La calle Morelos tuvo, entre otros nombres: Nacional, Federación, Palma y Alameda y más tarde, el tramo comprendido entre colón y Juárez se denominó La Estación.
Independientemente de haberse considerado la plazoleta del Teco asiento indígena hasta el siglo XVIII, y de ser un bello jardín desde 1880, año en el que don Martín Mercado, jefe del resguardo de la administración de rentas, promovió entre los vecinos la formación de un jardín; los cambios más notorios se han realizado desde principios del Siglo pasado.
Así, en 1916, siendo Presidente Municipal Victorino Flores, nativo de La Piedad, Mich. y a quien apodaban “el grillo”, prolongó las calles de Morelos y la de Progreso (hoy Michoacán).
Posteriormente, 16 años después, en 1932 el Presidente Municipal Gustavo Izazaga realizó el monumento a Don José María Morelos y Pavón y un año después, en 1933, José Martínez Vargas, presidente municipal realizó el puente por la calle Morelos, adelante del Teco; es decir, cubrió el canal del Calvario, para continuar sin obstáculos hacia la estación del ferrocarril.
Las calles de las ciudades y pueblos, tienen historia, la hacen sus habitantes en el espacio y en el tiempo, porque ellos son los que les dan vida, de tal manera que van teniendo las características propias de quienes en esos lugares se encuentran.
Hoy recordamos a la calle Morelos, desde el histórico Jardín del Teco, hasta la plaza principal, aunque en el siglo pasado, hasta los años setentas, llegaba hasta el hotel Fénix.
Esta calle tiene el hermoso templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, de estilo neogótico y la Escuela Secundaria para Trabajadores, construida en el lugar en donde estuvo el Seminario Diocesano de Zamora.
Recordando la calle Morelos del pasado siglo: Durante los años cuarentas y cincuentas, la calle Morelos de nuestra ciudad, no estaba tan comercializada como ahora. Sólo existían unas cuantas casas comerciales: La zapatería Garibay, de los señores Garibay Hernández, quienes eran fabricante de calzado de gran fama y prestigio. “El Mundo Elegante” era la tienda des sastre don Adolfo Méndez Farías, muy conocido y con clientela seleccionada para hacerles su trajes.
La Tapatia era un expendio de pan que estaba en la casa de don Jorge Jiménez, en la esquina de Colón y Morelos. “La Ciudad de Colima” era una buena frutería de la familia Ibarra Palomino, que se ubicaba también en esa misma esquina.
La botica del Refugio, de don Salvador García, en la esquina de Morelos y Ocampo, con muchísimos años de servicio, siendo la más antigua de Zamora; y en contraesquina la papelería y librería “Cultura” de los señores Verduzco. La Nevería de don David Méndez con sus famosas “chabelas”. La Terminal de camiones y enfrente el Hotel Mendoza, de don Adolfo Mendoza.
Los chongos y ates de don Rafael Vaca Herrera y la piralgina del doctor Vaca. Al llegar a la esquina con la calle Amado Nervo, estaba ña tienda departamental de la “Casa Cornejo”, de don Javier Cornejo.
Eran los tiempos –los cuarentas- de la segunda guerra mundial, con el escuadrón 201 combatiendo en el Océano Pacífico. Zamora era una ciudad pequeña, con una agricultura floreciente y comercio en bonanza, todavía levítica y apegada a sus tradiciones.