Sultan Al Remeithi, antiguo secretario general del Consejo Musulmán de Ancianos y ahora miembro del comité creado tras el documento firmado en Abu Dhabi por el Papa Francisco y Al-Tayyeb, habla a AsiaNews de un conflicto que es el resultado de una «larga historia» de «tensiones políticas y sociales» no resueltas, alimentadas por «la violencia y el discurso del odio». Las consecuencias sobre los «Acuerdos de Abraham» y la normalización de las relaciones con el mundo árabe. «No son los líderes religiosos, sino la política, la diplomacia y la comunidad internacional quienes pueden detener la guerra».
(ZENIT Noticias / Abu Dabi).- El conflicto entre Israel y Hamas -desencadenado por la sangrienta ofensiva del grupo radical que controla la Franja, seguida de la ofensiva militar en Gaza con el desplazamiento de más de 600.000 palestinos y miles de víctimas en ambos bandos- es «una larga historia de tensiones políticas y sociales». Así lo subraya a AsiaNews Sultan Al Remeithi, ex secretario general del Consejo de Ancianos Musulmanes y miembro del Comité Superior de la Hermandad Humana, el órgano de diálogo interreligioso nacido de la histórica declaración firmada en Abu Dabi en 2019 por el Papa Francisco y el imam de al Azhar Anhmed Al-Tayyeb. Según Sultan Al Rameithi, «la escalada de violencia de los últimos días era por mucho esperada por todas las partes involucradas». Y como ya afirmó el Patriarca latino de Jerusalén, para el líder e intelectual musulmán de origen emiratí «ha quedado demostrado» que la guerra entre Israel y Palestina se está convirtiendo hoy, de forma aún más peligrosa, en «una guerra religiosa» que «implica violencia y discursos de odio».
Entrevistado gracias a la colaboración de monseñor Yoannis Lahzi Gaid, presidente de la Fundación para la Fraternidad Humana y de la Asociación Bambin Gesù de El Cairo, y antiguo secretario del Papa Francisco, el intelectual musulmán subraya las repercusiones de la guerra en los equilibrios regionales. Empezando por las relaciones diplomáticas iniciadas por Israel con varias naciones árabes y que, según declaraciones realizadas días antes de la ofensiva de Hamás, pronto implicarían también a Arabia Saudí, mientras que ahora todo el proceso parece congelado. Mientras tanto, nuevas tensiones (léase Irán) se vislumbran en el horizonte, con el temor de una ampliación de la guerra.
La escalada entre Israel y Hamás, con la emergencia humanitaria que ha estallado en Gaza y las protestas que han tenido lugar durante el fin de semana en varias plazas del mundo árabe y de Medio Oriente en apoyo a los palestinos podrían tener «consecuencias para los Acuerdos de Abraham», admite Al Remeithi. «Éstos -continúa- permitieron la normalización de las relaciones entre Israel y varios Estados árabes, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Los Emiratos, junto con otras naciones, han condenado la violencia y han pedido una resolución pacífica del conflicto», tratando de operar en una perspectiva de diálogo y coexistencia como atestigua la Casa de la Familia Abraham en Abu Dabi: un espacio de «armonía y coexistencia interreligiosa» que reúne mezquita, sinagoga e iglesia en la misma zona».
Sultan Al Remeithi fue secretario general del Consejo Musulmán de Ancianos, una influyente institución con sede en Abu Dabi presidida por el imam de al-Azhar Ahmed al-Tayyib. Fundado el 18 de julio de 2014 para promover la paz en las comunidades musulmanas y desactivar conflictos; reúne a sabios musulmanes, juristas y dignatarios conocidos por su sabiduría, justicia y moderación. Entre sus objetivos está contrarrestar la violencia confesional y el sectarismo, aunque a estas alturas para el ex secretario no depende de los clérigos encontrar una solución. «No creo», afirma, «que [los líderes y jefes de las distintas confesiones musulmanas, judías o cristianas] puedan desempeñar un papel positivo en el conflicto actual. También porque no tienen la capacidad ni la posibilidad de inspirar y guiar a la gente hacia la paz, hacia la justicia».
Preguntado por la vieja cuestión palestina, su relegación a los márgenes por la comunidad internacional y la raíz no resuelta de muchos problemas en la zona, el intelectual musulmán subraya cómo «algunos países reconocen a Palestina como Estado soberano». Otros, sin embargo, «creen que está dirigido por terroristas» y esto no favorece una resolución diplomática de la cuestión. «En última instancia», advierte, «la decisión corresponde a la comunidad internacional. Los refugiados palestinos tienen derecho a regresar a sus hogares y propiedades, como reconocen las Naciones Unidas. Además, la capacidad de los refugiados palestinos para ejercer estos derechos [legítimos] no debe verse limitada por el conflicto en curso, las divisiones políticas y la oposición israelí».
Por último, Al Remeithi reflexiona sobre las dramáticas imágenes de civiles golpeados, violencia que abruma a inocentes de ambos bandos, acusaciones recíprocas de violaciones del derecho internacional: son los «rumores de guerra», a veces fruto de la propaganda, relanzados por los medios de comunicación como la noticia, filtrada en estas horas, de una posible tregua en el sur de Gaza y desmentida tanto por Israel como por Hamás. Mientras tanto, el recuento de víctimas continúa, con más de 1.400 muertos israelíes (la mayoría en los primeros momentos de la semana pasada) y unos 2.700 en el frente palestino, afectados -en su mayoría civiles- por los bombardeos y ataques aéreos de los combatientes con la estrella de David. «Cada sitio», concluye el intelectual musulmán, «tiene sus propias historias que se filtran y difunden en tiempos de conflicto» y las «informaciones falsas» se persiguen unas a otras desestabilizando el panorama. «Como ocurrió en Irak» en tiempos de Sadam Husein, acusado de poseer «armas de destrucción masiva» para justificar la invasión.