La próxima Jornada Mundial de los Pobres se celebrará el 17 de noviembre de 2024, y el Santo Padre presidirá, como de costumbre, la celebración eucarística en la basílica de San Pedro del Vaticano. A continuación tendrá lugar el tradicional almuerzo con algunos pobres en el Aula Pablo VI.
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco ha elegido un lema particularmente significativo para la VIII Jornada Mundial de los Pobres de este 2024 dedicado a la oración, al acercarse el Jubileo Ordinario de 2025: «La oración de los pobres sube hasta Dios» (cf. Eclo 21,5). Esta expresión, que procede del antiguo autor sagrado Ben Sira (Antiguo Testamento), resulta inmediata y fácilmente comprensible.
El Papa reitera que los pobres ocupan un lugar privilegiado en el corazón de Dios, que está atento y cercano a cada uno de ellos. Dios escucha la oración de los pobres y, ante el sufrimiento, se «impacienta» hasta hacerles justicia. De hecho, atestigua de nuevo el libro del Eclesiástico, «el juicio de Dios será a favor de los pobres» (cf. 21,5).
La próxima Jornada Mundial de los Pobres se celebrará el 17 de noviembre de 2024, y el Santo Padre presidirá, como de costumbre, la celebración eucarística en la basílica de San Pedro del Vaticano. A continuación tendrá lugar el tradicional almuerzo con algunos pobres en el Aula Pablo VI, organizado, como el año pasado, por el Dicasterio para la Caridad, mientras que el Dicasterio para la Evangelización atenderá las necesidades de los más necesitados con diversas iniciativas caritativas.
En la semana previa a la Jornada, todas las comunidades parroquiales y diocesanas serán llamadas a centrar sus actividades pastorales en las necesidades de los pobres de sus barrios a través de signos concretos.
En su Mensaje, el Papa Francisco invita a todos a aprender a rezar por los pobres y a rezar junto a ellos, con humildad y confianza. La Jornada Mundial de los Pobres es una oportunidad para tomar conciencia de la presencia de los pobres en nuestras ciudades y comunidades, y para comprender sus necesidades. Como siempre, el Papa menciona también a los «nuevos pobres», que surgen de la violencia de las guerras, de la «mala política hecha con las armas» (n. 4), que causa tantas víctimas inocentes.
El Papa reitera que la oración debe encontrar la verificación de su autenticidad en la caridad concreta. En efecto, oración y obras se remiten mutuamente: «si la oración no se traduce en acciones concretas es vana; (…) sin embargo, la caridad sin oración corre el riesgo de convertirse en filantropía que se agota pronto» (n. 7). Este es el legado que nos han dejado tantos santos a lo largo de la historia, como Santa Teresa de Calcuta, que siempre repetía cómo la oración era el lugar del que sacaba fe y fuerza para servir a los pobres. En el Mensaje encontramos también el ejemplo de san Benito José Labre, «vagabundo de Dios», pobre entre los pobres, cuya urna se encuentra en Roma, en la iglesia de Santa Maria ai Monti, y es visitada por muchos peregrinos.
No olvidemos, sin embargo, a las numerosas personas que en nuestras ciudades siguen dedicando gran parte de su tiempo a escuchar y apoyar a los más pobres. Son rostros concretos que, con su ejemplo, «dan voz a la respuesta de Dios a la oración de los que se dirigen a Él» (n. 7). La Jornada Mundial de los Pobres es también una ocasión para recordar a cada uno de ellos y dar gracias al Señor.
El Mensaje del Papa Francisco para esta VIII Jornada Mundial de los Pobres, por tanto, invita a todos a una atención espiritual más seria hacia los pobres, que tienen necesidad de Dios y de alguien que sea signo concreto de su escucha y cercanía.