¡Vergüenza, triple vergüenza para las tres entidades llamadas Estados Unidos, Unión Europea y OTAN! El primer capítulo tuvo por teatro el Alto Karabakh, ese enclave armenio en el Estado de Azerbaiyán. Los tres actores colectivos no hicieron nada cuando el 19 de septiembre de 2023, el ejército azerí violó el acuerdo internacional de noviembre de 2020 que instauraba un cese al fuego de cinco años para encontrar una solución pacífica al problema. Hay que decir que la responsabilidad de Rusia fue mayor aún, ya que el acuerdo se había firmado en Moscú, bajo la garantía de Putin. Pero Turquía, miembro de la OTAN, apoyó a Azerbaiyán y nadie dijo nada. Con cobarde alivio, todos se alegraron discretamente de que Baku haya cortado el nudo gordiano. En una semana, la limpieza étnica acabó con el problema: “los trataremos como perros” había prometido el presidente azerí. Todos callaron, como habían callado a lo largo de los 8 meses de bloqueo y hambruna que victimizaban a los armenios. ¿Cuántos? 120,000. ¡Ah! Bien poquitos. Olvidados los armenios, una vez más. ¿Será el punto final, el post scriptum al genocidio empezado en 1915 por los nacionalistas turcos?
Segundo capítulo: Gaza. Israel, fundado por las Naciones Unidas, tiene el derecho absoluto de existir y sus aliados occidentales deben defenderlo. El apoyo militar total que le da Washington, desde el “pogrom” del 7 de octubre realizado por el criminal Hamas, permitía pensar que el Occidente sería capaz de imponer unas reglas del juego a Israel. Antony Blinken acaba de realizar su cuarta visita al Medio Oriente y le pide, una vez más, a Netanyahu (y a sus generales) que protejan a los civiles. Una vez más, en vano.
Se enfrentan dos pueblos cegados por inextinguibles deseos de venganza. La masacre abominable realizada por Hamas bien merece ser llamada “pogrom” porque despierta la memoria de los sufrimientos del pueblo judío desde la destrucción de Jerusalén por Tito hasta el genocidio nazi, pasando por los “pogroms” del imperio ruso. Cualquier gobierno israelí, incluso el más izquierdista, el más favorable a la idea de un Estado palestino, hubiera tenido que castigar a Hamas y vengar a los muertos. Israel fue creado para asegurar la seguridad de los judíos. Había que cazar al criminal y salvar a los rehenes. ¿Al costo de más de 22,000 palestinos muertos, mujeres y niños en su mayoría? ¿Al costo de la destrucción total de Gaza? ¿Disminuirá el deseo de venganza de los palestinos? La timidez, la desidia de la UE y de los EEUU es una derrota, y también para Israel que, a largo plazo, está perdiendo esa guerra. Pero Netanyahu sabe que el gobierno demócrata se va a dedicar de tiempo completo a la campaña presidencial y él espera la victoria de Trump. ¿Cuántos palestinos? 2,200,000 en Gaza y un ministro israelí desea que queden no más de 200,000.
Finalmente, por culpa de los tres idiotas, “Ucrania ha perdido la guerra con Rusia, desde el punto de vista estratégico, y en esa derrota la debilidad de la ayuda americana y europea ha desempeñado un papel de primer orden”, escribe Antonio Elorza el 4 de enero de 2024. El gobierno alemán aún no se decide a dar a Ucrania la sofisticada defensa antiaérea que necesita, cuando Moscú bombardea con una intensidad sin precedentes. Occidente no dio a los soldados ucranianos los instrumentos de una posible victoria en mayo de 2023 y ahora, para colmo, la ayuda americana está bloqueada por la mayoría republicana en el Congreso, mientras que el veto del húngaro Orban congela la ayuda de la UE. Feliz, Vladímir Putin puede anunciar a su pueblo, en su mensaje de Año Nuevo, que la victoria es suya, que la ofensiva es rusa ahora. No dijo que espera la victoria de Trump, pero cuenta con ella, como Netanyahu. Piensa que los aliados van a obligar a Ucrania a renunciar a Crimea y al Donbas. Son capaces de intentarlo en nombre del realismo y de suspender toda ayuda para obligar Kyiv a ceder. Que ceda o no, sería un desastre, no sólo para Ucrania, sino para ellos.
Historiador en el CIDE