Avanzando en la década de 1980 y posterior al problema derivado del cultivo de la fresa, la sociedad zamorana ejercerá una asonada política en defensa de su libertad para exigir a quienes ellos deseaban que los gobernara. Desde el nacimiento del Partido Revolucionario Institucional, la presidencia municipal siempre había sido ocupada por un priista, considerando los miembros de este partido que jamás serían derrotados en las urnas. Por tradición consideraban ellos –los miembros del PRI- un derecho ocupar la silla presidencial municipal.
Sin embargo, desde poco tiempo atrás y como proyecto del gobierno estatal se había organizado en casi todo Michoacán el ‘Tianguis para abaratar los productos de primera necesidad’ y en Zamora tal organismo era presidido por Ignacio Peña García.
Peña, de familia dedicada al comercio tejió, acuerdos con productores de bienes agrícolas y de grandes comercializadoras abaratando costos al consumidor final, hecho que le hizo tener presencia entre la ciudadanía.
A finales de 1983, abriéndose el proceso electoral, el Partido Revolucionario Institucional lanzó como candidato a la presidencia municipal a Francisco Galván, empresario transportista y el Partido Acción Nacional nombró a Ignacio Peña García como su abanderado. Desde el inicio de la campaña electoral, el PRI realizó una campaña de hostigamiento al candidato azul y a los miembros de su planilla, lo que fue interpretado por los ciudadanos del municipio como una clara provocación.
El 4 de diciembre de 1983, día en que se efectuó la elección, la ciudadanía empadronada decidió quién sería su representante; el PAN, por su parte había logrado tener representantes de casilla en casi la totalidad de las mismas, por lo que en el cómputo por ellos levantado, sabían que habían triunfado. Por su parte el PRI se proclamó triunfador de inmediato, saliendo –incluso- a celebrar por las principales calles de la ciudad un triunfo que los zamoranos le habían negado.
Desde este día y hasta los primeros del mes de enero de 1984, la ciudadanía demostró su apoyo en defensa del triunfo del candidato panista, triunfo que la maquinaria electoral oficial le había negado al candidato del PAN y se le había otorgado al candidato priista; el 28 de diciembre se dio a conocer la anulación de la elección. Ello fue la chispa que generó la inconformidad ya no de los miembros del PAN, sino de la ciudadanía toda. Marchas cotidianas en silencio y en pleno orden recorrían las principales calles de la ciudad en apoyo y en exigencia de que se reconociera el triunfo de la planilla que encabezó Ignacio Peña García.
Ante el reclamo, el gobernador del estado Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a través del Congreso Local, influyó para que se nulificara el proceso electoral, al mismo tiempo que a través de un decreto nombró un ayuntamiento provisional encabezado por la planilla que había contendido por el Partido Acción Nacional. Este acontecimiento marcó en definitiva el proceso de alternancia política no sólo en el municipio, sino que fue ejemplo para muchísimos municipios del país; redescubrió la identidad del zamorano, y de la misma manera generó el orgullo de la diversidad política.
A los presidentes de partido, Felipe Herrera García Por el PAN y José Luis Murillo por el PRI, mucho les costó atemperar los ánimos de los simpatizantes de ambos bandos. Todo lo anterior finalizaría el día último del año de 1983, día en que el gobernador Cárdenas Solórzano emitió el decreto por el cual se designaba un nuevo ayuntamiento ‘provisional’, temporalidad que en los hechos se esfumó y el ayuntamiento duró los tres años estipulados en la ley.
Si bien es cierto que el conflicto electoral se había dirimido, en el PRI se presentaron signos de que el conflicto podría volver ya que, a quienes les tocaba representar a su partido en el cabildo no aceptaron la toma de protesta por temor a ser considerados ‘traidores’.
Este hecho es parte de nuestra historia contemporánea y lección de que cuando el pueblo se une, la división es difícil de producir encono.