Las palabras como organismos vivos

Los extranjerismos en la gastronomía abarcan una amplia gama de términos; nombres de platos e ingredientes, además de técnicas de preparación y utensilios de cocina.

Sonya Santos

Los idiomas son organismos vivos, repletos de palabras, que están en constante cambio y evolución. Como reflejo de la dinámica de las sociedades, el lenguaje se adapta a nuevas realidades, adoptando y modificando palabras para expresar conceptos emergentes. En este proceso de transformación, el español ha sido influenciado por una variedad de factores socioculturales a lo largo de su historia.

Desde sus inicios, el español ha mantenido una relación constante con otras lenguas y culturas. La romanización de la Península Ibérica introdujo el latín como base lingüística, pero al paso de los siglos, ha incorporado términos de diversas fuentes, incluyendo el árabe, el francés, el italiano y las lenguas indígenas de América.

Durante la Edad Media, el contacto con la cultura árabe en la península ibérica dejó una marca significativa en el conjunto de palabras, enriqueciéndolo con términos relacionados con la agricultura, la gastronomía y las ciencias. Después, el Renacimiento italiano y el auge cultural francés también contribuyeron a la expansión de nuestro vocabulario.

Los préstamos lingüísticos, ya sean adaptados o no, son una parte integral de este proceso de evolución, permitiendo que el idioma se enriquezca constantemente con nuevas palabras y expresiones. Desde términos gastronómicos como “croissant” o “quiche” hasta conceptos tecnológicos como “smartphone” o “email”, el español continúa adecuándose a las necesidades cambiantes de la sociedad.

Un “extranjerismo” se refiere a una palabra que se adopta en otro idioma tal como es, sin realizar adaptaciones a la lengua receptora. Por otro lado, un “préstamo” es un extranjerismo que se ha integrado y adaptado al sistema lingüístico de la lengua que lo acoge. La Real Academia Española juega un papel importante en este proceso, estableciendo normas y recomendaciones para la incorporación de nuevos términos al diccionario.

Los extranjerismos en la gastronomía abarcan una amplia gama de términos; nombres de platos e ingredientes, además de técnicas de preparación y utensilios de cocina. Es importante destacar que la influencia de los préstamos lingüísticos varía según la región y el país. Las diferencias dialectales y las peculiaridades culturales pueden influir en la adopción y adaptación de términos extranjeros. Por ejemplo, mientras que en España se utiliza el término “bizcocho” para referirse a un pastel, derivado del inglés “biscuit”, en América Latina es más común el uso de “queque”, que proviene del inglés “cake”.

Los extranjerismos crudos son aquellos que se introducen en el español sin alteraciones significativas en su forma original. Ejemplos de estos términos en el ámbito culinario incluyen “brunch”, “smoothie”, “sushi”, “pizza” y “consommé”. Estas mantienen su grafía y pronunciación originales.

Un caso relevante es el “sándwich”, un extranjerismo del inglés “sandwich”.  Pero en diversas regiones del habla hispana se usan otras denominaciones: “sánguche” (Chile, Costa Rica), “sánduche” (Colombia, Venezuela, Ecuador), y “bocadillo” o “bocata” (Cuba, Argentina, España). En algunos lugares lo mencionan como “emparedado”.

La influencia árabe se refleja principalmente en la agricultura, la gastronomía, la arquitectura y aspectos político-militares, introduciendo palabras como “naranja”, “limón”, “alcachofa”, “azar”, “almacén”, entre otros.

Durante la Edad Moderna, que generalmente se considera que abarca desde finales del siglo XV hasta la Revolución Francesa, la gastronomía francesa se destacó como una de las más sofisticadas y prestigiosas. Esto capturó el interés de la nobleza y la alta sociedad española, quienes adoptaron muchos términos y prácticas culinarias del francés, reflejando así la influencia en la gastronomía de la época con palabras como “entrecot”, “fresa”, “galleta”, “mousse”.

Después del descubrimiento de América en 1492, los conquistadores ibéricos incorporaron términos de las lenguas indígenas para nombrar nuevas realidades. Estos indigenismos abarcan diversos campos, especialmente en la gastronomía, como “cacahuate”, “tomate” (náhuatl), “ananá” (guaraní) y “ají” (taíno), muchos de los cuales son utilizados en varias partes del mundo.

El riguroso proceso de adaptación de nuevas palabras por parte de la Real Academia Española comienza con la recepción de propuestas de diversas fuentes, seguido de un análisis exhaustivo por expertos lingüistas, para después realizar una investigación detallada sobre el origen y uso de la palabra propuesta. Luego, los académicos debaten su idoneidad y relevancia, tomando decisiones mediante votación. Si la palabra es aprobada, se incluye en el diccionario oficial de la RAE, asegurando su integración coherente en el idioma español después de haberse embarcado en un largo viaje. (El Financiero)

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