Empezó en 2010 en un rincón de su cocina, atendiendo entre 30 y 60 pedidos al mes. Ahora son 12 personas trabajando en una oficina en Kimmswick, la histórica ciudad de Missouri. Atienden una media de 900 pedidos al mes, incluidos los pedidos al por mayor
(ZENIT Noticias – Porta Luz / Madrid).- Puede que para ir a misa no pienses en llevar un velo (también conocidos como mantillas) o imaginar que es un artículo en auge, pero desde que Lily Wilson empezó a venderlos, su empresa, Veils by Lily, ha crecido un asombroso 2.000%. «Empecé en 2010 en un rincón de mi cocina, atendiendo entre 30 y 60 pedidos al mes. Ahora somos 12 personas trabajando en una oficina en Kimmswick, la histórica ciudad de Missouri. Atendemos una media de 900 pedidos al mes, incluidos los pedidos al por mayor», afirma Wilson al Register.
Wilson conoció los velos de capilla gracias a una amiga que la invitó a rezar en el Oratorio de San Francisco de Sales en San Luis. Estando allí, se fijó en una mujer que llevaba un velo de capilla confeccionado con un encaje que le pareció muy bello. Salió del lugar con una idea fija. Fue así como buscó hasta encontrar un encaje similar en una tienda de telas y aprendió a utilizar la máquina de coser. Su madre, que estaba de visita en ese momento, le sugirió que creara un sitio web y empezara a venderlos.
«Así que eso es lo que hice. Los pedidos empezaron a llegar y pronto estaba tan ocupada que tuve que dejar mi trabajo a tiempo parcial para dedicarme a esto», recuerda Lily. Aunque antaño era muy común e incluso se le mencionaba en el Código de Derecho Canónico de 1917, el velo no es hoy una práctica obligatoria para las mujeres.
Cualquier mujer, si lo desea, puede llevar velo durante Misa, así como durante la Adoración Eucarística. «Es bueno que ya no sea obligatorio, en mi opinión, porque ahora podemos hacerlo en libertad y con pureza de intención», comenta Lily Wilson y afirma que «muchas mujeres» le han confidenciado «que su relación con Dios y su experiencia de la Misa se han profundizado desde que empezaron a llevar velo».
Algo similar testimonia al Register Jane Mary-Gianna Yeak, fundadora de la empresa Filia Dei Veils y también los del estudio de costura Evintage Veils «ubicado en lo profundo de las tranquilas montañas de Pensilvania». Asimismo, en el Reino Unido, Di Clara, propiedad de una madre católica, no solo producen velos, sino también vestimentas y otros artículos devocionales. Fundada por Clare Short para apoyar a sus tres hijos pequeños y a su esposo que se recuperaban de una enfermedad de largo aliento, su oficio culminó con la presentación de una casulla al Papa Benedicto XVI.
También en Australia, Magnificat Veils atiende a Australia y Nueva Zelanda: el objetivo -dicen sus dueños- es «hacer que los velos sean más accesibles para las mujeres de Australia y Nueva Zelanda». Dirigida por Niña y Rafael Nepomuceno, un joven dúo de marido y mujer de Melbourne, Niña dice que «cuando era una mujer joven que crecía» vio «la belleza de usar una mantilla o velo en la misa» y siempre se preguntó por qué tan pocas mujeres conocían esta tradición católica.
«El velo… para adorar a Nuestro Señor» Para Lily Wilson «el velo es una invitación a adorar a Nuestro Señor, un reconocimiento de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, un signo de humildad ante Aquel que está presente durante la Misa y a quien adoramos en el sagrario». Lily destaca que «en la Iglesia, mirando su historia, el velo siempre ha cubierto lo sagrado, y en este caso, paradójicamente, es también una celebración de la gran dignidad de la mujer».
Si bien se podrían descubrir muchas capas de significado para el uso del velo, Wilson dice que la principal tiene que ver con las imágenes nupciales que San Pablo usa para describir la relación de Dios con el alma y Cristo con la Iglesia. «El velo se convierte en un acto de reverencia y humildad ante Dios, donde decimos: «Tú eres mi Dios y me rindo a tu amorosa voluntad de por vida»».
Una «Influencer del velo» en las generaciones jóvenes Si bien las cifras de venta indican que el uso del velo se ha vuelto mucho más común de lo que era hace 15 años, aún no es algo masivo. Pero una gran promotora de los velos femeninos para rezar está cambiando eso entre las jóvenes.
Se trata de la ex modelo Leah Darrow. Tras su regreso a la Iglesia católica en 2017, ha escrito varios libros, entre ellos ‘The Other Side of Beauty. Embracing God`s Vision for Love and True Worth’, en el que también destaca el papel del velo a la hora de añadir belleza a las oraciones de una mujer.
Anna Tabeling, estudiante de tercer año en el Wyoming Catholic College y clienta de Veils by Lily, dice que comenzó a usar el velo hace tres años.
Ella le dijo al Register que le gusta el énfasis que pone el velo incluso en la relación del alma con Cristo como novia. Para ella, el velo ayudó a reajustar su mentalidad y postura ante el Señor, el signo exterior ayudó a la disposición interior: «El velo, mientras cubre, también adorna». El conocido sacerdote Mike Schmitz alienta a que las mujeres se sientan libres de usar el velo considerándolo un sacramental…