El deseo de los adolescentes y jóvenes por acercarse a Dios

Lo que más ha llamado mi atención, el reto mayor: Pbro. Don Juan Manuel Rojas Cervantes, Nuevo párroco de Chavinda.

            (Segunda y última parte)

Por Benjamín González Oregel

S. Tangamandapio, Mich., a 4 de Julio del 2023.–  El nuevo pastor de la grey, no duda cuando es cuestionado sobre lo que más ha llamado su atención en estos 2 primeros meses como párroco de  Chavinda: “El deseo de los adolescentes y jóvenes, por acercarse a Dios. Y ese es precisamente el reto que veo: ese deseo de Dios. Ese deseo de vivir en comunidad su fe. Y es allí precisamente en lo que estamos trabajando ahorita. Porque estoy siendo consciente de esta situación. De ver el sufrimiento de que no hay un camino claro, para acercarse a Dios. ¿Y hoy, qué puedo ofrecer como iglesia, como católico? ¿Qué podemos hacer por los jóvenes, para llevarles el Evangelio; para favorecerlos al acercarse a Dios? Ahorita, el reto son los adolescentes y los jóvenes”.

La Migración

–Señor, vivimos y estamos en una región en la que la migración ha sido y es un fenómeno muy importante. ¿Esto afecta a los clérigos en su labor pastoral?

–Más que afectar, yo pienso que más que afectar es una oportunidad para acrecentar el compromiso cristiano. Porque, quienes están en los Estados Unidos y en otros países, son nuestros primos, nuestros hermanos, nuestros sobrinos, es nuestra familia. El hecho de que vayan en la búsqueda de una vida mejor, sobre todo en el aspecto económico, no nos desliga, no nos resta responsabilidad para con ellos. Y el buscar la cercanía, el buscar esa fraternidad por nuestras comunidades, es un aspecto fundamental, por nuestras comunidades de emigrantes. Porque aquí, en Michoacán, es rarísimo, por decir imposible, encontrar una familia que no tenga algún lazo familia en el extranjero”.

–Sé de casos en los que se menciona que, fulano de tal, que poca importancia daba las cosas religiosas, ha cambiado tanto que “ahora, es ministro de la Eucaristía”. El hecho de estar lejos de la familia, de la casa paterna, ¿motiva al hombre a buscar a Dios?

–Sí. Creo que en los momentos difíciles: de pérdidas, de lejanía, de enfermedad… Dice Jesús, en Las Bienaventuranzas: “Bienaventurados los que sufren…” ¿Por qué? Porque en ese sufrimiento, en esa lejanía, en esa ausencia, se puede presentar la oportunidad de acercarse a Dios. Aquí, el problema es: Nosotros, como cristianos, ¿estamos atentos a estas situaciones para llevar el Evangelio? ¿Por qué algunas personas que se van a otro país se van hacia otras iglesias, buscaron otras confesiones religiosas? –Se pregunta–. Porque allí se les anunció, porque allí se les habló de Dios –se contesta–. Entonces, eso, para mí, como sacerdote, me representa un reto: ¿Y por qué ellos sí, y yo no, como cristiano? ¿Por qué yo no estuve atento a esta situación, para llevar el Evangelio en esa ocasión?  ¿La distancia? Ahora, con los medios de comunicación que tenemos a nuestro alcance, creo que todo es posible, aun cuando se esté al otro lado del mundo”.

Era exagerado

–Chavinda, ha sido uno de los centros urbanos donde se notan más los efectos de la migración. Hace décadas, había escuelas que no llenaban las aulas de sus escuelas. Siempre había espacio para alumnos que buscaban estudiar. ¿Este fenómeno impacta en la comunidad católica?

–¡Claro que sí! Platicaba con un sacerdote nativo de allí, de Chavinda. Y le decía: yo veo esto: el deseo de ir a los Estados Unidos, en la búsqueda de una mejor calidad de vida. Esto es muy latente, se nota. Se ve que los jóvenes desean poder hacerlo ya. Y lo que él me mencionaba era: “eso, tú lo ves ahorita que estás conociendo la comunidad. Pero yo te digo que lo que ves ahora, es tan sólo un 10 por ciento de lo que se estaba viviendo. Porque el porcentaje de jóvenes que emigraban –estamos hablando de entre un 80, un 90 por ciento–¡Era exagerado!

“Ahora, se han creado algunas fuentes de empleo; ahora hay un poco más de trabajo aquí; y algunos jóvenes están dejando de ver a los Estados Unidos, como el camino a seguir. Ahora, están viendo que también aquí pueden llevar una vida digna” –refiere el nuevo pastor chavindense, que le contaba el presbítero oriundo del pueblo.

Mientras habla don Juan Manuel, considero que monto a pagar a los Coyotes, que ha sido multiplicado en términos exagerados, también ha influido en el ánimo de muchos jóvenes, de los que han preferido quedarse en casa antes de emprender el viaje allende nuestras fronteras. Recuerdo que, por la década de los setentas, en Tijuana y Mexicali, el precio que pagaban los “pollos”, para que el “pollero” los pusiera en cualquier domicilio en Los Ángeles, oscilaba entre los 130 y 150 dólares. Pero a nadie dejaban en la frontera, si les ofrecían 110, 115. Hoy, las cifras que se mencionan son de escándalo: hasta 12 ó 15 mil cueros de rana.

La Escuela de San Andrés

–Padre, ¿Cuáles son los grupos parroquiales con que cuenta esa comunidad?

–La Catequesis infantil, que es indispensable en cada parroquia. Están los Adoradores Nocturnos, los Cursillistas, con quienes estamos retomando las reuniones. Está la Escuela de San Andrés, que es una organización de una comunidad que radica en Guadalajara; y que nos ofrece un método de evangelización adaptado a la sociedad en que vivimos en estos días. Creo que es una de las escuelas que ha logrado desarrollar avances y métodos de evangelización tomando en cuenta a la sociedad en que vivimos. Este proceso, estos métodos, también van dirigidos a los adolescentes, jóvenes y adultos.

–Padre, ¿es verdad que, conforme pasa el tiempo, los años, el hombre se acerca más Dios?

–Pues… No es garantía, no es garantía.

Él estuvo con ellos, lo han querido mucho

–Recién llegado a la parroquia, ¿cómo ha sentido a la feligresía, para con usted?

–Creo que la comunidad, desde el día en que llegué, se ha mostrado muy atenta, muy cálida. Además de que, con el padre Jesús Valencia llevamos una buena amistad, una buena relación. Creo que esto favoreció a que la comunidad no lo viera como el término de un ciclo y el comienzo de otro. Continuamos con el trabajo, y tan amigos, como siempre. No es que los fieles se olviden del que se fue, y que no queramos al que llega. No, es un trabajo de Iglesia. Él estuvo con ellos, lo han querido mucho, lo siguen queriendo.

“Y yo, ahora, me dispongo a cumplir y señalar el camino de la verdad; que ya lo he sentido, en estos pocos días. De hecho, es un detalle: que hemos tenido con el padre Jesús: es la continuidad en el trabajo. Incluso, yo, a algunos de los servidores de la parroquia les comentaba: Esta sigue siendo su casa; él, don Jesús, sigue siendo su padre espiritual, para usted. No es que los haya abandonado, no es que los vaya a olvidar. Por eso es necesario que, aún en la distancia, mantengamos la unidad, como iglesia que somos”.

–En lo material, ¿qué planes tiene?

–En la cuestión material, hay bastante que hacer. La Casa de la Cristiandad, por ejemplo, es una de las urgencias, ahorita. Hay una remodelación en el techo, que no se terminó. Y es en lo que estamos trabajando. Esa es una de las prioridades, porque es el lugar donde se reunían los grupos. Lo segundo, en cuanto al templo, hay unos pequeños detalles; efectos del último temblor. Estamos esperando, nada más, la asesoría del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia),. Para que nos dé las reglas, para reparar los daños del frente de la iglesia parroquial. Además, debemos proseguir con los trabajos en la capilla del Sagrado Corazón, ya que está en obra negra.

–¿Qué le dice a su feligresía?

–Lo principal: que estoy para servirlos, para caminar juntos. Soy hermano de ustedes. Soy, sí, el Señor Cura, en cuanto la responsabilidad. Pero más que todo somos hermanos en el seguimiento de Jesucristo. Él es el maestro, él es nuestro guía.

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