El cardenal Ambongo ha celebrado en Roma una conferencia sobre “Misión y diálogo interreligioso en África” organizada en la Pontificia Universidad Antonianum.
(ZENIT Noticias – FIDES / Kinshasa).- El cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa, además de dirigir la diócesis de la capital de la República Democrática del Congo (RDC), ocupa cargos importantes para la Iglesia universal, para África y para su país: dirige el Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) y es miembro (con cargo renovado hace un año por el Pontífice) del Consejo de Cardenales (C9). También ha desempeñado en repetidas ocasiones papeles destacados en asuntos políticos en África y en la República Democrática del Congo (RDC), donde la Iglesia católica en las elecciones políticas aporta miles de observadores y trabaja para facilitar y promover el diálogo entre las fuerzas políticas y sociales del país.
El propio cardenal copresidió el diálogo nacional que llevó a la RDC a nuevas elecciones a finales de 2018, gracias a la firma de los Acuerdos de San Silvestre.
Recientemente, el cardenal Ambongo ha celebrado en Roma una conferencia sobre “Misión y diálogo interreligioso en África” organizada en la Pontificia Universidad Antonianum.
Orígenes y efectos económicos de los neocolonialismos
En sus discursos, el cardenal arzobispo de Kinshasa suele referirse en tono crítico al modus operandi de los sectores y aparatos occidentales influyentes con respecto a la República Democrática del Congo y otras naciones africanas. Y un ejemplo flagrante de operaciones realizadas en continuidad con una mentalidad todavía colonialista es el reciente acuerdo firmado por la Unión Europea (UE) con Ruanda para la explotación de recursos naturales.
“Como es bien sabido -explica el cardenal Ambongo a la Agencia Fides -, hace unas semanas se firmó un acuerdo entre la UE y Ruanda para la explotación de recursos minerales y de otro tipo que, en realidad, no están en Ruanda sino en el Congo. Esto es intolerable y crea mucha confusión en una región, la de los Grandes Lagos, que ya vive grandes tensiones. En toda la zona, de hecho, hay una guerra, aunque no declarada, una guerra fría entre Burundi, Ruanda, Uganda y el Congo. Una guerra en la que el único campo de batalla es el Congo, y la primera víctima de esta situación es nuestro pueblo. Al final, se pueden alegar varias razones, pero todo se reduce a una: “la explotación de los recursos naturales”.
El Congo es uno de los países más ricos en recursos del planeta. Se trata de bienes que han resultado absolutamente esenciales para el mundo en todas las etapas de la historia: el caucho a principios del siglo pasado, luego el oro, los diamantes, el petróleo y ahora el coltán y el cobalto. Bienes preciosos, concentrados en uno de los países más pobres del mundo.
“Sufrimos una grave pobreza -señala el cardenal Ambongo-, y ello a pesar de que el Congo es un país con un enorme potencial”.
Según el Cardenal, el país está pagando por una serie de factores muy negativos, empezando por la “falta de voluntad de los hombres en el poder para explotar estas riquezas por el bien de todos, no sólo en beneficio de pequeños círculos”. El cardenal también pone en tela de juicio “el ansia de expansión y la codicia sin escrúpulos de quienes las dirigen, es decir, Europa, Norteamérica, India, China. El Congo es el plato donde todo el mundo viene a comer, menos nuestra gente”. Además de la pobreza, el arzobispo de Kinshasa hace referencia a las condiciones de inseguridad que caracterizan sobre todo a las zonas orientales del país, donde “una parte muy importante del Congo (las regiones de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri) ya no está controlada por Kinshasa, sino que se encuentra sustancialmente bajo el poder de Ruanda, Burundi, Uganda (una zona cada vez más extensa de Kivu está ahora bajo el control del grupo pro ruandés M23). Todo esto es también inaceptable porque está ocurriendo con el beneplácito de la comunidad internacional”.
“Fuera las manos de África”
Ha pasado poco más de un año desde la visita del Papa Francisco al Congo y Sudán del Sur. “¡Fuera las manos de África!” Dijo el Papa en su famoso discurso en Kinshasa. Palabras que ayudaron a desencadenar un nuevo pensamiento tanto dentro de la Iglesia como en el mundo de la política internacional. “Después del paso del Papa por el Congo y después de ese discurso suyo”, señala el cardenal Ambongo, “nadie puede decir ‘yo no lo sabía’ ni fingir lo contrario. El Papa partió del Congo, símbolo de la explotación, para ampliar el discurso a todo un continente y ha despertado conciencias. Sólo ha pasado un año y los cambios prácticos invocados por el Papa a nivel de la explotación aún no son visibles. Aunque a nivel de las conciencias, en mi opinión, han cambiado muchas cosas”.
“Más preguntas que respuestas” sobre el trágico asunto del embajador Attanasio
El 22 de febrero, con ocasión del tercer aniversario del asesinato del embajador italiano Luca Attanasio, de su escolta carabiniere Vittorio Iacovacci y de su chófer Mustapha Milambo, el cardenal Ambongo celebró una misa en sufragio en la catedral de Kinshasa.
El arzobispo Ambongo conocía bien a Attanasio y mantenía una muy buena relación con él. Su muerte, y la historia de los juicios que han dejado más dudas que certezas, permanecen como una herida abierta. “La historia de Luca Attanasio es para mí un sufrimiento personal. Luca no sólo era el embajador italiano en Kinshasa, sino un amigo que venía a visitarme a menudo. Iba a todas partes, era muy simpático con la población e hizo mucho en términos de caridad para los pobres. Una persona así, que haya acabado de esa manera, sigue siendo un shock terrible para mí. Por desgracia, hasta ahora no sabemos lo que pasó, pero estoy seguro de que el Gobierno italiano sí lo sabe”. En abril de 2023, el juicio celebrado por el tribunal militar de Kinshasa contra los presuntos organizadores y autores de la emboscada terminó con la condena a muerte conmutada posteriormente, gracias a la intervención de la familia de Attanasio y del Estado italiano, por cadena perpetua. “Es una historia increíble, hay muchas más preguntas que respuestas”, comenta el cardenal Ambongo, “pero una cosa puedo decir con certeza: los cinco detenidos y condenados son sólo chivos expiatorios, todos sabemos que había que culpar a alguien para cerrar el caso rápidamente, pero ellos no tenían nada que ver”.
Las reacciones a “Fiducia supplicans”
La publicación del documento Fiducia Supplicans ha creado mucho debate en África, y no pocas reacciones. El Cardenal Ambongo, como Presidente de la SECAM, ha querido abrir una consulta en el seno de las Iglesias de África, ha escuchado a las Conferencias Episcopales y después se ha reunido directamente con el Papa.
“El problema”, señala el cardenal Ambongo, “ha sido que las reacciones a la Fiducia Supplicans han sido caóticas. Hubo obispos y sacerdotes que escribieron al Papa, otros que criticaron duramente. Yo, como Presidente de la SECAM, no podía dejar que las cosas siguieran así, que hubiera reacciones sin criterio. Por eso pedí a las Conferencias Episcopales, no a los individuos, que me hicieran llegar sus reacciones. Así que hicimos un resumen de todas estas reacciones y fui a ver al Papa. Hablamos largo y tendido. Para mí había dos cosas que asegurar: era necesario tranquilizar a los fieles africanos que se sentían realmente heridos por este documento, y también preservar la comunión con el Santo Padre. Así que de nuestra conversación ha salido una declaración que se ha hecho pública, con un texto titulado “Ninguna bendición para las parejas del mismo sexo en las Iglesias africanas”. Luego las cosas se calmaron. El Papa Francisco encontró una solución. Y estoy muy agradecido al Papa, que ha mostrado una gran apertura, sentido pastoral y ha escuchado la voz de la Iglesia en África”.