Las cuevas de Puebla que aún se utilizan para ceremonias y rituales

Estas cuevas ubicadas en Tepeaca y Acatzingo deberían ser consideradas “monumentos históricos” por el tiempo de su construcción   

En días recientes, el  Seminario de Investigación, Historia y Antropología de Puebla, compartió en sus redes sociales la conferencia “Las cuevas de Tepeaca y Acatzingo, Puebla: Un caso de continuidad histórica en el uso ritual de cuevas” donde el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia Miguel Medina Jaen, resaltó la importancia histórica y cultural de estas cuevas pero ¿dónde están y por qué son tan valiosas? Aquí te lo contamos. 

Para empezar, de acuerdo con el INAH, Tepeaca es una de las zonas donde numerosas poblaciones prehispánicas se desarrollaron, incluso se han descubierto 748 sitios arqueológicos en todo el municipio de Tepeaca, cuya antigüedad es variable y abarca desde el año 1600 antes de Cristo. 

Uno de los tantos descubrimientos fueron estas cuevas, las cuales se encuentran a 30 minutos de la ciudad de Puebla rumbo a Tehuacán. 

Para llegar a ellas, Medina Jaen realizó una expedición por tres regiones: Tepeaca, Cuauhtinchán y Acatzingo. Se trata de “una formación geológica ocasionada por la actividad volcánica de la Malinche y otros volcanes que se formaron en la zona”. 

Fueron exploradas por el arqueólogo en 1995 y 1996 como parte de un proyecto denominado Mesoamerican Research Foundation en Santa María Oxtotipan y Acatzingo Viejo. 

Las cuevas Santa María Oxtotipa, Tepeaca 

La primera cueva que se descubrió fue la de Santa María Oxtotipa, cuyo nombre significa “Sobre las Cuevas”. Este poblado se encuentra asentado sobre varias cavidades naturales, como por ejemplo la Barranca del Águila, la cual -según la información oficial- cuenta con paredes rocosas, cuevas, manantiales, pozas de agua, y dos cascadas con alturas de 20 y 30 metros. 

El conjunto cavernario está compuesto de más de 13 entradas, las cuales interconectadas entre las cavidades. 

Una característica de estas cavidades es el polvo fino que se deposita en el piso, el cual es producto de la descomposición de la caliza  

En cambio, las “Cuevas de Acatzingo Viejo” son dos cavidades que al parecer pertenecen a un mismo cuerpo subterráneo, pero debido a diferentes factores como derrumbes, cambios climáticos hasta las actividades humanas han ocasionado que se encuentren separadas una frente a la otra a no más de 20 metros. 

Lamentablemente, esta cueva ha perdido sus huellas espeleogenéticas de las cavidades, e incluso la gente se ha metido a destruirlas. 

De acuerdo con el INAH las cuevas fueron lugares de culto desde el periodo Formativo hasta el Posclásico (2200 a. C. – 1500 d. C), estas formaciones servían para hacer culto al Dios Jaguar, desde tiempos olmecas hasta el Clásico maya, particularmente en la región sur del área, y a Tláloc, deidades de la lluvia y del agua corriente. 

Miguel Medina Jaen señala que estas cuevas aún son utilizadas por los pobladores en festividades religiosas como el 24 de diciembre, donde se llevan las imágenes del niño Jesús dentro de la cueva y se colocan en distintas posiciones y en Semana Santa se lleva a cabo la crucifixión de Jesucristo. 

Estas tradiciones demuestran cómo se sigue conservando el sincretismo religioso de una cueva, el cual representa el «lugar de donde los muertos se regeneran para nacer nuevamente”. 

Otras festividades que aún hacen los pobladores es la de pedir agua los días 3 de mayo y 24 de junio donde las comunidades hacen ceremonias dentro de las cuevas para pedir agua. 

Por último, Miguel  Medina Jaen señala que estas cuevas se encuentra  en total abandono y deberían ser consideradas “monumentos históricos” por el tiempo de su construcción.

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