De cada 100 jóvenes de 15 años, 36 no terminan la secundaria y de los 64 que lo hacen, 42 culminan sin los saberes matemáticos básicos. Sólo 22 tienen herramientas para seguir adelante.
Ciro Murayama
La incorporación de México a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) permitió acceder a valiosos diagnósticos con perspectiva internacional sobre temas sensibles para la calidad de vida de la población, como la salud y la educación. Una útil herramienta para conocer qué ocurre con la educación básica es el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, conocido como prueba PISA, cuyos resultados de 2022 se acaban de dar a conocer y recibieron, en México, la inmediata descalificación del presidente.
Sin embargo, es tan grave y relevante lo que sucede con el aprendizaje en educación básica que resulta indispensable atender la evidencia y los datos duros, pues sólo conociendo la realidad podrá enfrentarse.
En 2022 en México había 2.2 millones de jóvenes de 15 años. De ellos, estaban inscritos en la escuela sólo 1.6 millones, el 64 por ciento. Ese dato, que aparece en el informe de la OCDE, debería bastar para alarmar sobre el presente y futuro de México. Uno de cada tres jóvenes en edad de terminar la secundaria ya está excluido del sistema educativo del país. Ese abandono temprano de la escuela es sinónimo también de una incorporación temprana a una marginalidad que durará toda la vida. A la tercera parte de los jóvenes se les han cerrado las puertas para una existencia plena.
Pero la situación es más grave aún, pues incluso quienes logran culminar la secundaria tienen serias carencias en su aprendizaje básico. La escuela no les proporcionó los saberes indispensables.
La prueba PISA tiene tres áreas de evaluación: matemáticas, lectura y ciencia. El desempeño de los alumnos se clasifica en distintos niveles, pero el nivel 2 es el punto de corte para saber si la persona tiene las habilidades para incorporarse plenamente en la sociedad. Quienes no alcanzan tal nivel es difícil que lleguen a la educación superior u obtengan un buen empleo.
En la OCDE el 69 por ciento de los alumnos está sobre el nivel 2 en matemáticas. En México, dos tercios (65.8 por ciento) de los alumnos que concluyen secundaria no alcanzan ese nivel. Para hacerse una idea de qué implica no lograr el nivel 2, baste decir que la prueba muestra una figura geométrica con 16 partes iguales y dos colores: rojo y azul. Se le pide al alumno ampliar la figura siguiendo la forma y el patrón de colores. Luego se le brindan cuatro posibles resultados del porcentaje que representan las partes azules del total; una respuesta es correcta. Dos de cada tres no acertaron. Tras nueve años de educación, no lograron repetir un patrón geométrico y calcular un porcentaje.
Para alcanzar el nivel 3 de matemáticas se requiere saber distinguir información relevante y hacer cálculos elementales. Por ejemplo, la prueba PISA ofrece una tabla con la distancia promedio de cada uno de los planetas respecto al sol y el alumno debía calcular las distancias entre ciertos planetas. Bastaba con identificar que procedían restas. Sólo uno de cada diez estudiantes mexicanos (11 por ciento) lo consiguió.
En lectura, el 47 por ciento de los alumnos que termina educación secundaria quedó por abajo del nivel 2 y lo mismo pasó con el 51 por ciento en ciencia.
El desempeño en matemáticas en 2022 en México fue inferior al de 2018 y a todos los anteriores a partir de 2006. Con este gobierno el aprendizaje de matemáticas sufrió un retroceso de más de 16 años. También cayó la comprensión lectora frente a 2018 y nos retrae a niveles inferiores a los de 2009. Lo mismo ocurre con el desempeño en ciencia. Si se grafica el aprendizaje en México, la curva tendría forma de “n”, con una pendiente positiva de lenta mejoría hasta 2018 y una caída drástica en los últimos cuatro años.
El retroceso es mayor en los alumnos de mejor rendimiento: empeora todo pero los buenos alumnos son cada vez menos, en especial, en matemáticas. Se trata de un proceso de igualación espurio: cada vez más niños y jóvenes en la ignorancia.
La tragedia puede resumirse así: de cada 100 jóvenes de 15 años, 36 no terminan la secundaria. De los 64 que lo hacen, dos tercios (42) culminan sin los saberes matemáticos básicos. Sólo 22 de cada 100 muchachos de 15 años tienen herramientas educativas básicas para seguir adelante; 78 fueron dejados a su suerte.
La crisis venía de lejos, pero este gobierno dinamitó toda la estrategia de mejora educativa y encima niega la catástrofe. Con este daño adicional a la educación básica se destruye el futuro de más jóvenes… y del país. (El Financiero)
El autor es economista y profesor de la UNAM