JEAN MEYER // El mundo visto desde Ankara

Hace un mes, los analistas encontraban al presidente turco Erdogan en dificultades en varios frentes, tanto el interno como el internacional. Desde el terrible sismo del 6 de febrero (45,000 muertos, millones de damnificados), los sondeos permitían pensar en una alternancia democrática, a la hora de las elecciones del 14 de mayo, presidenciales y legislativas. Daban de 3 a 6 puntos de ventaja al candidato opositor Kilisdaroglu, algo inimaginable a principio del año. El sismo se sumaba a la crisis económica y a la inflación galopante. La política de equilibrista, entre Moscú y la OTAN de la cual Turquía es un miembro estratégicamente esencial, le quitó sin duda a Erdogan la confianza del mundo occidental. Sin embargo, el apoyo que le dio Putin poco antes de las elecciones no preocupó demasiado en Washington, París y Berlín. Erdogan condenó, desde el primer día, la agresión rusa, de la misma manera que había condenado la anexión de Crimea por Moscú; es más, si bien no aplicó sanciones económicas contra Rusia, ayudó a Ucrania de muchas maneras, tanto con entrega de drones como con el logro de acuerdos sobre la exportación de cereales ucranianas. Además, la Unión Europea le debe al presidente turco el control de millones de refugiados sirios. Así que ni Washington, ni Bruselas escuchan a los que aconsejan “prepararse a la eventualidad de una alternancia en la cúpula del Estado turco” (Le Monde, 4 de abril).

El domingo pasado, cuando los turcos votaron, con una participación récord del 90 por ciento, hubo dos sorpresas que caben en una sola frase: por primera vez, Erdogan no gana en la primera vuelta, pero logró un 49.4 por ciento. Tendrá que ir a la segunda vuelta, el 28 de mayo, en posición de favorito. Su adversario, Kemal Kilisdaroglu, jefe del Partido Republicano del Pueblo, tuvo un excelente 45 por ciento, pero sin garantías de ganar en la segunda vuelta. El árbitro se llama Sinan Ogan, disidente ultra del Partido Acción Nacionalista, con su 5 por ciento. Declaró que tomaría el tiempo necesario para consultar a su base y reflexionar antes de decir para quién votar; de antemano puso dos condiciones: la salida del país de los 3.6 millones de refugiados sirios –algo que ha programado Kilisdaroglu–. La exclusión del voto kurdo (el partido kurdo HDP se desistió a favor de Kilisdaroglu). Con su 5, Ogan le quitó a Erdogan la victoria en la primera. Lo más probable es que sus electores voten Erdogan, o se abstengan, pero no votarán para el “kurdo” Kilisdaroglu.

Un gran país, de gran importancia geopolítica, está ahora dividido en dos partes casi iguales. La oposición triunfó en las grandes ciudades, en las costas y en el Sureste kurdo. Erdogan conserva el voto rural y obrero, así como el voto islámico de la ortodoxia sunita que desconfía de Kemal Kilisdaroglu, el “kurdo” (los kurdos son sunitas) que rompió un tabú al declararse aleví. Los alevíes pertenecen a una corriente espiritual musulmana heterodoxa, tradicionalmente perseguida. La coalición oficialista ganó la mayoría en el Congreso: 320 de 600 curules; 266 para el partido Justicia y Desarrollo de Erdogan y 51 para Acción Nacionalista. En un régimen ultra-presidencialista como el turco, el Congreso no pesa mucho, pero el resultado fue celebrado como el anuncio del triunfo de la semana próxima, lo que permitiría a Erdogan celebrar el 29 de octubre el Centenario de la república fundada por el general Mustafa Kemal “Atatürk”, el Padre de los turcos.

La campaña va a ser ruda. En la primera vuelta, Erdogan insultó al adversario, como siempre, pero nunca a tal grado: “Mi nación no cederá el poder a una persona electa con la ayuda del partido kurdo, un terrorista, un borracho… Sería un golpe de Estado contra la independencia de Turquía”. Un amigo turco, militante demócrata, dice que “si bien Erdogan es siniestro y despótico, la Mesa de los Seis (la coalición de partidos que apoya a Kilisdaroglu) tiene dentro a partidos a la derecha del conservador-islamista Erdogan, y eso se ve en la “popular” propuesta de acabar con la presencia de refugiados sirios. Erdogan ha marcado al país y su presencia se sentirá, aunque pierda el poder. Así que ilusiones pocas, además, Erdogan no les dejará ganar”.

Historiador en el CIDE

Deja un comentario

JEAN MEYER

Dr. Jean Meyer. Francés nacionalizado mexicano. Historiador. Licenciado en grado de doctor por la Universidad de la Sorbona. Profesor e investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) donde además fundó y dirigió la División de Historia.

Gracias por visitarnos