El modelo de Resiliencia Comunitaria amplía la mirada de la individualidad a la colectividad. Con un origen latinoamericano, el Dr. Néstor Suárez Ojeda (2001) y otros la definen como: “la condición colectiva para sobreponerse a desastres y situaciones masivas de adversidad y construir sobre ellas”. Realizaron numerosos estudios de eventos comunitarios que asolaban distintos lugares de la geografía americana. En ellos consideraron las diferentes maneras de afrontarse a los desastres que vivían: inundaciones, sequías, terremotos, contaminación de acuíferos, violencia, atentados, accidentes, represión política, guerras, migraciones, comunidades expulsadas de territorios y refugiadas, etc… Vieron cómo unas eran capaces de reconstruirse en más o menos tiempo y otras no. Extrajeron unos pilares de resiliencia comunitaria que fortalecen un grupo humano y favorecen la superación de las adversidades a nivel colectivo:
1)Identidad cultural: compartir ideas, costumbres, valores, símbolos, creencias, tradiciones, etc…
2)Solidaridad: como sentimiento de unidad, de vinculación social.
3)Honestidad estatal: conciencia ética grupal que condena las corrupciones y valora la honestidad de la función pública.
4)Humor social: capacidad de expresar cómicamente un hecho, provocando un efecto tranquilizador a pesar de los daños causados.
5)Autoestima colectiva: satisfacción por identificarse con el grupo social o nacional.
La resiliencia, entendida en el sentido más profundo y amplio, va mucho más allá de resistir y recuperarse de una situación adversa para volver al estado original. Tiene una dimensión transformadora donde las personas y la colectividad pueden salir fortalecidas por los nuevos aprendizajes. La gran aportación latinoamericana del concepto Resiliencia Comunitaria, está en sintonía con la lucha con las Grandes Causas y en sinergia con los movimientos sociales que trabajan por otro mundo posible.
Los agentes de pedagogía popular debemos contribuir a educar en el día a día los factores protectores que ayudan a las personas a ser resilientes como los pilares que fortalecen a las comunidades.
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