su política de comunicación, queremos que se mantenga porque sabemos cuál es su valor”, abunda.
Para Bravo, la crisis proviene de dos factores: primero, el Presidente se volvió la fuente de información, en lugar de que la agencia lo fuera. “Se creó una competencia dentro del Estado”, afirma.
En segundo lugar, la dirección de Notimex quiso convertir a la agencia en medio propagandístico. “Hay una redundancia en el mensaje, además de que los medios públicos sirven como amplificadores. El Presidente dice la verdad: no hace falta Notimex porque él impone la agenda”. No hay punto de comparación: la mañanera, explica, es una estrategia de comunicación política, no regulada, que podría desaparecer en cualquier momento si así se decide, mientras que una agencia estatal tiene el deber de informar con independencia editorial, contar con presupuesto, garantizar el derecho a la información y proyectar de manera objetiva la imagen del país.
“La autonomía es algo que detesta el Presidente. Él cree que las redes sociales son benditas y que los medios de comunicación son un resabio neoliberalista y de regímenes corruptos. Él no valora ni conoce la función de un medio público. Es el megáfono de sí mismo y no le interesan los medios, por lo que no le da el suficiente presupuesto para una política de comunicación”. En los primeros ocho meses del gobierno actual, continúa Bravo, el uso de Notimex fue instrumental para espiar a periodistas y publicar contenidos a favor de la 4T, con una posición ideológica y facciosa de la información. Hasta que estalló la huelga. “El Presidente tiene a su favor que pocos, quizá nadie, han salido a defender a la agencia”.
Diego Simón Sánchez, Archivo EL UNIVERSAL.
Para él, la directora Sanjuana Martínez no es antipática al Presidente; la eligió, explica, por su incondicionalidad a su proyecto político, aunque “él preferiría que ese presupuesto se utilice para uno de sus grandes proyectos. Notimex no cumplió con sus objetivos sociales de ser una agencia independiente, no garantizó el derecho a la información e incluso se convirtió en una fuente de escándalo y pérdida de credibilidad, lo cual ha hecho que, de ser liquidada, nadie la extrañaría”. Urrea precisa que Martínez sólo reconoce a 70 trabajadores; mientras que Lidia González Sánchez, reportera que formó su trayectoria en la agencia, cuenta que la directora “nunca se dio la oportunidad de conocer el trabajo que hacíamos, nuestro potencial y profesionalismo”. También las corresponsalías nacionales e internacionales desaparecieron.
Algo en lo que no hay diferencias muy sustanciales es en el presupuesto respecto a años anteriores. Para 2023 es de casi 238 millones de pesos, cifra a partir de la que Bravo recuerda que, en el pasado, los ingresos anuales de la agencia eran de entre 20 y 40 millones de pesos.
“No podían superar su presupuesto anual. Notimex nunca se vio como la empresa que debería ser, no hizo alianzas a pesar de tener corresponsales. Debió ser un emporio de información y eso no se hizo porque era un medio oficialista del gobierno y, con esta administración, se volvió propagandista”. Si la agencia sobreviviera, tendría que adoptar una visión de interés público, afirma, “con directivos que no sean políticos, sino gerentes que procuren la sustentabilidad económica del medio”.
Para Emmanuel Neubauer, profesor de Marco Jurídico de las Telecomunicaciones y la Radiodifusión en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el cierre de Notimex “demuestra la falta de adaptabilidad de la agencia a los entornos digitales, los nuevos modelos de negocios y las nuevas formas de pensar el periodismo. Se quedó anclado en lógicas tradicionales del periodismo y no ha logrado dar un salto de calidad en la cobertura y pensar nuevas plataformas».
La pertinencia de las agencias en el siglo XXI es cuestionada por Bravo. En la era digital se necesitan, dice, mesas de comunicación independientes y transparencia para que la ciudadanía ejerza su derecho a la información. En este tenor, Neubauer dice que estamos perdiendo una voz importante, aunque “lo que venía pasando no es nuevo”. Se pasa por alto, coinciden ambos, que el mercado de Notimex era de 600 millones de hispanohablantes; que más de mil medios publicaban sus cables y que, durante un tiempo, su competencia directa era EFE. De lograrse un acuerdo en el que Notimex pueda seguir, el reto es adaptarse a los desafíos de las redes sociales y no caer en el uso instrumental de los gobiernos.