JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO // Menuda sorpresa

         Y vino del sur, cuando la incredulidad se multiplicaba como los panes. Así llegó Jorge Bergoglio a convertirse en el sucesor de Pedro. Nadie se preocupó por saber si el Papa sudamericano pretendería realizar cambios sustanciales en una institución que –cómodamente- se había adaptado a los intereses de la rapacidad del sistema económico que impera en el mundo. Y sin embargo, sus primeras declaraciones y acciones pusieron a temblar a la alta burocracia del Vaticano.

         El nuevo Papa cimbró la estructura vaticana cuando se mostró inhabilitado para juzgar a homosexuales y lesbianas: “quién soy yo, para juzgarlos”, dijo ante el estupor de los recalcitrantes conservadores que habían copado la estructura del Estado vaticano; y hace muy poco habilitó la bendición a las personas del mismo sexo que contraen una unión; pero vendrían más sorpresas, sobre todo la férrea defensa que ha realizado de la iglesia como institución de apoyo espiritual a los más necesitados: “La Iglesia tiene que volver a ser una comunidad del pueblo de Dios y los presbíteros, los párrocos y los obispos deben estar al servicio del pueblo de Dios”; criticando abiertamente la actitud de los ministros del culto que se han convertido en aliados de los poderosos.

         Este nuevo Papa ha criticado acremente al «liberalismo salvaje» que hace que «los fuertes se hagan más fuertes, los débiles más débiles y los excluidos más excluidos», y añadió que «se necesitan reglas de comportamiento y si fuera necesario también la intervención del Estado para corregir las desigualdades más intolerables”. Duro golpe para quienes habían hecho de la jerarquía eclesiástica un doble modus: el modus vivendi y el modus operandi, que había llevado a la iglesia católica a ser motivo de fuga de millones de seres que cambiaron a religiones evangélicas. Aquí mismo en Zamora podemos observar, no sin cierta sorpresa, la cantidad de “casas de oración” de los cristianos, religión que ha avanzado rápidamente.

         Jorge Bergoglio no se ha inmutado ante la respuesta silenciosa de los poderosos cardenales y obispos que hacen su mejor esfuerzo para que nada cambie al interior de la estructura conservadora que se venía reproduciendo desde el final del Concilio Vaticano II: Hoy, el Papa ha dicho que el defecto de la Curia romana, el gobierno de la Iglesia, es que se ocupa sólo de los problemas de la Santa Sede olvidando el mundo que le rodea; integrando de esta manera una propuesta sorprendente al pedir a sus ministros que cambien, ya que los “jefes de la Iglesia han sido a menudo narcisistas, adulados por sus cortesanos» y agregó que «la Corte es la lepra del papado”. 

         Y sin cortapisas ha criticado a las personas que dicen ser católicos, van a misa porque les da cierto estatus y los demás los miran bien, pero por abajo del agua hacen sus negocios, son cultores del dinero. Pero además, arremetió contra los católicos que han perdido la fe e idolatran las riquezas. “¡El dinero corrompe, no hay salida! Provoca hombres corruptos en la mente!”

         Y en este tiempo que está proponiendo cambios a la Curía, dice que la Curia «tiene un defecto: es Vaticano-Céntrica. Ve y se ocupa de los intereses del Vaticano y olvida el mundo que le rodea. No comparto esta visión y haré de todo para cambiarlo”. Y este Papa llegado silenciosamente del Sur del continente americano, está por añadir un temblor aún más fuerte a la institución espiritual que se había alejado de sus principios. Una sola frase y actitud puede ser un cambio real en la iglesia fundada por Jesucristo: “La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer”; dando así luz verde a que quizá pronto tengamos mujeres sacerdotes, obispos y aún cardenales.

         Esperemos que la vida y salud de Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, no sufra deterioro alguno y podamos tener una iglesia que sea el consuelo de los desamparados, y azote de quienes han hecho fortuna en nombre del Señor.

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JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO

Jesús Alvarez del Toro, licenciado en Historia. Director del Museo de Zamora, Cronista de la ciudad de Zamora.

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