Pese a ser una cifra menor que la reportada en plena pandemia, pudo ser más baja si no fuera por el repunte inflacionario de 2022: experto
En México, 41% de los hogares experimentaron dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias, principalmente debido al encarecimiento de la comida en 2022, revela la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares.
Ello significa que 15.4 millones de hogares enfrentaron esa problemática, menos que los 18.6 millones reportados en 2020 en plena pandemia, y también por debajo de los 16 millones de 2018, según datos del Inegi publicados el 26 de julio.
Pese a la baja de las familias con estas dificultades, el número sigue siendo muy significativo, ya que hubiera sido menor si no fuera por el repunte inflacionario del año pasado, específicamente en alimentos, con un alza anual superior a dos dígitos, dijo Axel González Gómez, investigador de datos del colectivo México, ¿cómo vamos?
Este es uno de los indicadores que se toman en cuenta para la medición de pobreza multidimensional, en especial el relacionado a la carencia de acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, que dará a conocer este jueves el Coneval.
Estados rezagados
La recuperación del indicador no fue homogénea en todo el país. En ocho entidades aumentó el número de hogares con problemas para cubrir sus necesidades alimentarias en 2022 respecto a 2018.
Los estados con los mayores incrementos de 2018 a 2022 fueron Durango, con un alza de 19.6%; Aguascalientes, con 12.8%; Puebla, 11.2% y Guanajuato, 10.1%.
Le siguieron con tasas relativamente menores Querétaro (8.0%), Sonora (4.7%), Nuevo León (3.4%) y Michoacán (1.8%). En conjunto, estos ocho estados registraron un alza de 7.8% en el periodo para llegar a 3.8 millones de hogares con esa problemática alimenticia.
Mención aparte merece el Estado de México, donde el indicador reportó en 2022 una baja respecto a 2020 de 17.0%, por la moderación de la pandemia, pero se mantiene en los mismos niveles de 2018, con 2.1 millones de hogares, el mayor entre todas las entidades.
En términos relativos, los estados con mayor proporción de hogares con esta problemática son los más pobres del país: Guerrero, con 62.6%; Oaxaca, 60.2%; Tabasco, 57.6%; Chiapas, 55.8%; Puebla, 52.5%, y Veracruz, 51.9%.
Indicadores críticos
A detalle, la encuesta revela que el año pasado 13.6 millones de hogares tenían preocupación de que la comida se acabara, lo que significó una contracción de 18.3% respecto a los 16.7 millones registrados dos años antes, pero apenas 3.1% menor a los 14.1 millones de 2018.
Entre otros problemas que enfrentaron las familias en materia alimenticia destacan 7.2 millones de hogares donde los adultos afirman que comieron menos de lo que consideran debían haber ingerido, 4.2 millones donde afirman que dejaron de desayunar, comer o cenar, mientras que 3.7 millones se quedaron sin comida.
Llama la atención que los miembros adultos de 965 mil hogares tuvieron que hacer algo que hubieran preferido no hacer para conseguir comida, como pedir limosna, mandar a los niños a trabajar o recurrir a prácticas socialmente no aceptadas, como podría ser el robo.
Sobre la problemática de la nutrición, la encuesta revela que uno de cada cuatro hogares reconoció que su alimentación no fue sana ni variada, con 9.8 millones en 2022. De esos, en 2.9 millones de familias los menores padecieron este mal, es decir 31.7% de las que tenían al menos un infante.
Inflación y desigualdad
El ingreso corriente de los hogares aumentó 11.0% en 2022 con respecto a 2020 y 4.6% con relación a 2018, debido en parte a la recuperación del empleo y los salarios, lo que permitió que el gasto en alimentos también se recuperara 16.0% y 9.3% en los mismos periodos.
Sin embargo, el peso de este gasto es muy diferente según el nivel económico. Mientras que en los hogares pobres (decil I) representa 56% de sus ingresos, para los hogares más ricos (decil X) apenas es de 14%, una diferencia de 42 puntos porcentuales.
En consecuencia, un panorama de alta inflación como el de 2022, con los precios de alimentos aumentando a tasas anuales de entre 12% y 14%, reduce especialmente el poder de compra en los hogares de menores ingresos, dijo González.
“Si no hubiéramos observado ese periodo de alta inflación, probablemente la carencia del acceso a la alimentación hubiera sido menor que lo que estamos observando”, agregó.