UBUNTU: QUÉ APRENDER DE ESTA VISIÓN AFRICANA

Fr. Juan P. Pezzi, mcc
Butembo, El Congo

Ubuntu es una palabra de la cultura Bantú que inspira la manera de ser y vivir de la mitad de los pueblos africanos cuyos idiomas, llamados Bantú, se construyen a partir de radicales verbales que dan sentido a un conjunto de palabras reunidas en clases gramaticales. Ubuntu entra en la clase de palabra como belleza y muerte que hablan de las fuerzas vitales que animan la realidad. Del radical ntu viene Ubuntu y Umuntu, la persona: Ubuntu, es lo que hace del Umuntu una persona.

El Gandzelo, árbol de la vida comunitaria, es el símbolo del Ubuntu, de la convicción que la vida pasa de los antepasados a los presentes para transmitirse a las generaciones futuras. Debajo de este árbol, la comunidad pide a los ancestros protección, salud, fecundidad, lluvia y sabiduría y toman las decisiones que conciernen a la aldea. Es el símbolo de la democracia africana donde se manifiesta la corresponsabilidad de los miembros hacia la comunidad, la igualdad, la voluntad de buscar el bien común heredado de los ancestros para entregarlo a las nuevas generaciones. Es la fuerza vital que permite a la comunidad caminar en unidad y armonía hacia el futuro.

El Ubuntu es constitutivo de toda persona y quien no lo vive es porque lo rechaza por ocultas razones. Desmond Tutu lo relaciona con la visión bíblica según la cual “el individuo puede ser plenamente humano sólo perteneciendo a una comunidad. Separar a las personas en base a un accidente biológico es reprobable y blasfemo. Toda persona tiene derecho a arraigarse en la vida comunitaria, y la primera comunidad es la familia”. Y añade: “Insisto en el llamado a ser verdaderamente humanos. En nuestra cultura, el precioso don de compartir es parte del Ubuntu, ser persona. “Una persona es una persona sólo a través de otras personas. No podríamos pensar, caminar, hablar o comportarnos si no lo aprendiésemos de otros”.

Quien vive de Ubuntu no se siente amenazado por ser los demás más capaces y mejores, porque posee su propia autoestima que proviene del saberse parte de algo más grande; se ve afectado cuando otros son disminuidos o humillados, torturados u oprimidos.

Es la convicción (como afirma Laudato Sí # 70): “Todo está relacionado”, por la que “el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás”. Michael Battle, explorando la teología de la reconciliación a la luz del Ubuntu, escribe en su libro Reconciliación: la teología del Ubuntu en Desmond Tutu (2009): “Al considerar al hombre como parte de un todo, de una comunidad, del mundo, podemos cambiar nuestra perspectiva y valorar realmente la importancia de la reconciliación”. Esta visión humanista no es teórica porque conlleva responsabilidades morales: si alguien en el mundo tiene hambre, todos somos responsables. En el Ubuntu la sociedad prospera gracias al sentido de humanidad compartida; el perdón y la reconciliación se vuelven requisitos básicos para preservar la armonía social. El Ubuntu se incorpora a ese gran río de visiones humanas que hacen posible resistir la opresión dondequiera que aparezca, como es el caso del personalismo, la corriente filosófica europea de inspiración cristiana que pone el énfasis en la persona a ser libre, con un valor en sí mismo, un ser relacional, esencialmente social y comunitario, por lo que la persona nunca puede ser reducida a un objeto por explotar o usar, o como el Buen vivir de los algunos pueblos indígenas, entendido como vida en plenitud: armonía interior de las personas en su dimensión material y espiritual, armonía social en la comunidad, entre comunidades y con la naturaleza. Muchas culturas asiáticas que nutren el budismo, el confucionismo, el sintoísmo, potencian estas visiones de la vida que pueden sostener el camino de las sociedades hoy.

En los debates sobre ecología, política, economía – escribe Paul Ricœur: “la persona vuelve siempre porque es el mejor candidato para fundamentar las luchas jurídicas, políticas y sociales”. Emmanuel Mounier, un filósofo francés y cristiano, afirmando la primacía de la persona sobre las necesidades materiales y los aparatos colectivos que sustentan su desarrollo, distingue la persona del individuo. La persona posee “la conciencia de ser en el mundo gracias al descubrimiento de su encarnación, por ser llamada a apropiarse de la singularidad de su propia existencia en el encuentro con los demás, y en la constitución de una comunidad”. El personalismo de Mounier, es altamente comunitario que pide impregnar la visión y la organización política de la comunidad.

Los 60 años de independencia no han logrado hacer de África un continente donde se viva bien. ‘Estamos todavía en búsqueda de una filosofía política capaz de ayudarnos a construir sociedades más justas y con-vivenciales, que se basen en una ética del bienestar y del ser-mejor”. El Ubuntu es una filosofía de vida y debe volverse también una filosofía política y militante en favor de un contrato social basado en el reconocimiento mutuo para engendrar la certeza de que el motor de la historia no es la confrontación o la competencia, sino la colaboración y la cooperación.

Haciéndose concepto de filosofía política, el Ubuntu recuerda que nada es más deseable que vivir en una sociedad donde viva la democracia y el multilateralismo.

¿Puede el Ubuntu reinventar la política e inspirar otras visiones ancestrales?

Existen ejemplos emblemáticos: La teóloga Léocadie Lusuombo, en una conferencia sobre el Ubuntu en el Centro para el Estudio de las Religiones Africanas afirma que “La antropología Ubuntu”, es “un desafío teo-político de los proverbios que marginan a las mujeres”. El Ubuntu puede animar la lucha por la igualdad de género, lo que no ha todavía logrado realizar a nivel social y político. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sud África, presidida por Desmond Tutu, se inspiró del Ubuntu para intentar construir una política de la reconciliación nacional después del Apartheid. El Ubuntu podría ayudar a superar la visión del homo hominis lupus, cada uno es un lobo para el otro, de Hobbes, lo que hace de la política una búsqueda de poder, una guerra de todos contra todos, creando una conciencia del Bien común. El Ubuntu con su visión de un mundo compartido, solidario, puede lograr que se reponga en el centro de la vida económica, social y política la persona y el bien común y distanciar la política de las teorías de Maquiavelo que la han llevado al engaño, a la mentira, a la violencia, al arte de la tiranía.

Sin embargo, el personalismo de Mounier lo llevó a ser crítico del liberalismo hasta ser acusado, aunque erróneamente, de simpatizar con el fascismo. El sínodo sobre Amazonía ha hecho ver que el Buenvivir de los pueblos indígenas no logra impedir la destrucción de las selvas y que la sabiduría ancestral del vivir en simbiosis con la naturaleza es echada a perder por una sociedad tecnocrática y consumista. El Ubuntu no ha protegido los pueblos africanos de las dictaduras.

Toda visión filosófica y política necesita de un espacio y de un sujeto para ser puesta en acto. Este espacio era tradicionalmente la comunidad rural circunscrita y el sujeto eran personas y núcleos familiares que pertenecían a una comunidad bien definida y circunscrita. En las sociedades modernas este espacio y este sujeto han desaparecido para dejar lugar a un mundo globalizado y a sociedades interdependientes.

Los regímenes y las organizaciones económicas que dominan la vida moderna, aun cuando fueran democráticas, responden por antonomasia a los intereses de una minoría o una mayoría que siempre son una parte de un pueblo, aunque pretendan lo contrario y no son los sujetos adecuados a interpretar la visión de vida de todo ese pueblo. Las instituciones religiosas y culturales, aunque pueden fortalecer la visión de vida de un pueblo, tienen de antemano sus ideologías y creencias que no pueden identificarse plenamente con la visión de todo un pueblo o una nación. La sociedad en su conjunto debería asumir este papel; sin embargo, los conflictos han reducido el sentido de pertenencia a la sociedad a algo abstracto. Sólo los movimientos populares pueden apropiarse de las visiones ancestrales para transformarlas en naciones motrices de acción política y social, con una condición: involucrar en este proceso a la juventud, las generaciones a quienes pertenece el futuro.

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