Pese al discurso oficial, los cubanos viven entre el desencanto y la pobreza, sumidos en la peor crisis socioeconómica en 64 años; el gobierno culpa a EU de sus penurias
San José.— La llama de la vela revolucionaria de Cuba sigue encendida, pero… ¿se apaga con lentitud?
Al cumplirse hoy siete décadas del asalto rebelde que Fidel Castro dirigió contra dos cuarteles —Guillermo Moncada y Carlos Manuel de Céspedes— en el oriente cubano, para marcar una fase crucial rumbo al triunfo bélico del primero de enero de 1959 y el nacimiento del régimen revolucionario cubano, Cuba sufre la peor crisis socioeconómica en más de 64 años…y el futuro de su sistema político está en signos de interrogación en 2023.
“No hay una revolución: hay una involución”, afirmó la disidente cubana Berta Soler, lideresa de Las Damas de Blanco, grupo opositor creado en 2003 por parientes de presos políticos. “Nada se está moviendo a favorable a aquella revolución que dicen ellos (los dirigentes cubanos) que triunfó en 1959 para beneficio del pueblo de Cuba”, dijo Soler a EL UNIVERSAL.
“No hay oportunidades (de progreso). Hay una crisis social y económica dentro de Cuba por la escasez de todo. Y todo es producto de unos incompetentes que se piensan que son dueños de una finca, la finca Cuba, y que todos nosotros somos su ganado, sus carneros. Hay una involución que impide que el país evolucione a la parte positiva para los cubanos”, describió.
“Más de lo mismo. Más hambre, más necesidad” enfatizó, en una conversación telefónica con este diario ayer en la tarde desde La Habana.
“Ahora mismo hay muchas viviendas de activistas de derechos humanos, igual que de Damas de Blanco, que amanecieron (ayer) sitiadas por las fuerzas represivas del Departamento de Seguridad del Estado (policía política) y de la Policía Nacional Revolucionaria con miedo de que pudiera formarse o aparecer alguna protesta voluntaria, pacífica”, informó.
“Están asustados. Tratan de intimidar con su presencia (con sus aparatos de seguridad) alrededor de nuestras viviendas para impedir cualquier cosa que vaya en contra de su llamada revolución, que es involución. Aquí no hay ninguna revolución”, recalcó.
EL UNIVERSAL no obtuvo ninguna respuesta oficial a estas denuncias ni confirmación independiente sobre operativos en torno a casas de opositores y activistas en una fecha crucial. Cuba siempre alegó que los disidentes conspiran contra la revolución como mercenarios al servicio de Estados Unidos.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), instancia autónoma de la Organización de Estados Americanos (OEA), denunció en diciembre de 2022 que hay mil 34 presos políticos en Cuba. Cuba negó que en la isla haya reos políticos o de conciencia y adujo que lo que hay son contrarrevolucionarios encarcelados por atacar a la revolución.
Los 70 años
Aunque los ataques del 26 de julio de 1953 fallaron, se convirtieron en emblema del combate contra la dictadura militar de Fulgencio Batista, que gobernó de 1952 a 1959. Luego de esos operativos, Castro (1926—2016) huyó y cayó preso el primero de agosto, purgó prisión y quedó libre por una amnistía en mayo de 1955, por lo que salió a Estados Unidos y México para crear el Movimiento 26 de Julio.
El 24 de noviembre de 1956, con 81 expedicionarios más, Castro zarpó a bordo del yate Granma de Tuxpan, en el Caribe mexicano, hacia el oriente de Cuba, donde en diciembre de ese año inició la guerra de guerrillas que desembocó en la victoria del primero de enero de 1959.
El 70 aniversario de los actos rebeldes de 1953 se recordará con Cuba sumida en un agravamiento del generalizado desabasto de medicinas, alimentos y artículos de sobrevivencia básica. Frente a los vaticinios negativos, el presidente de Cuba, Miguel Díaz—Canel, proclamó anteayer “la voluntad de no dejarse rendir”.
En un acto en Santiago, sede del cuartel Moncada y ciudad emblemática en el historial revolucionario, el gobernante volvió a recurrir a los gritos de exaltación—reiterados por más de seis decenios—de que “aquí siempre le esperará la victoria”.
Ante la Asamblea Nacional, el ministro cubano de Economía, Alejandro Gil, reconoció el sábado anterior que la inflación cerró en 2022 en 39% “fundamentalmente” por el aumento en precios de alimentos y bebidas no alcohólicas, lo que significó un incremento del 63%.
“Este es el problema visible más complejo para la economía, pues atenta contra la capacidad de compra del salario y el papel de la moneda nacional”, admitió.
El domingo pasado y ante el plenario legislativo, Díaz—Canel mencionó “los problemas de nuestra difícil cotidianidad, como la producción de alimentos, la generación eléctrica, la disponibilidad de agua, la delincuencia, la creciente inflación, los precios abusivos”.
Cuba culpó repetidamente de sus penurias socioeconómicas al embargo que EU le impuso en 1962 y, en un reporte de 2022, informó que “a precios corrientes, los daños acumulados durante seis décadas” del bloqueo ascendieron ese año a 154 mil 217,3 millones de dólares. Un cálculo con el dólar ante el valor del oro en el mercado internacional mostró que el bloqueo causó daños “cuantificables por más de 1 billón 391 mil 111 millones de dólares”, agregó.
Díaz—Canel enumeró “los principales obstáculos para la implantación de la estrategia de reanimación de la economía en el corto, mediano y largo plazo”. Entre esos factores, citó la “guerra económica, comercial y financiera” de EU sobre Cuba y sus efectos extraterritoriales, la crisis económica mundial, la lenta recuperación tras la pandemia del Covid—19 y “los impactos” de conflictos bélicos.
El Partido Comunista de Cuba (PCC), único legal en ese país, aparato omnipresente de control en la isla y definido constitucionalmente desde 2019 como fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, desplegó en vísperas del 70 aniversario una intensa campaña de reafirmación revolucionaria.
Ante los augurios reiterados principalmente en el exterior de que la llama de la vela revolucionaria podría extinguirse, la respuesta del PCC fue contundente: “La revolución sigue adelante, no sin obstáculos”.