Casimiro y Don Tomás
En el rancho de Los Berros propiedad de don Tomás
Había chivos y borregos, vacas mulas y demás
Y entre todos, Casimiro, un borrico sin igual
Primoroso, presumido, muy alegre en el corral.
Tenía ojos como de agua, la mirada de cristal
Las orejas largas, largas, en la frente un gran lunar
Era de azul terciopelo, cuatro patas de carey
El orgullo de su dueño, lo trataba como un rey.
Entre caballos y mulas, un día lo llamó el patrón
Como premio a tu hermosura, tendrás un puesto de honor
A todos los animales que yo tengo en el corral
Casimiro, ve a mandarles con justicia, amor y paz.
Una vez que Casimiro tuvo su puesto de honor
Lanzó un primer rebuznido, al que nadie obedeció
Se burlaron de su mando, no hacían ningún caso de él
Y el burrillo sollozando, se miraba sin poder.
Don Tomás bien se dio cuenta pronto les dio una lección
Con “mano dura y violenta” su conducta enderezó
Argumento justiciero que los hizo meditar
Y al jumento obedecieron, nadie volvió a protestar.
Aquel rucio se dio vuelo, ordenó sin ton ni son
Fue el amo de su terreno, ya no se escuchó otra voz
Don Tomás muy complacido palpitaba de emoción
Pues miraba en Casimiro su propia satisfacción
Las cosas en el potrero no tuvieron variación
Muchos problemas hubo más todo se resolvió
El jumento rebuznaba y obedecían en tropel
Si don Tomás se mostraba, enseñaba su poder.
Lo malo de todo aquello fue que el pollino pensó
Que sólo por ser tan bello hacían caso de su voz
Nunca cupo en su cabeza admitir la realidad
Él era una marioneta que manejaba Tomás.
Hay muchos otros que piensan que tienen autoridad
Porque su gran experiencia les ha dado ese lugar
¡Animales! ¡Pobrecitos! ¡Qué equivocada se dan!
Porque como Casimiro, ¡nomás saben rebuznar!
