Mtro. Alfonso Morales Carreón
Y de las espadas se forjen arados, y de las lanzas podaderas; ya no se alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra (Isaías 2,2-5) … Han pasado 2750 años desde que este mensaje fue pronunciado desde los labios de aquella voz en el desierto que buscaba penetrar el corazón de quienes consideraba sus hermanos y demuestra un deseo casi innato de vivir en armonía.
Los romanos definían la paz como la ausencia de la guerra y esto es una definición lógica por argumento de inexistencia, sin embargo, para ellos la paz era un adorno necesario, puesto que su verdadera esencia y estilo de vida era la contraparte de la violencia y a pesar de esto, la consideraban necesaria para el desarrollo de sus comunidades. Luego entonces, la paz es fundamental para la vida pública y privada de cada uno de nosotros y nuestras familias.
Pero entonces… ¿Qué es la paz? Ahí radica la pregunta filosófica que, durante decenas de años, ha ocupado a grandes pensadores y ha trascendido los anales de la historia. Platón, por ejemplo, declaraba: “La paz es la acción de vivir en igualdad de condiciones junto con sus semejantes, solo así logrará el individuo vivir en paz consigo mismo y con lo que le rodea” (Aristu, 2001, pág. 83).
Agustín de Hipona acerca de la paz expresaba lo siguiente: “Su centralidad está en el orden de todas las cosas y ese orden es la disposición que asigna a las cosas diferentes y a las iguales, el lugar que les corresponde” (Villalobos, 2011).
Siglos más adelante, Immanuel Kant, hablará no de la paz sino de las paces, como una realidad en constante transformación, al grado de llamarla paz imperfecta; ya que no es algo definitivo ni estático sino un deseo humano de existir y construir la paz (Guzmán, 2006).
Ejemplos de filósofos de distintas épocas, solo denotan el anhelo mundial de vivir en armonía y lograr la quietud con la que visualizamos el concepto de paz. Llegado hasta nuestros días, recordamos el nombre de quien hoy nos convoca: el ilustre zamorano Alfonso García Robles, diplomático y jurista, hijo predilecto de esta ciudad; quien bebió de la fuente del Río Duero y se cobijó a la sombra del Cerro de La Beata ¡Me llena de orgullo pronunciar su nombre!
Hombre que, para su época, envuelto de la llamada guerra fría, levanta la voz como un profeta, gritando a los cuatro vientos con su Tratado de Tlatelolco, marcando un alto en el orgullo imberbe de los que gobiernan las naciones y que sin importarles la destrucción de la vida de sus jóvenes los envían al combate. Desde su América Latina, aquel 14 de febrero de 1967, invita y contiene a la humanidad a vivir un desastre nuclear, evitando la carrera armamentística, procediendo al desarme y encarando la aniquilación.
Es así como en 1982 es galardonado con el Premio Nobel de la Paz que como bien lo indica su rúbrica, es otorgado a aquellos que han trabajado en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz (CNDH, 2018). Estos son parámetros que, sin duda alguna, cumplió a cabalidad nuestro compatriota zamorano, demostrando ser un hombre en el que no cabía el demonio de la hipocresía y la violencia.
Versa aquel viejo refrán: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”. Deseo con toda la fuerza que pueda imprimir mi alma, que esta sea una realidad y un llamado a la transformación de nuestros entornos, de nuestras familias, de nuestra propia persona y que en medio de esta vorágine de odio y crueldad que carcome los adentros de nuestros pueblos, podamos hacer un alto y la diferencia, cada uno desde nuestra propia trinchera; fomentando el diálogo, creando lazos de fraternidad, sintiéndonos humanos y hermanos.
Que el olivo quede tatuado en nuestros corazones y hagamos de la búsqueda de este bienestar un caminar constante y un faro incandescente que ilumine nuestro actuar. Que Alfonso García Robles, centinela de la paz, nos muestre el camino con su reflexión; sus acciones y su propia vida. Cuando los hebreos llegaban a algún lugar u hogar, saludaban deseando la paz, usando el término: ¡Shalom! Para simbolizar que su intención era buena y que querían que su Dios habitara en ese sitio. ¡Ese mismo sentimiento te regalo hoy! ¡Que la paz sea contigo!
Referencias
Aristu, J. L. (2001). Breve historia ilustrada de la filosofía . Barcelona: Península .
CNDH. (2018). CNDH.ORG. Obtenido de https://www.cndh.org.mx/noticia/nace-alfonso-garcia-robles-galardonado-con-el-premio-nobel-de-la-paz#:~:text=Alfonso%20Garc%C3%ADa%20Robles%20fue%20un,del%20mundo%20en%20momentos%20cruciales
Guzmán, M. (mayo de 2006). humanidades. Obtenido de http://humanidades.cosdac.sems.gob.mx/temas/vocabulario/paz/#:~:text=Concepto%20que%20se%20muestra%20como,dentro%20de%20las%20relaciones%20humanas.
Villalobos, M. Á. (agosto de 2011). biblat. Obtenido de https://biblat.unam.mx/hevila/Politicayestrategia/2011/no117/4.pdf