La lección magistral del Papa sobre la risa y el oficio del comediante

Palabras del Papa a los artistas del mundo de la comedia reunidos en el Vaticano

 (ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano).- Por la mañana del viernes 14 de junio, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa Francisco recibió en audiencia a 107 personajes del ámbito del humorismo y de la comedia de Argentina, Brasil, Colombia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, México, Polonia, Portugal, Reino Unido, España, Estados Unidos, Suiza y Timor Oriental. Ofrecemos a continuación la traducción que ZENIT ha hecho al español del discurso del Papa originalmente pronunciado en italiano.

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Queridos amigos

Me complace daros la bienvenida a todos y dar las gracias a quienes, en el Dicasterio de Cultura y Educación, han preparado este encuentro. El Prefecto me ha dicho que en Italia se dice que «la sonrisa hace buena sangre». ¿Lo dicen?

Os miro con estima a vosotros, artistas, que os expresáis en el lenguaje de la comedia, del humor, de la ironía. ¡Cuánta sabiduría hay ahí! De todos los profesionales que trabajáis en la televisión, el cine, el teatro, la prensa, con canciones, en las redes sociales, sois de los más queridos, buscados, aplaudidos. Ciertamente porque sois buenos; pero también hay otra razón: tenéis y cultiváis el don de hacer reír.

En medio de tantas noticias sombrías, inmersos como estamos en tantas urgencias sociales e incluso personales, tienen el poder de contagiar serenidad y una sonrisa. Son de los pocos que tienen la capacidad de hablar a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales.

A su manera, unen a la gente, porque la risa es contagiosa. Es más fácil reír juntos que solos: la alegría permite compartir y es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo. La risa también ayuda a romper las barreras sociales, a crear vínculos entre las personas. Nos permite expresar emociones y pensamientos, ayudando a construir una cultura compartida y a crear espacios de libertad. Nos recuerdan que el homo sapiens es también homo ludens; que la diversión lúdica y la risa son fundamentales para la vida humana, para expresarnos, para aprender, para dar sentido a las situaciones.

Su talento es un don, un don precioso. Junto con la sonrisa, difunde la paz, en los corazones, entre las personas, ayudándonos a superar las dificultades y a hacer frente al estrés cotidiano. Nos ayuda a encontrar alivio en la ironía y a tomarnos la vida con humor. Me gusta rezar cada día -desde hace más de cuarenta años– con las palabras de Santo Tomás Moro: «Dame, Señor, sentido del humor». ¿Conocen esa oración? Debéis conocerla. Encargo a los Superiores [del Dicasterio] que la den a conocer a todos los artistas, está en mi Exhortación Gaudete et exsultate, en la nota 101, está la oración. «Dame, Señor, sentido del humor». Es una gracia que pido todos los días, porque me hace tomarme las cosas con el espíritu adecuado.

Pero también logran otro milagro: consigues hacer sonreír incluso cuando tratas los problemas, los pequeños y grandes hechos de la historia. Denunciáis los excesos del poder; dais voz a situaciones olvidadas; ponéis de relieve abusos; señaláis comportamientos inadecuados… Pero sin sembrar alarma ni terror, ansiedad o miedo, como hace mucha comunicación; despertáis el sentido crítico haciendo reír y sonreír. Lo hacéis contando historias de vida, narrando la realidad, según su punto de vista original; y así hablan a la gente de problemas grandes y pequeños.

Según la Biblia, en el origen del mundo, mientras todo se creaba, la Sabiduría divina practicaba su arte en beneficio nada menos que del propio Dios, primer espectador de la historia. Dice así: «Yo estaba con él como su hacedora y era su delicia todos los días: jugaba delante de él en todo tiempo, jugaba sobre el globo, poniendo mis delicias entre los hijos del hombre» (Proverbios 8:30-31). Recuerda esto: cuando consigues arrancar sonrisas inteligentes aunque sólo sea a un espectador -¡lo que ahora diré no es una herejía! – hacéis sonreír también a Dios.

Vosotros, queridos artistas, sabéis pensar y hablar con humor en diferentes formas y estilos; y, en cualquier caso, el lenguaje del humor es adecuado para comprender y «sentir» la naturaleza humana. El humor no ofende, no humilla, no clava a las personas en sus defectos. Mientras que hoy en día la comunicación genera a menudo oposiciones, ustedes saben reunir realidades diferentes y a veces incluso opuestas. ¡Cuánto tenemos que aprender de ustedes! La risa del humor nunca va «contra» nadie, sino que siempre es inclusiva, proactiva, suscita apertura, simpatía, empatía. Reza al Señor y pídele sentido del humor. Obtendrás esa hermosa oración de Santo Tomás Moro.

Me acuerdo de aquella historia del libro del Génesis en la que Dios promete a Abraham que tendría un hijo en el plazo de un año. Él y su esposa Sara eran ya ancianos y no tenían descendencia. Sara escuchaba y se reía por dentro. Porque, como las mujeres, era curiosa y escuchaba detrás de la cortina lo que hacía su marido, de lo que hablaba su marido, tal vez para reprenderle… Escuchó que tendría un hijo en un año, y se rió por dentro. Y lo mismo hizo Abraham, con cierta amargura. «¡A mi edad, no bromees!». Pero en realidad Sara concibió y dio a luz a su hijo en su vejez, en el tiempo que Dios había señalado. Entonces ella dijo: «Dios me ha dado motivo para reír alegremente» (Gn 21,6). Por eso llamaron a su hijo Isaac, que significa «se ríe».

¿Se puede reír también de Dios? Por supuesto, y esto no es blasfemia, uno puede reírse, igual que uno juega y bromea con las personas a las que quiere. ¡La tradición sapiencial y literaria judía es maestra en esto! Se puede hacer, pero sin ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, especialmente de los pobres.

Queridos amigos, que Dios os bendiga a vosotros y a vuestro arte. Seguid animando a la gente, especialmente a los que tienen más dificultades para mirar la vida con esperanza. Ayudadnos, con una sonrisa, a ver la realidad con sus contradicciones, y a soñar con un mundo mejor. Te bendigo de corazón; y te pido por favor que reces por mí: ¡por, con una sonrisa, no contra!

Ahora, antes de dar la bendición, me gustaría que todos escucháramos esa hermosa oración de Santo Tomás Moro.

[Se aproxima Luciana Littizzetto y antes de leer dice: “Gracias, mientras tanto, en nombre mío y de todos mis colegas. Siempre nos encontramos sólo en los funerales, esta vez es un momento de alegría. Gracias].

Oración (leída por Luciana Littizzetto):

Dame Señor, una buena digestión
y también algo para digerir.
Dame la salud del cuerpo
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame Señor, un alma santa
que sepa atesorar lo que es bueno y puro,
y no tenga miedo del pecado,
sino que encuentre el modo de enderezar las cosas.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento,
refunfuños, suspiros y gemidos,
y que no me aflija demasiado
por esa cosa engorrosa llamada «yo».
Dame, Señor, sentido del humor,
dame la gracia de entender los chistes,
para que pueda tener un poco de alegría en la vida
y sea capaz de comunicarlo a los demás.
Que así sea.
***

Retoma la palabra el Papa Francisco y dice:

Había olvidado que les había dado una bendición, así que les deseo, como despedida, una bendición humana. Les deseo lo mejor y que Dios acompañe a los cómicos en esta vocación tan hermosa de hacer reír. Es más fácil ser un trágico que un comediante. Gracias por hacer reír y gracias también por reír de corazón. Que el Señor os bendiga a todos. Gracias. 

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.


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