La debacle educativa

El gobierno, como de costumbre, violó la ley con amparo y todo, distribuyó los libros de texto a las autoridades educativas estatales, a semanas de iniciar el ciclo escolar 2023-24.

Leonardo Kourchenko

No es un tema nuevo. Desde el inicio de esta administración y la patética contarreforma impulsada por la 4T e implementada por Esteban Moctezuma, la educación pública en México sufrió un retroceso significativo. Desde entonces muchos señalamos el espíritu retardatario de la nueva reforma: regresar el control de plazas, presupuestos y contenidos a sindicatos —hoy, por cierto, bastante alineados con el gobierno—, pero sobre todo, eliminar la evaluación docente que la anterior reforma había instalado con una aceptación creciente.

López Obrador prometió bajo el lema electorero de la “mal llamada reforma educativa”, abrogarla en los hechos y retornar al statu quo habitual, donde los sindicatos controlan amplios sectores del Sistema Educativo Nacional. Pero fue peor de lo que imaginaban.

En los hechos la 4T desmanteló la SEP, eliminó plazas y posiciones, consejos y programas de formación docente. Canceló de tajo, presupuestos enteros para programas de nivelación escolar, apoyo alimenticio a escuelas en áreas vulnerables, capacitación docente en múltiples disciplinas. Ha sido un desastre que se ha agudizado, con la designación de ministras incapaces e incompetentes: después de Moctezuma, Delfina Gómez, hoy gobernadora electa del Estado de México, y para sucederla, Leticia Ramírez, coordinadora sindical de sección, ni siquiera líder con remota (27 años atrás) experiencia en aula. Es decir, el desconocimiento e inexperiencia total.

Para el presidente, amante de los programas rimbombantes y las superreformas que nunca acaban de concretarse, les instruyó a cambiar los programas educativos y en especial, el libro de texto gratuito que se distribuye a todo el país en todos los grados de educación básica (primaria y secundaria).

El resultado es un desastre absoluto.

Un libro no responde a ningún programa o plan académico específico, puesto que la SEP no ha hecho público ningún plan de estudios al que, hipotéticamente, el libro en debate debiera responder, corresponder y complementar. Nada.

Desde hace más de año y medio corrió la versión de elevados contenidos ideológicos en el libro de texto, por lo que diferentes organizaciones no gubernamentales orientadas a la educación, interpusieron recursos jurídicos —amparos— ante tribunales para impedir su circulación, hasta no ser revisados y aprobados.

El gobierno, como de costumbre, violó la ley con amparo y todo, distribuyó los libros a las autoridades educativas estatales, a semanas de iniciar el ciclo escolar 2023-2024.

Y ahí estalló el debate en toda forma, porque los materiales ya se conocen, ya los vimos y sabemos sus defectos.

Olvide usted la obvia improvisación en textos apresurados, con fechas imprecisas y errores de ortografía. No serán ciertamente, los primeros en la historia moderna de México en tener dichas fallas, aunque la verdad, es vergonzoso que la SEP se escude en ello para decir —una vez más— “los de antes tenían más errores”, como justificación insulsa a un libro mal editado.

Los problemas van más allá y son más profundos.

Si bien la pedagogía moderna plantea aprendizajes horizontales, multidisciplinarios y por proyectos, como pretende el nuevo libro, el problema es que inserta el tema de la realización de asambleas en la comunidad para convalidar los aprendizajes.

Imagine usted la resolución de un problema: el aula de cada grado trabaja de forma multidisplinaria —varias asignaturas integradas— para proponer soluciones; la escuela hace lectura de textos y reflexión de personajes; y luego la comunidad convoca a una asamblea para analizar el problema.

Hagamos a un lado la discusión ideológica de si esto es un acercamiento a un socialismo matraquero región 4 (4T), centremos la discusión en el método aplicado para el aprendizaje. Este libro propone que la “asamblea” opine sobre los problemas y los niños aprendan de esa forma. Un auténtico disparate.

El gran debate en torno a las matemáticas no sólo disminuye el aprendizaje sistemático de la ciencia matemática, sino que la subordina a la discusión de asamblea. Como si el resultado de las fórmulas y sus operaciones pudiera ser votado en comunidad.

Pero esto retrata la narrativa de este gobierno: “Yo tengo otros datos” no es más que el reflejo del rechazo a la ciencia, al dato duro, preciso, contundente, por la percepción terca e ideologizada de la realidad. El libro de texto gratuito recoge este absurdo fundacional de este gobierno y pretende convertirlo en método de estudio.

La matemática y los resultados de las operaciones no son importantes, lo importante es lo que diga la comunidad. ¡Estamos fritos!

Hay toda una estructura temática llamada “Nuestros saberes”, que carece de sustento técnico.

La SEP y sus oficiosos manipuladores afirman que miles de maestros —millones erróneamente— participaron en la propuesta y elaboración de estos libros, pero no revelan el contenido de los supuestos foros, no sabemos qué propusieron, bajo el argumento de la protección de datos.

En suma, estamos ante una imposición más —nada que sorprenda— pero que puede causar enormes daños a maestros y alumnos por la carencia de metodología, la ausencia de un plan de estudios y los múltiples errores de enfoque sociopedagógico. (El Financiero)

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