Una característica de los regímenes autoritarios es el control de los medios públicos de comunicación, y el uso faccioso y electorero de los canales de televisión pública.
Ahí está el caso de los programas venezolanos «Aló, Presidente«, «Con el mazo dando» o «La Hojilla»; espacios televisivos dedicados a la propaganda política del régimen chavista, y al asedio contra los opositores al gobierno.
Esa misma ruta ha seguido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Desde 2019, el Presidente nombró al frente de los distintos canales de televisión pública a activistas de su movimiento político, auténticos aduladores y repetidores acríticos del mensaje presidencial de coyuntura.
Estos gatilleros de la desinformación, encabezados por Jenaro Villamil, han destruido la televisión pública de nuestro país, plagándola de programación cargada de ideología y de mensajes de odio. Todo, pagado con recursos públicos y con cargo a los impuestos de los ciudadanos.
En Canal Once, Canal 22, Canal 14 y las distintas plataformas del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), podemos ver, desde mesas de ‘debate político’ donde todos los participantes piensan exactamente igual y se unen para linchar opositores o periodistas críticos al gobierno, hasta grotescas ‘parodias’ con las que pretenden humillar y lastimar la imagen de personajes que le son incómodos al Presidente.
Destacan las agresiones que, a través de estas ‘parodias’, han sufrido, por ejemplo, la periodista Denisse Dresser al principio del sexenio, y la ministra Norma Piña más recientemente. En ambos casos, se ha hecho apología de la violencia en contra de estas mujeres, utilizando el lenguaje más vulgar y misógino en su contra.
También hemos visto casos donde se usa la televisión pública para promover candidaturas del partido oficial. Apenas el año pasado, en vísperas del inicio formal de las campañas electorales en el Estado de México, se transmitió una cápsula en Canal 22, donde se observa un dibujo animado de la candidata de Morena, Delfina Gómez y un dinosaurio que supuestamente representa al priismo mexiquense, mientras una voz en off asegura que ‘Gómez ganó la gubernatura en las elecciones de 2017, pero le fue arrebatada’.
La televisión pública desempeña un papel crucial en la sociedad cuando ofrece información imparcial, entretenimiento de calidad y contenido cultural que abona a la pluralidad de ideas.
La politización de los canales de televisión pública ahonda la polarización social e induce a la violencia. Cuando los medios públicos se convierten en voceros del gobierno o de un partido político en particular, se silencian las voces críticas y se limita el debate público.
La falta de pluralidad informativa, invariablemente lastima la democracia, ya que restringe a los ciudadanos las posiciones contrarias a las oficiales y dificulta la formación de opiniones informadas.
El uso indebido de medios públicos para promover campañas o candidatos, además de ser un delito, distorsiona la equidad y la transparencia en los procesos electorales, y eventualmente inhibe la participación política de los ciudadanos.
El uso faccioso y abusivo que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le ha dado a los canales de televisión pública, es uno más de los muchos excesos que se han dado este sexenio, de esos excesos que ya habíamos visto en el pasado, pero que el Presidente juró que no se repetirán en su gestión.
«El gran problema de los bienes públicos, es que los gobernantes creen que son suyos, y los ciudadanos creen que son gratis». (El Universal)