Hoy como ayer: lotes sin casas, casas sin gente y gente sin casa
La apropiación y uso del suelo para edificar casas-habitación, centros comerciales, vialidades y estacionamientos, es un asunto que desde tiempos inmemoriales ha llamado la atención de amas de casa, albañiles, agricultores, arquitectos, fraccionadores, políticos y de científicos sociales. Unos preocupados por adquirir un lote para construir su pie de casa; otros por encontrar dónde trabajar “en la cuchara” y, algunos más, motivados por la compraventa de tierra para -con una sola siembra de concreto- cosechar lo que en toda la vida no ha dado el cultivo de maíz o fresas.
En esa producción discursiva aparecemos periodistas, activistas ambientales y académicos que participamos de una especie de “funeral de tierras” agrícolas pues conforme se autorizan los “cambios de uso”, el suelo vegetal -la capa arable- es destruida. Así, aunque se llame “cambio de uso”, es destrucción de la franja “viva” que se sustituye por material pétreo inerte.
Esta es una cuestión central en la discusión académica y en las políticas públicas: ¿Hace falta abrir más tierras para satisfacer necesidades del crecimiento poblacional y para la expansión-diversificación de las actividades productivas? ¿De qué manera impacta, a los distintos componentes de la sociedad, que crezca o disminuya el área urbanizable? ¿Es conveniente aumentar la densidad del poblamiento para abatir costos financieros y ambientales? ¿La dispersión conlleva a mayores costos financieros, sociales y ambientales, por la extensión del área, retos crecientes para brindar los servicios de agua, electrificación y tiempos de desplazamiento?
El Programa Municipal de Desarrollo 2023 carece de un diagnóstico previo; no constituyó la comisión municipal de desarrollo urbano ni elaboró reglas para la participación ciudadana. Esta propuesta oficial del 2023 incluye obras y servicios valiosos, pero omite explicitar a quién se beneficia y/o perjudica al cambiar de 1 250.77 hectáreas (PMDUZ 2008-2028) a 1 020.30 hectáreas en la propuesta actual.
Estas superficies, de acuerdo al criterio que establece los planificadores urbanos debe multiplicarse “por dos” en razón de las vialidades, áreas comunes (parques) y otros espacios. Entonces, para 2008 sería 2,501 ha y 2040.6 para 2023.
Una contradicción sustancial: casas sin gente y gente sin casa
Basados en un documento de la Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente (Suma), en 2014, algunos “ecolocos”, alegábamos, que había excedentes de espacios urbanizables. Suma registraba un total de 93 739 viviendas particulares en Jacona (19 118), Tangancícuaro (12 730) y Zamora (61 891), de las cuales 15 540 estaban deshabitadas. De éstas, 10 969 se localizaban en Zamora. Además, ese informe también aludía 17 284 predios baldíos aunque en muchos casos se tratara de fincas no regularizadas en catastro municipal. Con las cifras de esos años, en las 10 969 casas deshabitadas de Zamora podrían residir 39 488 personas a razón de 3.6 individuos por casa habitación.
En sentido similar, la propuesta del plan 2023 anota que “Zamora presenta importantes cantidades de lotes baldíos y poca superficie de suelo intraurbano vacante” y cuantifica en 18 728 lotes baldíos (Programa 2023, p.40). Si fuera factible construir casas en esos 18 728 lotes se alojarían 67 420 personas. Un tercio del Zamora actual.
Desde luego que el uso vía compra, renta, donación y/o codominio es problemático porque los propietarios y/o posesionarios no pueden ser obligados a invertir en una construcción. Amén de las encrucijadas legales que cursan muchas propiedades.
Compactar, ¿Impacta al precio?
Compactar, densificar la vivienda y servicios es una idea seductora, no fácil de aplicar por el creciente precio del suelo y porque no es factible obligar a nadie a construir en los predios -de alto valor comercial- localizados “dentro” de la ciudad. De igual modo, ampliar la superficie para evitar aglomeraciones y no presionar el precio, también parece razonable ¿Cómo hallar un punto de equilibrio en esta suerte de contracción-dilatación y cuál debe ser el papel del gobierno?
No es, en rigor, una discusión novedosa, pero es importante generar elementos para las decisiones que en 2023 están marcando la vida en Zamora, tercera conurbación más poblada de Michoacán, en un contexto particular de estancamiento demográfico, expansión de la agroexportación de berries y redefiniciones político-administrativas. Esta última variable adquiere dimensiones más interesantes cuando en los puntos de acuerdo coinciden las visiones del presidente municipal de Zamora (Partido Acción Nacional) y del Delegado de Sedatu (Movimiento de Regeneración) de posiciones políticas contrarias, pero aun así la modificación del plan urbano no remedia la cuestión social de la vivienda. Este nudo, en 2024, lo reiteramos en los términos siguientes: existencia de lotes sin casas, casas sin gente y gente sin casa; familias hacinadas por carecer de vivienda y políticos que, bajo condiciones similares, en un tiempo proponen expandir el polígono urbanizable y en otro reducirlo.
No parece que los planes urbanos apunten a reorientar está suerte de desperdicio de recursos y destrucción de suelo que genera ganancias para los especuladores – los que hacen subir o bajar el precio- sin solucionar el problema de la vivienda.
Zamora, Michoacán, enero 29 de 2024