Tras un momento de diálogo privado, ambos presentaron a sus Delegaciones y posteriormente se efectuó un intercambio de regalos. En este momento fue que se tuvo una sorpresa: Tawadros regaló a Francisco reliquias de algunos coptos asesinados en Libia el 15 de febrero de 2015.
(ZENIT Noticias / Roma).- En el contexto de la visita del Patriarca copto-ortodoxo a Roma, la mañana del jueves 11 de mayo se celebró el encuentro privado entre Papa Francisco y Tawadros II, Papa de Alejandría. El encuentro conmemora el 50 aniversario del encuentro entre san Pablo VI y el Papa Shenouda III.
Tras un momento de diálogo privado, ambos presentaron a sus Delegaciones y posteriormente se efectuó un intercambio de regalos. En este momento fue que se tuvo una sorpresa: Tawadros regaló a Francisco reliquias de algunos coptos asesinados en Libia el 15 de febrero de 2015.
En su discurso el Papa Francisco destacó al respecto:
“En este camino de amistad nos acompañan también los mártires, que testimonian que «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). No tengo palabras para expresar mi gratitud por el precioso regalo de una reliquia de los mártires coptos asesinados en Libia el 15 de febrero de 2015. Estos mártires fueron bautizados no solo en el agua y el Espíritu, sino también en sangre, una sangre que es semilla de unidad para todos los seguidores de Cristo. Me complace anunciar hoy que, con el consentimiento de Su Santidad, estos 21 mártires serán incluidos en el Martirologio Romano como signo de la comunión espiritual que une a nuestras dos Iglesias.
Que las oraciones de los mártires coptos, unidas a las de la Theotokos, sigan haciendo crecer la amistad entre nuestras Iglesias, hasta el día bendito en que podamos celebrar juntos en el mismo altar y comulgar con el mismo Cuerpo y la misma Sangre del Salvador, «para que el mundo crea» (Jn 17, 21)”.
Ciertamente no fue el único tema abordado en el discurso del Papa Francisco. El Pontífice comenzó agradeciendo “por aceptar mi invitación a conmemorar juntos el jubileo de este acontecimiento histórico en 1973, así como el 10º aniversario de nuestro primer encuentro en 2013”. También puso sobre la mesa el hecho de que “En el camino ecuménico, es importante mirar siempre hacia adelante. Cultivando en nuestros corazones una sana impaciencia y un ardiente deseo de unidad, debemos estar, como el apóstol Pablo, «inclinados hacia el futuro» (cf. Flp 3, 13) y preguntarnos continuamente: «¿Quanta est nobis via?». – ¿Cuánto camino nos queda por recorrer? Sin embargo, también es necesario recordar, sobre todo en los momentos de desánimo, alegrarnos por el camino ya recorrido y aprovechar el fervor de los pioneros que nos han precedido. Mirar hacia delante y hacer memoria. Pero, sin duda, es aún más nuestro deber mirar hacia arriba, dar gracias al Señor por los pasos que hemos dado y suplicarle que nos conceda el don de la ansiada unidad”.
Francisco hizo girar su discurso sobre dos bisagras, dar gracias y suplicar: “Esta es la finalidad de nuestra conmemoración de hoy. El encuentro de nuestros Predecesores, que tuvo lugar en Roma del 9 al 13 de mayo de 1973, marcó un hito histórico en las relaciones entre la Sede de San Pedro y la Sede de San Marcos. Fue el primer encuentro entre un Papa de la Iglesia Ortodoxa Copta y un Obispo de Roma. También marcó el final de una disputa teológica que se remontaba al Concilio de Calcedonia, gracias a la firma, el 10 de mayo de 1973, de una memorable declaración cristológica conjunta, que más tarde sirvió de inspiración para acuerdos similares con otras Iglesias ortodoxas orientales”.
Y refiriéndose a la Comisión Mixta Internacional entre ambas Iglesias continuó el Pontífice: “El encuentro condujo a la creación de la Comisión Mixta Internacional entre la Iglesia católica y la Iglesia copta ortodoxa, que en 1979 adoptó los pioneros Principios para guiar la búsqueda de la unidad entre la Iglesia católica y la Iglesia copta ortodoxa, firmados por el Papa San Juan Pablo II y el Papa Shenouda III, en los que se afirmaba con palabras proféticas que «la unidad que prevemos no significa la absorción de una por la otra ni la dominación de una sobre la otra. Está al servicio de cada uno para ayudarle a vivir mejor los dones específicos que ha recibido del Espíritu de Dios».
Agregó que “Esta Comisión Mixta allanó entonces el camino para el nacimiento de un fructífero diálogo teológico entre la Iglesia católica y toda la familia de las Iglesias ortodoxas orientales, que celebró su primera reunión en 2004 en El Cairo, auspiciada por Su Santidad Shenouda. Agradezco a la Iglesia Ortodoxa Copta su compromiso con este diálogo teológico. Agradezco también a Su Santidad la atención fraternal que sigue prestando a la Iglesia católica copta, una cercanía que ha encontrado una expresión encomiable en la creación del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas de Egipto”.
Francisco señaló que “el encuentro de nuestros ilustres predecesores no ha dejado de dar frutos en el camino de nuestras Iglesias hacia la plena comunión. Es también en recuerdo de aquel encuentro de 1973 que Su Santidad me encontró aquí por primera vez el 10 de mayo de 2013, pocos meses después de Su entronización y pocas semanas después del inicio de mi pontificado. En aquella ocasión, Usted propuso celebrar cada 10 de mayo el «Día de la amistad entre coptos y católicos», que desde entonces celebran puntualmente nuestras Iglesias”.
Finalmente, refiriéndose al tema de la amistad, Papa Francisco dijo: “Al hablar de amistad, me viene a la memoria el famoso icono copto del siglo VIII que representa al Señor apoyando la mano sobre el hombro de su amigo, el santo monje Mena de Egipto. Este icono se llama a veces el «icono de la amistad» porque el Señor parece querer acompañar a su amigo y caminar con él. Del mismo modo, los lazos de amistad entre nuestras Iglesias hunden sus raíces en la amistad del propio Jesucristo con todos sus discípulos, a los que llama «amigos» (cf. Jn 15, 15), y a los que acompaña en su camino, como hizo con los peregrinos de Emaús”.
Tras el discurso de Tawadros ambos líderes cristianos se trasladaron a la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico para oración común.