Pese a avance general, la población urbana cuyo ingreso no alcanza para pagar la canasta alimentaria se quedó en 34% al inicio de año
La pobreza laboral general continuó su tendencia a la baja entre enero y marzo de este año, pero su comportamiento por áreas fue desigual, pues disminuyó en el ámbito rural, pero en las ciudades se estancó por la carestía de la canasta alimentaria.
El porcentaje de la población en pobreza laboral —con ingresos inferiores al valor monetario de la canasta alimentaria— disminuyó de 38.5% en los últimos tres meses del año pasado a 37.7% en el primer trimestre de 2023, informó el Consejo Nacional de Evaluación de la política de Desarrollo Social (Coneval).
Sin embargo, su comportamiento no fue homogéneo al inicio de año, pues la pobreza laboral cayó en el ámbito rural de 52.3% a 49.6%, la tasa más baja desde que inició su medición, en 2005, pero en el urbano siguió en el mismo nivel de 34.0%.
El factor más relevante que obstaculiza una mayor reducción en los niveles de pobreza laboral en el ámbito urbano es el encarecimiento de la canasta alimentaria, que subió 10.4% anual en las ciudades, contra una tasa de 7.5% de la inflación general en el primer trimestre del año, explicó José Nabor Cruz, secretario ejecutivo del Coneval.
“El incremento en el precio de algunos rubros, como alimentos y comidas consumidas fuera del hogar, es el que en los últimos ocho o nueve meses ha tenido un crecimiento constante, así como alimentos y bebidas. Son los elementos que han condicionado que no haya una mayor reducción de la pobreza laboral en el ámbito urbano”, detalló.
Tensión social
En las zonas urbanas el precio de los alimentos suele ser mayor, pues su disponibilidad depende de una serie de intermediarios y esto pudo haber causado que, a pesar de que se reactivó el mercado laboral, no haya bastado para reducir los niveles de pobreza, estimó Rodolfo de la Torre, director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
“Por el lado de los ingresos, a pesar de que en las áreas urbanas hubo un incremento en el empleo, no ha sido de muy buena calidad, ya que se ha concentrado en los estratos de más bajos niveles salariales, y ha sido un ingreso que proviene del sector informal. Esto ha sido una limitante para que se alcancen mejores niveles de vida”, explicó.
Si bien la pobreza rural es más profunda, la urbana es más extendida, abarcando un mayor conjunto de la población, y eso hace que, aunque no sea tan aguda, al no haber progreso se generan frustraciones y tensiones sociales de consideración, agregó De la Torre.
De 2018 a 2020 aumentó la pobreza laboral en localidades urbanas, por lo que habría que valorar el alcance de la política social, si es que está permeando suficientemente en este tipo de áreas, dijo Axel González, investigador del colectivo México, ¿cómo vamos?
Destacó que la política social de este gobierno es menos progresiva, lo que quiere decir que antes las transferencias gubernamentales se concentraban en la población con menores ingresos, pero los datos de 2020 arrojan que ese grupo está recibiendo un menor porcentaje de recursos, y a la par se cubre a grupos de la población con ingresos más altos.
Retos por delante
Sobre los resultados en áreas rurales, Nabor Cruz comentó que varios factores ayudaron a que la pobreza laboral siguiera descendiendo al inicio de 2023.
“La favorable dinámica de los ingresos laborales pudo compensar las presiones en el alza de la canasta alimentaria, sobre todo en algunas entidades como Guerrero y Oaxaca, donde los ingresos crecieron 12.6% y 10.4%, dado que tienen mayoritariamente una condición rural, y eso benefició para que en el agregado nacional tuviera esa reducción por abajo de 50% de la pobreza laboral en las áreas rurales del país”, destacó.
Tener mínimos históricos en este tipo de indicadores es una buena noticia, pero