Místicos católicos

La peregrina Margery Kempe: ¿visionaria, excéntrica o neurótica?

¿Una mujer extraordinaria?, ¿una neurótica?, ¿una visionaria?, ¿una excéntrica?, o quizá, ¿una de las mujeres más interesantes de la Inglaterra del siglo XV? Realmente una mirada a las obras referentes a Margery Kempe muestra la imagen de una mujer diferente a las demás

A veces Margery Kempe resultaba odiosa para sus compañeros de viajes a causa de sus excentricidades; a pesar de ello, conviene recordar cuántas veces se pasaba en aquella época de considerar a una persona visionaria de gran inspiración, a tenerla al día siguiente como loca. No pasó por Navarra, ni tan siquiera, como otros peregrinos ingleses, por el Camino Francés pero la figura de la inglesa Margery Kempe, peregrina a Santiago en el siglo XV, tanto por sus peregrinaciones como por su vida, merece un lugar destacado entre los relatos de peregrinaciones.

Es además la única mujer de la que disponemos de un manuscrito sobre sus vivencias biográficas en sus largos periplos de peregrinación: The Book of Margery Kempe / El Libro de Margery Kempe, que ella misma dictó dado que no sabía escribir, es decir, su libro no fue escrito por ella, sino que lo redactaron varias personas siguiendo su relato. En él narra sus tribulaciones domésticas, sus extensas peregrinaciones a lugares sagrados en Europa y Tierra Santa, así como sus conversaciones místicas con Dios.

Margery Kempe nació hacia 1373 en el pequeño pueblo de Lynn, condado de Norfolk, hija de uno de los burgueses del lugar, John Brumham, cinco veces alcalde de su ciudad y miembro del Parlamento inglés. A pesar de su posición social a Margery no se le enseñó ni a escribir ni a leer, pues solamente a algunas mujeres de clases más favorecidas o las religiosas recibían una educación básica. A ella solamente se le enseñó a llevar una casa y a tener un comportamiento adecuado, por tanto, fue educada para seguir el papel normal de cualquier mujer de aquella época.

Se casó a los veinte años con John Kempe, que pertenecía también a una familia acomodada, y tuvieron catorce hijos. Después de dar a luz a su primer hijo su comportamiento cambió y empezó a mostrar interés por la vida mística y espiritual y por ir en peregrinación, sin tener en cuenta las dificultades y peligros que estos viajes podían entrañar a los que se sumaban su condición de mujer. Así, tras cumplir los cuarenta años, convenció a su marido de su vocación irrenunciable de peregrina, que debía llevarla a los lugares más variados en viaje permanente. Consiguió la aprobación con dos condiciones y eran que debía renunciar a los ayunos sistemáticos y pagar las deudas del esposo.

EL COMIENZO

En 1934 se descubrió el manuscrito de sus relatos biográficos. El Libro de Margery Kempe constituye la primera autobiografía escrita en lengua inglesa y se cuenta entre los ejemplos más notables de la literatura mística anglosajona medieval. Concebido con una finalidad eminentemente didáctica, es la única fuente para reconstruir la controvertida vida de una figura insólita, de una dama burguesa, esposa, madre, mujer de negocios, peregrina y visionaria.

Estas memorias, dictadas por ella misma al final de su vida, trazan un extraordinario retrato de una mujer de carácter indoblegable, inmersa en una experiencia mística que la llevó a enfrentarse a la religiosidad dominante y a las jerarquías eclesiásticas, siempre en el filo de la acusación de herejía.

Sin embargo, puede considerarse que era en todos los aspectos una mujer extraordinaria. Tras cumplir los requisitos solicitados por su marido, comenzó sus peregrinaciones, en las que a veces iba acompañada de su marido, aunque en la mayoría de las ocasiones marchaba sola con las cartas de autorización que él le expedía para que pudiese viajar por su cuenta.

Como peregrina, por ejemplo, parece haber pasado casi toda su vida viajando, a Jerusalén en 1413, a Roma y Asís al año siguiente, a Santiago de Compostela en 1417, a Noruega, Danzig/Gdansk, Stralsund, y a Wilsnack para ver las tres formas sagradas milagrosas, lugar en el que tras un terrible incendio desencadenado en 1383, encontraron entre los restos de la iglesia parroquial tres formas sagradas completamente intactas que sangraban en repetidas ocasiones y que atrajeron al lugar múltiples peregrinos.

También viajó a Aquisgrán, cuya catedral contiene tesoros de valor incalculable del período medieval, incluyendo el trono de Carlomagno, un altar y un púlpito de oro, el relicario de Carlomagno y el de la Virgen María que contiene una colección de reliquias de gran devoción entre los peregrinos como el vestido de la Virgen, los pañuelos que habían envuelto al recién nacido niño Jesús, el paño con la sangre de la cabeza de San Juan Bautista, y el paño que Cristo había vestido durante la crucifixión.

A lo largo de su relato, se observa como otros peregrinos con los que Margery había coincidido en sus viajes se quejaban de su comportamiento histérico y la rechazaban porque se tomaba las cosas demasiado en serio. En este sentido Margery era algo diferente ya que tuvo un comportamiento bastante histérico, gritaba y lloraba, hablaba continuamente de temas religiosos y realizaba una rigurosa penitencia, no comía carne ni bebía, esta actitud le originó problemas con los demás peregrinos. En su viaje a Roma coincidió con unos romeros quienes la tomaron por loca y le dijeron que si quería seguir viajando con ellos tenía que prometer que no iba hablar de la Biblia en su presencia y que a la hora de almorzar o cenar se tenía que divertir con ellos.

PEREGRINACIÓN A SANTIAGO

Su búsqueda siempre incansable de nuevos lugares de peregrinación muestra su estado anímico y ella es siempre el punto central de todo el relato transmitiendo la imagen personal de una peregrina, pero, en absoluto, una imagen representativa de un viaje a Compostela.

Sus largas peregrinaciones y su carácter vehemente levantaban la curiosidad y expectación de muchos obispos, quienes en numerosas ocasiones requirieron su presencia tal y como apunta la profesora X. Iglesias. Uno de ellos fue el prelado de Worcester, poco antes de que embarcara hacia Santiago. Kempe le reprochó por las ropas lujosas que llevaban sus criados. Estos se indignaron y le contestaron con rabia mientras ella esperaba su momento de réplica.

Entonces les habló contra el pecado y la mala conducta de manera tan convincente que enmudecieron. Ella les preguntó: ¿de quién sois vosotros? Y le contestaron “somos los hombres del obispo”, a lo que ella dijo “no, en verdad, más bien parecéis los hombres del diablo”. También tuvo palabras duras para el obispo quien, sin embargo, la invitó a comer, le pidió que rogase por su salvación eterna, le dio algún dinero y la alojó en su palacio hasta la salida del barco que debía llevarla a Santiago.

Embarcó en la primavera del año 1417 en el puerto de Bristol, donde un caballero, deslumbrado por su estado de éxtasis y buenas palabras, había pagado su pasaje. Posiblemente en esta ocasión viajase sola, sin su esposo ni ninguna otra compañía. Tras siete días de navegación llegó a Compostela. Su oración al embarcar mezclaba peticiones lógicas de la peregrinación con otras más extrañas. Así, rogó que Dios los protegiese a todos del mal tiempo y los peligros del mar, pero temía que, en caso de mal tiempo, la tripulación la considerase culpable y la arrojase al mar, pero hizo buen tiempo y al séptimo día llegaron a Santiago lugar en el que permaneció catorce días, según relata, de gran alegría espiritual y corporal, una gran piedad y muchos grandes sollozos. Después regresó a Bristol en un viaje en barco que duró cinco días.

El relato de su viaje a Santiago es muy corto a diferencia del testimonio de sus visitas a Roma y Jerusalén que están llenas de anécdotas vividas por Margery en el transcurso de las peregrinaciones a estos lugares y que de los que dejó un testimonio muy detallado. Desde 1420, Kempe vivió separada de su esposo, sin embargo, cuando él enfermó, regresó a Lynn para cuidarlo.

La popularidad de la peregrinación a Santiago entre los ingleses no debe sorprendernos. Para ellos, Galicia no era una lejana finis terrae sino una etapa en cualquier viaje hacia el Mediterráneo, Roma, Bizancio o Jerusalén; y el Cantábrico era un camino, no sólo a Santiago, sino también a otros países, entre ellos, desde luego, España.

¿EXTRAVAGANTE, NEURÓTICA, SANTA?

La controvertida personalidad de Margery Kempe, ha sido analizada minuciosamente por diversos autores. Según X. Iglesias, su figura fue estudiada por Gregorio Marañón, que con lógicas cautelas concluyó: “Es posible que nos encontremos ante una gran santa, que fue también una gran histérica”. Con la misma prudencia, Klaus Herbers y Robert Plötz, tras analizar el manuscrito, señalan que se trata de una peregrina sorprendente que padece arrebatos místicos mezclados con reacciones histéricas o neuróticas, extravagancias y provocaciones a la gente. Según Angus Mackay, “personas de este tipo son demasiado dramáticas y quieren llamar la atención a sí mismas, pero al mismo tiempo no son personas profundas”.

Mientras que V. Miraz Seco en su Tesis Doctoral apunta que “Margery en sus confesiones nos mostró lo difícil que era la vida de una mujer en la Edad Media y todas las penalidades, peligros y vejaciones por las que pasaban las peregrinas en sus desplazamientos a diferentes santuarios. No dudamos, por tanto, que Margery fue una mujer valiente y decidida, como todas las otras peregrinas que se decidieron a cruzar el océano con el único fin de rendir tributo al Apóstol o atravesar Europa bajo unas condiciones políticas difíciles y peligrosas”. Y D. Walace apunta que “cuando se descubrió El Libro de Margery Kempe en 1934, los discursos de histeria, patología e influencia extranjera de inmediato rodearon su imagen”.

Margery Kempe, murió hacia 1440 y es honrada en la iglesia de Inglaterra el 9 de noviembre y en el iglesia Episcopal, el 28 de septiembre, pero nunca fue hecha santa.

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Un viaje a través de la historia del periódico Guía.

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