Futuribles – Futuros posibles

Sentipensando desde nuestro sur

Vivian T. Camacho Hinojosa
Cochabamba, Bolivia

Nuevamente un mundo en guerra nos obliga a reconsiderar la dirección de esta humanidad que enfrenta una convergencia compleja y dolorosa de crisis económica, ambiental, alimentaria, pandémica global, etc. Así como escenarios de guerra corporativa contra la humanidad, promovida por el negocio global de armamento, asociado con corporaciones agroalimentarias y farmacoquímicas que se alimentan del hambre y enfermedad que generan.

A pesar del saqueo y genocidio histórico que hemos atravesado estos siglos, el Sur global nuevamente evidencia que la capacidad de resistencia y renacimiento se mantiene fortalecida pese a las condiciones más duras e indignas. Hemos demostrado con evidencia directa la eficacia y eficiencia de nuestros saberes ancestrales en salud, que, durante el momento más duro del inicio de la pandemia global, ha sido la primera herramienta de cuidado comunitario. Es evidente que los pueblos más humildes sobreviven gracias al alimento producido por las poblaciones indígenas campesinas de nuestros territorios. Demostrando que la salud y el alimento se producen desde la tierra y se comparten solidariamente. Es urgente promover la humildad (humus) suficiente para reaprender los cuidados colectivos, la solidaridad y la reciprocidad que nos mantienen entretejidos. Solamente colaborando lograremos sobrevivir como humanidad.

Somos un mismo tejido de vida, nacido del sueño profundo de las generaciones de antepasados que sembraron sus dolores y lágrimas que hoy se transforman en fuerza, imaginando que un día naceríamos y tendríamos derechos y vida digna, porque también sembraron alegrías, bendiciones y fortaleza para que en este tiempo renazcan en nuestro interior. ¿Nosotros qué dejaremos sembrado para la siguiente generación?

Esta es una convocatoria para transformar nuestro mundo, construyendo “Futuribles” (Mireya Marmolejo 2015), aquellos futuros que anhelamos desde toda la dulzura que nos moviliza cuando vemos sonreír una criatura, cuando vemos abrirse un capullo, cuando el fruto maduro está listo para alimentar nuestro ser; esa sensación de gratitud bendecida que viene del vientre mismo de la madre tierra; aquello que hace batir fuerte el tambor de nuestro corazón; necesariamente la vida nos orienta a compartir ese latido personal con el latido colectivo solidario de millones que el día de hoy estamos dispuestos a esta acción fraterna, de cuidado mutuo en un abrazo colectivo de preservar la vida que somos y la vida que nos rodea.

¿Cuál futurible estás dispuesto a construir hoy? En un mundo donde la desesperanza está promovida por el mercado, el cinismo y el menosprecio se aplauden desde las redes sociales que promovieron competencia voraz vanagloriando la egolatría y el hedonismo falso y vulgarizado, ¿acaso es posible soñar un futurible de redes de cuidados y abrazos que con respeto y ternura puedan entretejernos nuevamente?

Nuestro Sur ha parido la Alegremia (1) y la Amistosofía (2) la alegría en la sangre y la sabiduría de la amistad respectivamente; corrientes que envuelven el arte, la educación y la salud popular; desde las comunidades organizadas que deciden tomar en sus manos la tarea de cuidar la vida, de embellecerla, de traspasar de un corazón a otro, este futurible de amor solidario; nace en Cochabamba Bolivia el año 2016, nuestra Internacional de la Esperanza, unificando estas propuestas, junto a la pedagogía de la esperanza de Paulo Freire, nuestro camino es esperanzar convocando aquel “inédito viable” que nace cuando voluntades se toman las manos para caminar juntas.

Nos invitó a transitar, experimentar y transformar nuestras realidades; las maneras en las que habitamos y convivimos dentro de nuestros espacios de vida, junto a la espiritualidad profunda que nos impulsa a renacer y abrazar nuestra ancestralidad milenaria; donde sea que hayamos nacido, ese suelo, esa agua, ese viento, el fuego del sol nos traen memorias insondables inscritas en nuestra genética; nuestro ser anhela recordar que somos criaturas milenarias; nacidas de la luz de las estrellas ahora encerradas dentro de cada célula. Somos criaturas sagradas, como sagrada es la Madre Tierra y la vida que cuidamos.

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