De la guerra que su Padrino ha emprendido contra Ucrania, y de los ucranianos. Lev Gudkov, el respetado director del Centro Analítico Levada, que estudia la opinión pública rusa, comenta que sus compatriotas, en general, no sienten compasión para los ucranianos y piensan que hay que darle un golpe decisivo al enemigo. Vale la pena subrayar que, en las encuestas, nadie usa la palabra “guerra”, se habla de “los acontecimientos en Ucrania”, de la “Operación Militar Especial” y demás eufemismos. Consulté el estudio del 13 de junio de 2023, el cual manifiesta, por primera vez, un aumento sostenido de la proporción favorable a la guerra. Ese movimiento surge después del 20 de mayo, cuando Evgueni Prigozhin anunció que su ejército privado de mercenarios, el Grupo Wagner, había tomado, después de un año de combates, la ciudad ucraniana de Bakhmut. En poco tiempo el pintoresco y temible Prigozhin se ha vuelto bastante popular, al grado de que algunos piensan que, de seguir así, podría llegar a la presidencia. El otro factor que explica el crecimiento, es la entrada de la actividad militar ucraniana en territorio ruso, cerca de la frontera, y la llegada de un drone hasta el Kremlin. Hoy en día, según la encuesta, 45 por ciento de los rusos piensan que la guerra va a durar un año más; la cuarta parte opina que en seis meses terminará; los otros no saben o no quieren pronunciarse. Una precisión: el centro Levada, que se puede consultar en línea, es independiente y fiable.
Cuando Putin inició su Operación Militar Especial, el primer sondeo dio 68 por ciento de aprobación; en aquel momento, consternado, Lev Gudkov decidió no publicar el resultado, para no echar leña a la hoguera. Lo publicó un mes después, cuando el gobierno ofreció sus propias cifras. Desde aquel entonces, la aprobación a la guerra ha sido siempre superior al 70 por ciento. Sin embargo, hubo que esperar la toma de Bakhmut para que 55 por ciento considerara la OME como exitosa; un 30 por ciento piensa que no lo es. Estos escépticos contestan que ha tomado y tomará demasiado tiempo, se preocupan por la incompetencia aparente de los generales y les duele la desaparición de su fe en un ejército invencible, el más fuerte del mundo. Por eso les ha impresionado la figura de Terminator Prigozhin. La mayoría de la población, en particular la de más edad, tiene como única fuente de información la televisión que es pública en un 100%.
La guerra como tal no está cuestionada, ni el bombardeo de las ciudades, ni las masacres consideradas como invención del enemigo. “Los rusos tienen poca compasión para los ucranianos. Casi ni uno menciona el hecho de que hay gente que muere en Ucrania”, comenta Lev Gudkov. “En promedio, la sociedad nuestra es amoral. Claro, la gente no quiere la guerra, pero no quiere entrar en conflicto con el Estado… La guerra revela mecanismos de la era soviética. La gente acostumbra identificarse al Estado y adopta la retórica suya sobre la lucha de la patria contra el nazismo. La propaganda ha reactivado los viejos reflejos. La gente bloquea toda compasión, toda empatía por lo que ocurre en Ucrania. Esos sentimientos valen sólo para sus propios soldados muertos y heridos, nuestros hombres”. Hay que saber que la mayoría de la gente ignora la extensión de lo que sufren los ucranianos; ignora también los sufrimientos y las bajas de los soldados rusos.
La diferencia de edad influye en las opiniones. Si bien los jóvenes del grupo 18-24 años (los posibles conscriptos) apoyan la guerra en 59 por ciento, la cifra sube a 80 por ciento entre los jubilados (que no irán al frente). 34 por ciento de los jóvenes son contra la guerra, cifra que cae a 15% entre los jubilados. Hace cinco años, el grupo de los jóvenes formaban el contingente de los más entusiastas partidarios de Vladimir Putin; ahora, más del 30 por ciento tienen una opinión negativa, pero saben que manifestarse contra la guerra sale caro. Es lo que espero manifestar en un próximo artículo sobre las y los valientes que no son amorales.
Historiador en el CIDE