JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO // De la personalidad de Sixto Berduzco

         En ocasiones diversas nos hemos acercado a la recia personalidad de don José Sixto Berduzco, carácter que aunado al fino sentido de la ironía que podemos rastrear a través de sus escritos, confirman un proceso identitario único de quienes participaron en la organización de la lucha de independencia. Como muestra de ello y por estar festejando un aniversario más del inicio de la lucha de independencia, transcribo su renuncia a la Junta Gubernativa de Zitácuaro, así como la proclama lanzada contra él y José María Liceaga, por el comandante de la provincia de Michoacán.

“El doctor don José Sixto Berdusco, renuncia el empleo de vocal de la Junta gubernativa y pide su retiro. 8 de marzo de 1813.

Señor.⎯ El doctor don José Sixto Berdusco cura párroco de Tuzantla con el más sincero rendimiento a la soberanía de vuestra majestad dice que en junta electora de generales celebrada en la villa de San Juan Zitácuaro el veintiuno del pasado agosto para la instalación de un supremo gobierno, con once votos fue nombrado miembro de él, cuyo cargo ha procurado desempeñar sin gravar a la nación en sus gastos antes bien con sacrificio de sus cortos intereses, y de su persona. En la misma junta y en presencia de todos expuso que sus escasas luces no le permitirían dar el lleno a tan alto empleo del que en gran parte depende la libertad de la patria en el feliz éxito de la empresa y adelantos en sus conciudadanos. En el día desengañado de que su carrera eclesiástica con solo los conocimientos teológicos que en ella pudo adquirir no es bastante para cumplir con sus encargos agregando su complexión incapaz de sufrir los golpes que necesariamente ocasiona el camino y sobre todo dejar el hueco para que lo ocupe sujeto digno de las confianzas de vuestra majestad pide sumisamente su retiro sin renta y honores por no ocasionar gasto a la nación quedando siempre dispuesto a servir como un particular obediente a las órdenes que vuestra majestad deba imponer y solo suplica a vuestra majestad le conceda la gracia de mandar se le extienda un documento que le sirva de escudo para no ser insultado de sus compatriotas y con el que acredite su fidelidad y patriotismo.⎯ A los pies de vuestra majestad.⎯ Señor.⎯ Doctor José Sixto Berdusco.

Es copia de que certifico. La Loma, marzo 8 de 1813.⎯ José Ignacio de Oyarzabal, secretario”. (Juan E. Hernández y Dávalos. Colección de Documentos de la Guerra de Independencia de México, de 1808 a 1821)

         Tres días después, el comandante de la provincia contesta a la renuncia del zamorano, con la siguiente proclama:

“Proclama contra Berduzco y Liceaga por el comandante de la provincia, en 11 de marzo de 1813.

Señores oficiales, y soldados a vuestro teniente general se trata de chaqueta; Verdusco y Liceaga; así lo dicen su tropa, y lo hacen publicar en folletos, y bandos al incauto pueblo. Solos ellos son los verdaderos patriotas; ellos son buenos americanos, y yo repentinamente me trasformé en chaqueta después de haber dado algunas pruebas de un jefe hombre de bien ¿seré yo capas de un crimen tan negro? ¿podré tener alianza con los gachupines? O aunque yo quisiera ¿podrán los gachupines ser algún día verdaderos amigos míos? Ustedes lo dirán. Todos ustedes a excepción de cuatro hombres han peleado bajo mis banderas con el enemigo y hay en aquel cantón muchos que me siguen desde que comenzamos la defensa de nuestra justa causa. Sed pues los jueces de este sistema y decidíos por la parte que os parezca mejor. Pero me diréis que no es este el delito que se me imputa, sino que me hago sospechoso  porque favorezco al excelentísimo señor Rayón, y le presto mis auxilios de reales y de tropa ¿Enhorabuena, y qué crimen contra la patria es éste? ¿será traidor Rayón? ¿Seré chaqueta y yo por medio de el favoreceré a los chaquetas gachupines? Puede ser pero según esto será traidor también el excelentísimo señor Morelos porque lleva suma estrechez, y una abierta alianza con Rayón; a él le manda los partes de sus acciones, le comunica sus proyectos, y le consulta sobre sus dudas; en estos pocos días he visto tres correos suyos dirigidos a este señor presidente con las noticias más interesantes y en los términos más expresivos hacia su excelencia si, serán sin duda dos chaquetas y yo con ellos; por eso nosotros nos comunicamos acá cuanto tenemos de adverso o favorable, estos y señorones vocales engolfados allá en su vocabidad, y su grandeza; ni hacen caso de nosotros, ni nosotros de ellos, ni saben de los Villagranes, Morelos, y Rayón, sino lo que le oyen decir al pueblo. Desengañémonos soldados todos, los lugares del departamento de Liceaga y muchas personas particulares de los nuestros, levantaron sus gemidos al señor presidente, y pusieron en sus manos las quejas que yo mismo vi oprimidas de el orgullo, despotismo, y la arbitrariedad de Liceaga, y Verdusco. Se trataba de poner remedio a tantos males; los excelentísimos señores Rayón y Morelos querían hacerles ver a esos déspotas, que nada han hecho con la nueva investidura de capitanes generales. Todo ha sido despreciar a los hombres de bien, postergar a los mejores jefes, y hacerse adorar de los bichos aduladores ostentar soberanía absoluta; ellos se soñaban semidioses, y celosos de que se les tomara cuenta de tanto sacrificio, se revisten, se arman, y quieren con su ruina llevarse la mayor parte de la gente michoacana, no lo consentirla el cielo que defiende nuestra causa, la perversidad de estos jefes Dios la ha de castigar pues ya van muchas víctimas inmoladas a la sacrílega adoración de tanto egoísta como estos nuevos reyes, y si no recordad en la memoria las sangrientas escenas que sirvieron en la isla de Liceaga, en Celaya, en Apatzingán, Uruapan, en 11 el último desgraciadísimo ataque de Valladolid, y finalmente ahora en el fuerte del señor mariscal Navarrete que atacado por los gachupines pudo y debió Liceaga favorecerlo y no acobardar su guarnición con una marcha en que ostentaba el empeño de fomentar el cisma de Berdusco, desentendiéndose de los gachupines, y de Navarrete como si allí pelearan los turcos y los moros. No hay duda vuestros jefes os hacen traición. Soldados pero para todo al remedio, patriotismo, constancia, y no hay que ponerse a perecer por entronizar pícaros con tan notable daño de la patria, y con tanto regocijo de los enemigos, ustedes han jurado defender la nación pero no han jurado defender a unos libertinos perseguidos por la justicia de la patria. Yo soy el comandante general de toda la provincia, venid y pelearemos juntos, no unos contra otros como quieren los gachupines con Verdusco y Liceaga, sino todos contra el enemigo ustedes me conocen, y ordenando yo como jefe mis ataques pelearán como soldados hasta arrasar con el enemigo que es lo que nos importa, y es el único triunfo que nos hará feliz. Loma y Marzo 11 de 1813.

Es copia a la letra”. (Ídem).

         Por último y para que no se nos olvide, recordemos que, a fines de 1817, caería en manos de sus enemigos –el ejército realista comandado por Agustín de Iturbide-, prisionero en las cárceles secretas de la Inquisición -y en las de San Fernando- se benefició tres años después del indulto general decretado por las Cortes españolas, yéndose a radicar a la Zamora, su tierra natal. Consumada la Independencia, rechazaría participar en el movimiento dirigido por don Agustín de Iturbide, por considerar que había sido enemigo cruel de las fuerzas nacionales durante la época de la insurgencia, lo que viene a reafirmar la fortaleza ideológica que le caracterizó.

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JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO

Jesús Alvarez del Toro, licenciado en Historia. Director del Museo de Zamora, Cronista de la ciudad de Zamora.

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