Acapulco: el sueño de empresarios, políticos y el jet set

Mario Maldonado

Un huracán, junto con la violencia e inseguridad, están por acabar al Acapulco dorado

Acapulco, el “lugar de las cañas”, fue fundado hace más de dos mil años y desde entonces apuntaba a ser un destino mágico: un puerto de entrada para las mercancías de todas partes del mundo, codiciado por los orientales, los españoles y los franceses, se convirtió en un punto estratégico y legendario para los mexicanos.

El expresidente Miguel Alemán Valdés lo catapultó a ser una urbe de fama mundial. Durante su gobierno abrió el paso para el desarrollo de Caleta e impulsó la construcción de grandes hoteles y discotecas. Además de la creación del Tianguis Turístico y el Centro de Convenciones, su mayor contribución fue la construcción de la avenida que lleva su nombre desde 1949 y ha sido la espina dorsal del puerto de Acapulco: la costera Miguel Alemán, hoy irreconocible por el grado de destrucción que dejó a su paso el huracán Otis, categoría 5, que devastó las costas de Guerrero la madrugada del miércoles.

La historia del boom de Acapulco, de los años 50 a la fecha, tiene muchas facetas y protagonistas, de los cuales se desprenden lo mismo políticos que empresarios nacionales, inversionistas internacionales y artistas. El puerto imantó a todos: sus incomparables puestas de sol, su famosa Quebrada, sus caminos serpenteantes, las inolvidables fiestas y vida nocturna fueron irresistibles para jet set y para los turistas de todas las latitudes.

Además de la familia Alemán, quienes se constituyeron como la clase política que detonó el potencial de Acapulco y se hicieron de grandes propiedades, empresarios como el mexico-francés Carlos Trouyet ayudaron a construir el Acapulco que puso a México en la cima del turismo mundial. Este banquero e inversionista fue clave, en la década de 1950, del desarrollo del lujoso y exclusivo fraccionamiento “Las Brisas”, también afectado por el paso del huracán Otis.

Junto con la dinastía de los Alemán, empresarios y políticos como Carlos Hank González, Gabriel Alarcón y Jaime Camil le dieron fama y prestigio a Acapulco. Lo mismo el clan Salinas, principalmente el “hermano incómodo” del expresidente, Raúl Salinas, de quien siempre se dijo que fue un gran inversionista de los desarrollos turísticos e inmobiliarios del puerto.

El regiomontano Alberto Santos Hoyos, propietario de Tres Vidas, y el actual empresario turístico favorito del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Daniel Chávez, dueño de Grupo Vidanta, fueron algunos de los primeros inversionistas en desarrollar la zona conocida como Diamante, donde están los hoteles Princess y el Pierre Marqués (Mundo Imperial), actualmente destrozados por Otis.

El Grupo Mexicano de Desarrollo, de Jorge Ballesteros, también fue uno de los principales inversionistas de Diamante, además de la entonces constructora preferida del gobierno: ICA, de las familias Borja y Quintana.

Jaime Camil, junto con el magnate estadounidense Nelson Rockefeller, apostaron por el paradisiaco lugar donde desembocan el río Papagayo, la laguna de Tres Palos y la laguna Negra de Puerto Marqués.

Luego llegaron todas las cadenas hoteleras internacionales, así como estrellas mundiales como Michael Jackson y Julio Iglesias a comprar las propiedades más lujosas de Acapulco, pasando por los mexicanos Luis Miguel, Juan Gabriel y Angélica María. O qué decir de la legendaria discoteca Baby’O, a la que solían ir lo mismo Elizabeth Taylor que Elvis Presley, Brooke Shields, Sylvester Stallone o la princesa de Mónaco.

Más recientemente, empresarios como Eduardo Sánchez Navarro, de Grupo Questro, apostaron por un nuevo centro turístico en la región de la Costa Chica, con una inversión proyectada en 2 mil 300 millones de dólares. El proyecto inmobiliario-turístico Riviera San Marcos comenzó en el 2022 y se planeaba terminar en 2025. Todo esto se desvanece con la furia de la naturaleza: un huracán que, junto con la violencia e inseguridad que azotan el Puerto, está por darle el tiro de gracia al Acapulco dorado, el de “aquellas noches” inolvidables.

Posdata 1

El bastón de mando de Claudia Sheinbaum sufrió muy temprano su primera abolladura: se la propinaron aquellos liderazgos locales morenistas descontentos con su estrategia para recuperar una mayoría aplastante de votos que perdió en el 2021 en la ciudad que gobernó. Su candidato a sucederle en el cargo no es del agrado de las bases morenistas, quizá porque está enfocado a subir al barco de la 4T a las clases medias de la CDMX.

La “cruzazuleada” del pasado martes 24 de octubre, como se ha llamado al momento en el que Sheinbaum decidió no salir a un estadio semivacío –el recinto en el que jugó por muchos años el equipo de futbol de la Cruz Azul–, fue un desaire que le hicieron los liderazgos de las dos alcaldías más pobladas de la capital, específicamente Iztapalapa y Gustavo A Madero.

Aunque el líder nacional de Morena, Mario Delgado, y su homólogo en la CDMX, Sebastián Ramírez, han insistido en que la mala convocatoria fue un error de organización –avalando la idea de que estaban recurriendo a las viejas prácticas priistas del acarreo–, la realidad es que el vacío que le hicieron en el evento fue un mensaje de presión, a la espera de que la exjefa de Gobierno recule y ceda la candidatura capitalina a los que aseguran mover a las masas.

Entre los morenistas se tiene claro que quienes “fallaron” con las cuotas de movilización de personas –las mismas que les piden en cada evento de los alcaldes morenistas de la capital– fueron Clara Brugada y Francisco Chíguil; ambos fueron de los que insistieron que el evento, programado inicialmente para el 12 de noviembre, se adelantara para esta semana, justo a unos días de que se decidirán los candidatos que competirán en 2024 por las nueve gubernaturas.

El asunto huele a amenaza o traición contra la coordinadora Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, aunque traicionados también se sienten quienes se veían como candidatos naturales para gobernar la ciudad, simple y sencillamente porque han acompañado al movimiento de López Obrador desde su nacimiento.

El riesgo de una ruptura en Morena parece inminente, sobre todo si se toma en cuenta que Claudia Sheinbaum daría muestras de debilidad si cede finalmente a esas presiones internas. La exjefa de Gobierno se encuentra en la encrucijada de enfrentarse al ala dura de Morena, confirmando como candidato a la CDMX a su hombre de confianza, Omar García Harfuch, o bien de doblarse ante los extremistas locales para intentar mantener unido a su movimiento. (El Universal)

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