Estados sureños, con menor tasa de desempleo del país

La desocupación en México alcanzó a 3% de la población, pero hubo entidades con un registro inferior a la media; atribuyen mayor empleo en la zona a la concentración de inversiones en obras de infraestructura

En agosto pasado la tasa de desocupación en México se redujo a 3.0% de la población económicamente activa, pero hubo 21 estados que reportaron una tasa inferior a la media nacional, entre los que destacan los del sur-sureste del país, mostraron datos publicados por el Inegi.

Los estados que registraron los menores niveles de desempleo el mes pasado, con tasas inferiores a 2%, fueron Guerrero, apenas con 0.8%; seguido por Veracruz, Oaxaca y Campeche, todos con 1.8%, conforme a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

Otras entidades ubicadas en el sur-sureste del país que observan baja desocupación y también por debajo del registro nacional fueron Chiapas, con una tasa de 2.3%; Quintana Roo y Yucatán, con 2.4%, así como Puebla, con 2.6%.

En materia de ocupación, la única excepción en la región sigue siendo el caso de Tabasco, donde el nivel de desempleo llegó a 3.6%, como consecuencia de los problemas que todavía enfrenta ese estado en materia de producción de petróleo, principal motor de la actividad económica y el empleo.

Las bajas tasas de desocupación alcanzadas en la mayoría de estas entidades responden a varios factores, aunque destaca la reciente concentración de inversiones de infraestructura en la región.

Empuje por infraestructura

En un artículo de opinión publicado en EL UNIVERSAL, el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Gabriel Yorio González, destacó que proyectos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, los caminos artesanales de Oaxaca, el aeropuerto de Tulum y el Corredor Transístmico han sido esenciales para el mayor crecimiento económico y generación de empleos.

Los nueve estados de la región sur-sureste reportaron la generación de 90 mil 75 empleos formales en los primeros ocho meses del año, cifra 6.9% superior a la reportada en el mismo periodo del año anterior, de acuerdo con el número de plazas adscritas al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Como factores de impulso económico a la región, directivos de empresas siderúrgicas refirieron que la demanda estuvo apoyada por un mayor consumo de acero para la construcción del Tren Maya y en la infraestructura terrestre y marítima en la zona del corredor Transístmico, destacó el Banco de México en su más reciente Reporte sobre economías regionales.

Por su parte, en el caso de la industria química, los empresarios de manufacturas de polietileno consultados subrayaron el impulso proveniente de la mayor demanda para fabricación de autopartes en el centro y norte del país.

Además, de acuerdo con contactos entrevistados, la industria refresquera tuvo pedidos extraordinarios como consecuencia de las ondas de calor durante el segundo trimestre del año.

El reporte del banco central también menciona que, de acuerdo con información del Sistema Nacional de Refinación, la producción de combustibles se incrementó en las refinerías de Salina Cruz, Oaxaca, y Minatitlán, Veracruz.

Informalidad

Adicional al impulso económico que han tenido las recientes inversiones públicas en la región sur-sureste del país, otro factor que ha contenido la desocupación son las altas tasas de trabajo informal que prevalecen en dichas entidades, dijo Héctor Magaña, coordinador del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey.

Por ejemplo, Oaxaca ocupa el primer lugar nacional, con 80.3% de la población ocupada laborando de manera informal, y le siguen Guerrero, con tasa de 78.1%; Chiapas, 76.0%; Puebla, 70.4%; Veracruz, 69.6%; Tabasco, 63.4%; Campeche, 61.8; Yucatán, 61.7%, y Quintana Roo, 46.0%, casi todos por arriba de la media nacional de 51.4% en el segundo trimestre del año.

Uno de los beneficios de la inversión en la región es que ha reducido el desempleo en esas entidades, pero la mayoría de estas obras no serán productivas a largo plazo, por lo que una vez finalizadas se podría perder el efecto positivo en el mercado laboral, apuntó Magaña.

El reto es que los proyectos de infraestructura no sólo mantengan bajas tasas de desocupación mientras las obras están en proceso, sino que también impulsen nuevas inversiones y desarrollos productivos que mejoren la calidad del mercado laboral en la región, agregó.

Lo ideal es que el impulso económico que generan esas obras se acompañe de otras medidas que apoyen la inversión productiva, como son facilidades en materia fiscal para la generación de empleos formales de mayor calidad, dijo Magaña. De no ser así, se corre el riesgo de que prevalezca la precariedad laboral, afirmó.

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