Un grave atentado en la palestra de la Universidad Estatal de Mindanao en Marawi dejó un saldo de 4 personas fallecidas y más de 40 heridas. La explosión tuvo lugar mientras se llevaba a cabo la Misa en este importante centro educativo de la provincia de Lanao del Sur, ubicada en la región autónoma musulmana de Bangsamoro.
Lim Kym
(ZENIT Noticias / Marawi, Filipinas).- El inicio del Adviento en Filipinas se vio marcado por la tragedia, cuando un grupo de cristianos fue brutalmente atacado durante la celebración de la Eucaristía. Un grave atentado en la palestra de la Universidad Estatal de Mindanao en Marawi dejó un saldo de 4 personas fallecidas y más de 40 heridas. La explosión tuvo lugar mientras se llevaba a cabo la Misa en este importante centro educativo de la provincia de Lanao del Sur, ubicada en la región autónoma musulmana de Bangsamoro.
Se atribuye el atentado al grupo islamista local Daulah Islamiyah-Maute, que rechaza la solución propuesta por Bangsamoro. Este grupo ya había sufrido la pérdida de 11 milicianos en una reciente operación del ejército filipino. Se presume que la explosión en la palestra de la Universidad de Mindanao, una de las principales del país, fue causada por una granada o una bomba rudimentaria.
Con una población de aproximadamente 200,000 habitantes, en su mayoría musulmanes, Marawi aún lleva las profundas cicatrices de los cinco meses de guerra en 2017. En ese período, el Grupo Maute, vinculado al Estado Islámico, tomó el control de la ciudad. Más de mil personas, incluidos civiles, perdieron la vida durante los enfrentamientos entre las milicias islamistas y el ejército filipino, que logró recuperar el control el 23 de octubre de 2017. En aquel entonces, la comunidad cristiana local fue directamente afectada, con el secuestro del vicario general, P. Teresito «Chito» Suganob, y numerosos feligreses de la catedral de Maria Auxiliadora, quienes fueron liberados después de cuatro meses. Sin embargo, las promesas de reconstrucción para Marawi han quedado ampliamente incumplidas, y hoy la ciudad alberga a decenas de miles de personas que viven en refugios improvisados desde entonces.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas (CBCP), Mons. Pablo Virgilio David, destacó la coincidencia entre el atentado y el primer domingo de Adviento, que la Iglesia celebra hoy. Mons. David señaló que los perpetradores «eligieron precisamente esta ocasión para hacer estallar una bomba». En su declaración, el obispo afirmó que «seguramente, los asesinos que provocaron un acto de violencia tan horrendo también tienen a sus seres queridos. ¿Qué se necesitaría para que vean en las familias de sus víctimas sus propias familias?». Además, instó a que esta violencia no solo sea denunciada, sino también rechazada como un medio para buscar reparación por parte de todos los filipinos amantes de la paz.
El cardenal Orlando Quevedo, arzobispo emérito de Cotabato y miembro del Consejo de líderes de la Región Autónoma de Bangsamoro, también se pronunció sobre la masacre de Marawi. Calificó el atentado como «el más terrible y perjudicial crimen terrorista contra fieles inocentes en un día sagrado cristiano». Quevedo instó a las fuerzas del orden a identificar rápidamente a los responsables de la explosión.
El atentado en Marawi ha suscitado condenas y solidaridad a nivel internacional, recordando a la comunidad global la importancia de defender la libertad religiosa y promover la paz en medio de la diversidad cultural y religiosa.