Considera activista que la colusión entre los gobiernos de diferentes partidos y los grupos del crimen organizado son el origen del terror y la crisis de las inhumaciones clandestinas
Veracruz.— Nada cambia en Veracruz. En más de una década han gobernado en el estado tres partidos políticos distintos (PRI, PAN y Morena) y los veracruzanos continúan padeciendo la aparición de fosas clandestinas.
En tanto, los colectivos de madres de personas desaparecidas lamentan que los cárteles no tienen preferencia por el color del partido, pues “compran a todos por igual”.
Las fosas clandestinas aparecen un día sí y otro también. Una fría cifra de 702 cementerios ilegales hallados de 2011 a 2022 muestra la realidad. Gobiernos e ideologías van y vienen, reparten culpas al pasado y pocas veces las aceptan, mientras los líderes de la droga siguen ejerciendo control en el territorio.
Basta revisar los informes oficiales obtenidos por años vía transparencia para comprobar que 60% del territorio estatal está convertido en una gigantesca sepultura.
Enmarcan la tragedia los 704 cuerpos y los casi 60 mil restos humanos nadando en la sanguaza, una mezcolanza de colores y olores de sangre, grasa y huesos de víctimas de los cárteles que se disputan Veracruz a sangre y fuego.
Complicidad
El horror que vive Veracruz y la “exacerbada” tragedia humana que representan los cientos de fosas clandestinas, afirma la fundadora del colectivo Solecito, Ángeles Díaz Gaona, tienen su origen en la colusión entre el gobierno estatal y el crimen organizado.
Quien habla es una de las líderes de la organización que en mayo de 2016 logró ubicar la fosa clandestina más grande de América en un predio llamado Colinas de Santa Fe en el puerto de Veracruz, donde fueron encontrados 302 cuerpos y más de 14 mil restos óseos repartidos en 125 zanjas.
“Desde el gobierno de Fidel Herrera [2004-2010], Javier Duarte de Ochoa [2010-2016] y, quizás no tanto, con (…) Miguel Ángel Yunes Linares [2016-2018], se dio esta colusión del gobierno con el crimen organizado y, en el actual, con Cuitláhuac García Jiménez, aún no me queda claro”, afirma la activista.
En realidad, poco importan las siglas de aquellos que han operado en territorio veracruzano, según los servicios de inteligencia navales y militares. La estela de muerte es igual con Los Zetas y sus reductos de Zetas Sangre Nueva y Zetas Vieja Escuela, que con Los Mata Zetas, Cártel Jalisco Nueva Generación, Grupo Sombra y Cártel del Golfo.
Es más, en los últimos años ya ni se ocupan de ocultarlos. Muchos son embolsados y abandonados en la vía pública. O son utilizados como pizarras de aviso donde dejan recados a bandas rivales o autoridades coludidas, como sucedió recientemente en amenazas en contra de altos funcionarios.
La lectura de la activista sobre el comportamiento delincuencial señala que entre finales del gobierno de Fidel Herrera y todo el sexenio de Duarte de Ochoa, la colusión con la delincuencia organizada fue muy clara, como así lo demostraron los cientos de fosas distribuidas por todo el territorio veracruzano.
Como ejemplo está la barranca de La Aurora, ubicada en la localidad de El Lencero, a pocos kilómetros de Xalapa y de la academia de policía, utilizada como fosa clandestina por los propios agentes.
“En Veracruz se aprovechó la guerra contra el narco para desaparecer gente. En el mayor apogeo, había noches en que desaparecían hasta 30 personas, como fue el caso de Potrero Nuevo, que se llevaron a 20 personas y allí participó la propia autoridad, más claro ni el agua”.
Y en el recuento de las fosas, sobre la mesa otro “escandaloso caso” en 2017: las fosas de Arbolillo en el municipio de Alvarado, a menos de una hora del puerto de Veracruz, donde al inicio fueron ubicados 71 cuerpos distribuidos en 30 fosas.
El primer cuerpo que el colectivo identificó en Arbolillo fue un fiscal que llegó a implementar el Operativo Veracruz Seguro.
“Y todo indicó que fue ejecutado por gentes conocidas al ponerle su credencial de elector envuelta en la cabeza, una especie de marca para que lo pudieran localizar”, revela.
Las fosas clandestinas, prosigue, no se comprenden sin la participación de la propia autoridad, “pues cómo se hace un trasiego de tantos cuerpos continuos para llegar a 302 cuerpos en 156 fosas en Colinas de Santa Fe. Allí está a la vista”.
Si bien asegura que durante el actual gobierno de extracción morenista las desapariciones forzadas no son alarmantes, el fenómeno social continúa presente.
A los veracruzanos se les acabaron las opciones: ya fueron de gobiernos de centro (PRI) a la derecha (PAN), para después virar a la izquierda (Morena) y siguen figurando en el ranking en cuanto a desapariciones forzadas, con mayor número de víctimas, así como hechos de alto impacto.
Estos sucesos han sido documentados por la organización civil Causa en Común y han contabilizado un total de 899.
No por nada la entidad se encuentra en el octavo lugar en número de casos de violencia extrema.
Y de enero de 2022 al 27 de marzo de 2023 Veracruz se ubicó entre los primeros 10 estados del país con mayor población de hombres y mujeres desaparecidos y no localizados, con 4 mil 328 personas.