Paulo Roberto Martins Maldós
Brasil
No olvides nunca que los menos fascistas de entre los fascistas también son fascistas.
Roque Dalton
América Latina tiene una historia hecha por pueblos indígenas milenarios. En el momento de la invasión europea, había miles de pueblos diferentes en todo el continente. La gran mayoría no formaron un Estado, sino que vivieron de manera igualitaria, sin conocer la división de clases, ni la propiedad individual de la tierra ni de los bienes socialmente producidos.
Los pueblos originarios chocaron con la colonización europea que trasladó al continente división social, desigualdad, explotación y el concepto de propiedad privada. También reprodujo el Estado como instrumento garante de la explotación y apropiación individual de tierras y bienes. Los colonizadores europeos libraron guerras de conquista territorial y sometimiento de los pueblos originarios, provocando el exterminio de tantos pueblos y la reducción demográfica de muchos otros.
Avanzando en la explotación del territorio, ya en la órbita del mercantilismo imperante, los colonizadores transportaron forzadamente pueblos africanos para trabajar bajo el régimen de esclavitud. El sistema colonial, sin embargo, siempre fue sacudido por rebeliones, además de las fugas permanentes de los esclavizados en las que buscaban constituir territorios y sociedades libres de esclavitud y desigualdad.
Con la industrialización y urbanización de los países latinoamericanos, se transportaron nuevas oleadas de trabajadores, esta vez pobres de los propios países europeos. Esta joven clase obrera trajo a América Latina las experiencias y formas de lucha del continente europeo, marcadas por la negación radical de la explotación del trabajo, de la propiedad privada, de la división de la sociedad entre explotadores y explotados, del Estado como instrumento de opresión de clase.
Con la industrialización y urbanización de los países latinoamericanos, se transportaron nuevas oleadas de trabajadores, esta vez pobres de los propios países europeos. Esta joven clase obrera trajo a América Latina las experiencias y formas de lucha del continente europeo, marcadas por la negación radical de la explotación del trabajo, de la propiedad privada, de la división de la sociedad entre explotadores y explotados, del Estado como instrumento de opresión de clase.
La clase obrera latinoamericana nació, prácticamente, internacionalista y está marcada por la búsqueda de la solidaridad entre los trabajadores, por las huelgas y por la proclamación de una sociedad libre de toda forma de opresión. Los procesos revolucionarios comenzaron a desarrollarse en muchos países, basados en historias locales, pero guiados por la perspectiva de una revolución mundial. Uno de los países en los que el enfrentamiento evolucionó hacia un enfrentamiento político y militar fue España, culminando con la Guerra Civil Española, de 1936 a 1939. Durante este período, nació y se desarrolló un conjunto de ideas y agrupaciones políticas, como reacción a las ideas libertarias y socialistas: era el fascismo.
El fascismo se basa en un conjunto de ideas reactivas a los avances democráticos propuestos por los revolucionarios y busca caracterizarlos como enemigos a eliminar. El fascismo defiende explícitamente la violencia, la persecución y la muerte como acciones políticas legítimas contra los enemigos, que construye según sus intereses y conveniencias locales. Como organización política, los fascistas adoptan líderes autoritarios, crean jerarquías rígidas y militarizadas y exigen obediencia ciega de sus seguidores. Se hizo célebre la frase simbólica del ideario fascista, expresada durante la Guerra Civil Española: “¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!”.
La ideología fascista se expandió en Europa a lo largo de la década de 1930 y fue la base que condujo a la Segunda Guerra Mundial de 1939 a 1945, con su elenco de horrores. Los grupos fascistas surgieron y se extendieron en Brasil y América Latina durante este período y, con el final de la guerra, fueron contenidos momentáneamente.
América Latina vivió un breve período de estabilidad en el escenario mundial, marcado por la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, los pueblos latinoamericanos continuaron en la búsqueda de más democracia y durante los años 50 y 60 hubo muchas luchas en la región, así como reacciones negativas de las élites. Tuvimos una larga sucesión de golpes militares, con el apoyo explícito de Estados Unidos, y los golpistas asumieron discursos y prácticas fascistas.
Las dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX, con el pretexto de “combatir el comunismo internacional”, adoptaron discursos de odio, asumieron la represión generalizada, adoptaron el encarcelamiento, tortura y desaparición de militantes políticos, masacraron comunidades indígenas y campesinas, en suma, adoptaron prácticas fascistas en el ejercicio del poder. En concreto, aplicaron la misma frase simbólica: “¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!”
Las luchas de los pueblos latinoamericanos por salir de las dictaduras tuvieron un carácter democrático, fueron luchas por la vida y por un futuro de igualdad, contra el discurso fascista y las prácticas de idolatría de la muerte. Una vez derrotadas las dictaduras, las tesis neoliberales, creadas en su período, contra los derechos de los trabajadores, fueron aplicadas por los gobiernos de la mayoría de los países latinoamericanos y generaron desastres económicos y sociales. El resultado fue una nueva ola de gobiernos electos, esta vez con discursos progresistas y en defensa de los derechos sociales y de las políticas públicas, que buscaban más justicia social e igualdad.
Este alentador período duró poco más de una década, hasta que las reacciones políticas e ideológicas de las élites empezaron a hacerse sentir, una vez más, con la complicidad del gobierno estadounidense. Como el formato del golpe militar ya no era plausible en un mundo democrático, con la universalización de las redes digitales de comunicación, la opción esta vez fue la destitución de los gobiernos electos a través del poder judicial y la manipulación de la mente de las personas, a través de los grandes medios comerciales. Este proceso regresivo se extendió por los países latinoamericanos, pero nunca dejó de mostrar su rostro, por un lado, neoliberal y, por otro, fascista.
Retomando el hilo de la historia En el contexto actual de América Latina, la lucha contra los golpes de estado, contra el neoliberalismo y contra la ideología fascista es, de hecho, la reanudación del hilo conductor de la historia de la lucha popular latinoamericana. Esta lucha trae consigo los valores, las culturas, los esfuerzos colectivos de los pueblos latinoamericanos por su emancipación y por la construcción de sociedades libres e igualitarias. En ella están presentes las luchas de los pueblos originarios, las luchas de los esclavizados, las luchas de los trabajadores, las luchas de los campesinos, las luchas de las mujeres y mayorías periféricas, las luchas de miles de militantes que dieron su vida en todo el continente a lo largo de la historia. Es una lucha por resistir los reveses impuestos por las élites y, al mismo tiempo, por transformar la realidad según los anhelos de los pueblos latinoamericanos.
Los compromisos de la lucha popular actual derivan de sus vínculos con las luchas históricas de los diferentes pueblos y de su articulación con las luchas del presente. La militancia en tiempos del fascismo sintetiza el anhelo de vida plena de nuestros pueblos, en contraposición al impulso de muerte de las élites.
La militancia de la lucha popular actual trae, en su rostro, los múltiples rostros de los luchadores de los pueblos, en estos cinco siglos. Hoy, la lucha contra el fascismo tiene dimensiones nuevas y complejas, como el mundo digital, las redes sociales, las fakenews y el universo paralelo creado por las plataformas digitales, donde se fomenta el odio, la violencia y los prejuicios; donde se predica la muerte del diferente, tal como lo viene predicando el fascismo desde su surgimiento.
Se trata de derrotar al fascismo, no sólo en el campo político, en las instituciones o en su búsqueda de la hegemonía cultural, si no también de derrotarlo en la medida en que penetra e instala en la subjetividad individual y transforma a las personas en propagadores del odio y predicadores de la muerte. Es necesario combatir el fascismo en las prácticas cotidianas, en las relaciones humanas cotidianas, construidas y reconstruidas por las subjetividades individuales.
Se proyecta, como perspectiva de la lucha actual, la invención de un futuro a partir de lo mejor del pasado y presente de nuestros pueblos, en su búsqueda incesante de una sociedad justa e igualitaria, la invención de un futuro que signifique la superación del fascismo y sus raíces en nuestra historia.
Un futuro libre del fascismo será la victoria de los pueblos latinoamericanos y su gran aporte a la historia humana.