“Ante su escaso número, pedimos a todos un verdadero «salto adelante», una verdadera toma de conciencia que alimente nuestra oración, suscite nuevas iniciativas e invite a cada joven a discernir con confianza y generosidad la llamada del Señor”, dicen los obispos franceses.
(ZENIT Noticias / París).- La gran mayoría de las ordenaciones sacerdotales en Francia tienen lugar en junio, en particular el domingo que precede a la fiesta de los apóstoles San Pedro y San Pablo, pilares de la Iglesia. Este año, la mayoría de las ordenaciones tendrán lugar, por tanto, el domingo 25 de junio de 2023.
En 2023 se ordenarán 88 sacerdotes, distribuidos del siguiente modo
52 sacerdotes diocesanos
19 de una congregación, comunidad o sociedad de vida apostólica (5 de ellos ya están contados entre los sacerdotes diocesanos)
18 sacerdotes religiosos (de los cuales 1 ya se cuenta en la diócesis de Amiens)
5 sacerdotes que celebran según el Misal Romano de 1962
Cabe señalar que la cuestión del ministerio presbiteral y, en particular, el papel y la misión del sacerdote ante los retos a los que se enfrenta la Iglesia en Francia hoy en día (es decir, la despoblación de las zonas rurales, los nuevos canales de evangelización -el digital en particular-, la secularización de la sociedad francesa, etc.) figurarán en el orden del día del «encuentro de los seminaristas de Francia», que se celebrará del 1 al 3 de diciembre de 2023 en París.
Este evento, que se celebró por última vez en Lourdes hace 14 años (en 2009), reunirá a más de 700 seminaristas franceses procedentes de los 25 seminarios y centros de formación franceses, en presencia de Mons. Éric de Moulins-Beaufort, arzobispo de Reims y presidente de la Conférence des évêques de France (CEF), del cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, y de Mons. Laurent Ulrich, arzobispo de París.
Este descenso se inscribe en una tendencia constante de disminución de las vocaciones en la Iglesia, que venimos observando desde hace unos veinte años y que muchos sociólogos de la religión han documentado.
Por supuesto, esto es ante todo el resultado de la conocida secularización de la sociedad francesa, que se acelera según todos los estudios. Para que haya sacerdotes, primero tiene que haber cristianos. Y cada vez hay menos en Francia. También es sin duda un reflejo de la dificultad que tienen muchas personas para comprometer toda su vida en una vocación considerada magnífica pero difícil. Lo vemos con otras vocaciones o profesiones que exigen un compromiso humano muy fuerte.
¿Qué hace la Iglesia para responder a esto?
Por encima de todo, ¡el declive es una enorme llamada a todos los fieles católicos! Una llamada urgente a la oración, haciéndose eco de las poderosas palabras de Jesús: «La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies». (Mt 9, 37-38). El Papa Francisco nos asegura: «Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y dar fruto.» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Vocaciones – 2013). Todos tenemos esta gran responsabilidad que nos ha confiado Jesús de rezar por las vocaciones consagradas que tanto necesitan nuestras diócesis.
Es una llamada a nuestras parroquias, a nuestros movimientos y a nuestras familias para redescubrir y transmitir la belleza y la alegría de estas vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, al servicio de la vocación bautismal de cada uno. Que los jóvenes sean libres para discernir, sabiéndose acompañados y alentados ante las dificultades. Que los que descubren que están llamados a seguir a Cristo comprometiendo su vida como sacerdotes o religiosos se sientan apoyados por toda la comunidad. ¡Que encuentren la confianza y la audacia para dar su «sí» generoso!
Damos gracias por los que serán ordenados en estos días. Su «sí» es fruto de la oración y de la fe de muchos. Que se sientan felices de servir a comunidades parroquiales que les acojan tal como son y les ayuden a desarrollarse y realizarse.
Ante su escaso número, pedimos a todos un verdadero «salto adelante», una verdadera toma de conciencia que alimente nuestra oración, suscite nuevas iniciativas e invite a cada joven a discernir con confianza y generosidad la llamada del Señor.