Discurso del Papa a los participantes en el encuentro número XIV de la International Catholic Legislators Network.
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano).- En la Sala Clementina del Palacio Apostólico, Papa Francisco recibió en audiencia a un grupo de participantes en el 14° encuentro anual de la Red Internacional de Legisladores Católicos. El encuentro de estos legisladores en Frascati, zona conurbada de Roma, giró en torno al tema “Gran lucha por el poder, captura corporativa y tecnocracia: una respuesta cristiana a las tendencias deshumanizantes».
Ofrecemos a continuación el discurso completo del Papa, traducido por ZENIT al español:
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Me complace saludarles con motivo de su decimocuarta reunión anual, en Frascati. Les agradezco su visita.
El tema que habéis elegido para el encuentro de este año, “Lucha de grandes potencias, captura corporativa y tecnocracia: una respuesta cristiana a las tendencias deshumanizadoras”, toca aspectos vitales de nuestra existencia. En efecto, hoy el «paradigma tecnocrático dominante» plantea profundos interrogantes «sobre el lugar del ser humano y su acción en el mundo» (Enc. Laudato si’, 101).
Ciertamente, uno de los aspectos más preocupantes de este paradigma, por sus impactos negativos tanto en la ecología humana como en la naturaleza, es la insidiosa tentación del espíritu humano que lleva a las personas -y especialmente a los jóvenes- a un uso distorsionado de su libertad. Lo vemos cuando se anima a hombres y mujeres más a ejercer un control que una custodia responsable sobre los «objetos» materiales o económicos, los recursos naturales de nuestra casa común o incluso los unos sobre los otros. Esta «cosificación», que en última instancia repercute negativamente en los miembros más pobres y frágiles de la sociedad, puede tener lugar directa o indirectamente, a través de elecciones cotidianas que pueden parecer neutras, pero que en realidad son «pertinentes para el tipo de vida social que uno pretende desarrollar» (ibíd., 107).
Mientras tratáis de responder a esta pregunta y a los muchos retos que conlleva, promoviendo la doctrina social católica -en particular sobre la centralidad del valor y la dignidad otorgados por Dios mismo a toda persona humana-, me gustaría señalaros que la propia estructura de vuestra organización puede ofreceros un marco de referencia. De hecho, ustedes son una red internacional, y describen su propósito como el de «unir en comunidad a una nueva generación de líderes cristianos valientes».
El propósito de cualquier red es conectar a la gente, haciéndoles conscientes de que pertenecen a algo más grande que ellos mismos. Este es, de hecho, el propósito declarado de muchas plataformas de medios de comunicación, y ciertamente se producen muchas cosas buenas a través de estos medios. Al mismo tiempo, sin embargo, es necesario estar alerta, porque, por desgracia, en estos canales de comunicación también se pueden encontrar prácticas deshumanizadoras de matriz tecnocrática, como la difusión deliberada de noticias falsas, el fomento de actitudes de odio y división -propaganda «partidista»-, la reducción de las relaciones humanas a algoritmos, por no mencionar el fomento de falsos sentidos de pertenencia, especialmente entre los jóvenes, que pueden conducir al aislamiento y la soledad. Este uso distorsionado de los encuentros virtuales sólo puede superarse mediante una cultura del encuentro auténtico, que implica una llamada radical al respeto mutuo y a la escucha, incluso de aquellos cuyas opiniones divergen fuertemente de las propias. También en este caso su red puede ofrecer un ejemplo, porque intenta reunir a personas de todo el mundo con sinceridad, con autenticidad.
Pero trabajar en red no significa sólo reunir a las personas, sino también permitirles cooperar para alcanzar un objetivo común. Podemos pensar en los primeros discípulos, llamados por Jesús a trabajar juntos echando las redes para conseguir una pesca abundante (cf. Lc 5,1-11); y podríamos definir las redes como herramientas que se utilizan de forma compartida para la consecución de un objetivo común.
Estos dos aspectos -la conexión y el propósito común- caracterizan vuestro trabajo y, al mismo tiempo, reflejan la vida misma de la Iglesia, el pueblo de Dios llamado a vivir en comunión y misión. Son estas dos fuerzas, una «centrípeta» y otra «centrífuga», las que, sostenidas por la fuerza del Espíritu Santo, unen a las personas en comunión fraterna en su interior y, al mismo tiempo, las impulsan hacia el exterior, en la misión común de anunciar con alegría el Evangelio. Así pues, una red verdaderamente cristiana es en sí misma una respuesta a las «tendencias deshumanizadoras», porque no sólo tiende hacia las verdades que liberan la existencia humana, sino que trata de modelarlas en sus actividades. Por esta razón, al mantener una red internacional genuinamente católica, señaláis con credibilidad una alternativa a la tiranía tecnocrática que induce a nuestros hermanos y hermanas a apropiarse sin más de los recursos de la naturaleza y de la existencia humana, al tiempo que disminuye su capacidad de tomar decisiones y de vivir vidas auténticamente libres (cf. Encíclica Laudato si’, 108).
Rezo para que el Espíritu Santo inspire y guíe vuestros esfuerzos para formar una nueva generación de líderes, líderes católicos bien formados y fieles, dedicados a promover la doctrina social y la ética de la Iglesia en la esfera pública. De este modo, contribuiréis ciertamente al crecimiento del Reino de Dios.
Que la Santísima Virgen María os proteja, y que Dios Todopoderoso bendiga vuestros esfuerzos y los haga fructificar. Por favor, no olvidéis rezar por mí. Muchas gracias.
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.