El pasado domingo, cientos de miles de mexicanos salieron a las calles en muchas ciudades del país en defensa de nuestra democracia. Por lo que respecta a la ciudad de México, la marcha del domingo fue la más numerosa de que se tenga memoria, el Zócalo resultó insuficiente para dar cabida a todos los ciudadanos que libremente se sumaron a la protesta. Miles de mexicanos, de manera ordenada y respetuosa, sin ofender a nadie, dijeron ‘no permitiremos una regresión autoritaria’ y dijeron “ya basta” al intento del gobierno de aprobar un gran número de reformas constitucionales que atentan contra nuestra democracia y pretenden acabar con instituciones que los mexicanos hemos ido construyendo en los últimos años y que han sido clave en el desarrollo democrático de México.
De lo sucedido el domingo, hay dos cosas que me llaman mucho la atención: en primer lugar, vimos cómo la gente salió a la calle en defensa de sus instituciones. Habla del reconocimiento que a lo largo de los años se han ido ganando con su actuación los organismos constitucionales autónomos. El Instituto Nacional Electoral (INE), la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el Instituto Nacional de Transparencia Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el Banco de México, el Poder Judicial de la Federación, han sido fundamentales para lograr lo que hoy somos como país. Independientemente de que como cualquier institución son perfectibles, han mostrado a lo largo de los años su fortaleza e independencia y han dado sobradas muestras de su imparcialidad y su capacidad en la toma de decisiones aún en condiciones a veces muy difíciles. Más allá de las pulsiones políticas del momento, son un baluarte de nuestra democracia. El proceso electoral del 2024 se está dando en un marco de polarización como no se había visto antes en nuestro país y requerimos, además de una autoridad electoral independiente y fuerte, de que todos los demás organismos autónomos actúen como contrapeso de las decisiones autoritarias que llegan desde el Ejecutivo.
En segundo lugar y lo que más me llama la atención, es que vimos a una sociedad viva, que no está dispuesta a dejarse. Una sociedad que ha despertado y que no está dispuesta a perder lo que tanto tiempo costó construir. No hay ninguna duda: el mérito de las marchas del domingo es de la sociedad civil, ningún partido político lo hubiera podido lograr. Todos pudimos constatar la fuerza que puede llegar a tener la sociedad civil organizada en defensa de sus derechos.
¿Qué resultados podemos esperar de la marcha del pasado domingo? Primero, que se dé marcha atrás a las reformas con la que se pretende acabar con los organismos autónomos. Creo que, por lo que toca al presidente, no servirá de nada, nada lo hará cambiar. Sin embargo, sí puede servir para que algunos legisladores que han coqueteado con la idea de apoyar las reformas y que podrían dar los votos que le hacen falta al gobierno para aprobarla, lo piensen dos veces. Hay una sociedad viva, pendiente de lo que será la actuación de cada legislador. Una sociedad que no quiere y no va a permitir el regreso del partido hegemónico.
@jglezmorfin
Abogado