En este sexenio se destruyó por completo la administración pública. El gobierno mexicano no tiene la capacidad de gestionar políticas.
Con aprecio y solidaridad, a María Amparo Casar.
El sexenio ha sido un gran fracaso, y todos tenemos información al respecto. Pensé, sin embargo, que podría ser útil partir de las funciones de la administración pública para hacer un apretado resumen de la tragedia.
En Presidencia, se eliminó el Estado Mayor Presidencial, pero las funciones siguen existiendo, ahora en Sedena. Se trasladó la sede de Los Pinos al Palacio Nacional, con lo que perdimos un museo abierto al público, y cuando llegue una presidenta que quiera trabajar, será evidente que Palacio no sirve para eso. En Gobernación, desapareció la interlocución y negociación con otras fuerzas políticas o con actores relevantes de la sociedad. En Relaciones Exteriores, el deterioro de la posición de México en el mundo es impresionante, incluyendo la expulsión de tres embajadores. Hacienda, en este sexenio, tiene como resultado el saqueo de 25 años de ahorros, la pauperización de la administración y el déficit más grande en 40 años.
Defensa Nacional ha dejado de dedicarse a lo suyo para atender todo tipo de actividades. En términos estrictos, están violando la Constitución por ello, y eso aplica también a Marina. Las secretarías de Agricultura y Comunicaciones y Transportes abandonaron sus funciones. Economía se ha reducido casi a nada, pero aun así tenemos conflictos crecientes al interior del T-MEC. La Secretaría del Trabajo administra a duras penas un programa social (Jóvenes etcétera). Educación Pública se ha transformado en un ministerio de información y propaganda, y para ello se eliminó el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, y se intenta abandonar las mediciones internacionales, como PISA.
El caso más trágico es, sin duda, Salud, donde se destruyó el sistema completo. Más de 30 millones de mexicanos dejaron de tener cobertura, apenas un tercio de los niños menores de 18 meses tiene las vacunas completas, continúa el desabasto de medicinas y material, y por ello el gasto de bolsillo en salud es el rubro que más ha crecido en el gasto de los mexicanos. Ahora se traslada al IMSS una carga que no podrá manejar, además de estar utilizando al instituto para cerrar las cuentas públicas en este inicio de año.
De Sedatu la poca información que tenemos indica abundancia de ocurrencias y gasto opaco. Adicionalmente, junto con Semarnat, habrá responsabilidad por la destrucción tanto en Dos Bocas como en Tren Maya. En este mismo sentido hay que incluir a Turismo, que abandonó sus funciones para servir inicialmente de vehículo financiero al tren, y a Función Pública, que no sirvió para nada. Al respecto, la Fiscalía sólo sirvió para que Gertz persiguiera a quienes consideraba sus enemigos, y no hay más resultados, si acaso hay clara evidencia de discrecionalidad.
Siguiendo con el tema de justicia y seguridad, Seguridad Pública, que en los hechos es Guardia Nacional, se ha dedicado a cumplir la orden de ‘abrazos’, pero hay evidencia anecdótica de su participación en la propaganda del gobierno y en publicidad electoral. La creciente inseguridad y el control del territorio por parte del crimen organizado son una responsabilidad directa de esto.
En Energía, abandonamos la agenda de energías limpias, y el pésimo manejo de Pemex y CFE, con criterios políticos (o más claramente, ideológicos), nos tiene hoy con menos abasto disponible por habitante, después de haber gastado 2 billones de pesos en este sector. En el camino, se inutilizaron las comisiones: CRE, CNH.
Cierro con Desarrollo Social, hoy Bienestar, donde se destruyeron programas sociales con padrón de beneficiarios y reglas de operación, para dedicarse al reparto de efectivo con objetivo electoral, como ejemplifica el ejército de siervos de la nación. Si alguien no lo ve, es porque no quiere.
En este sexenio se destruyó por completo a la administración pública. El gobierno mexicano no tiene la capacidad de gestionar políticas. Las candidatas deben tenerlo en mente. (El Financiero)