El político que venció a Morena en Guerrero

El alcalde electo de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, es un comerciante y político que ha crecido de la mano del exgobernador perredista Ángel Aguirre Rivero. Arropado por la alianza PRI-PAN-PRD logró arrebatarle uno de los bastiones al partido que fue (casi) invencible en los pasados comicios. Afirma que no cederá ante el crimen organizado ni negociará con criminales.

Alejandro Arcos Catalán, alcalde electo de Chilpancingo, bien pudo ser catalogado como el chico maravilla de la política en la capital de Guerrero… hasta que perdió hace tres años contra la actual alcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez. Ella como candidata de Morena, él como candidato del PRD. La diferencia de votos fue mayor a 13%. Un nocaut. Era su muerte política. Y hasta hace unos meses así se le consideraba.

—Sorprendió su postulación en la coalición PRI-PAN-PRD para esta campaña. Sobre todo porque el aspirante del PRI, Bonifacio Montúfar Mendoza, ya estaba en precampaña. ¿Cómo se definió su candidatura?

Hasta los 30, Alejandro tenía una sonrisa infantil. Su propaganda como candidato a la presidencia municipal en este proceso electoral tiene la misma fotografía de cuando fue candidato a diputado local en 2013 —ganó y lo fue hasta 2015— y cuando compitió por primera vez por la alcaldía en 2021. Sólo que ahora, a sus 43, ya ni sus ojos sonríen, a decir de los videos de las actividades de campaña colgados en sus redes sociales.

—En política —dice y muestra que tiene esos dichos de los políticos de la vieja guardia; los dirá varias veces en la entrevista— no hay sorpresas; hay sorprendidos. Alberto Catalán Bastida (dirigente estatal del PRD) declinó en su aspiración y me dejó como precandidato único. Luego nos medimos en una encuesta con el precandidato del PRI, Bonifacio Montúfar (exsecretario de seguridad pública en Chilpancingo en 2007- 2008 y en 2012) y salí ganador. Ese había sido el acuerdo entre los partidos coligados signado ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana.

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Alejandro es de los chilpancingueños que se dicen orgullosos de serlo y aún viven en aquella ciudad de viejas callejuelas empedradas de los 90. Sus padres, maestros, son de Jaleaca de Catalán, sierra de Chilpancingo. Él nació en la céntrica calle Madero “donde jugábamos al bote pateado”, ha dicho en entrevistas. Inició su carrera política muy joven. Tenía 18 años cuando un entonces gobernador interino Ángel Aguirre Rivero (1996-1999) lo invitó a colaborar en la recién creada Secretaría de la Juventud.

—Y sorprendió más —“hubo sorprendidos”, corrige de nuevo— cuando le gana a quien, era sabido, era el candidato del grupo en el poder del gobierno del estado: Jorge Salgado Parra, de Morena.

La entrevista ocurre por teléfono. Nunca fue posible cuadrar sus tiempos a pesar de la insistencia para que fuera en persona. El teléfono no dice nada. Es una voz atrás de un aparato. Quién sabe qué dirá su expresión cuando se le hacen las preguntas. Quién sabe qué hará mientras responde. Cómo irá vestido. Aunque siempre se le ve casual. Camisa de manga larga fajada en unos jeans que pretenden ser joviales.

—Esta vez yo creo que la gente votó por la persona y no por el partido. Un partido que hoy es hegemónico. Cada uno de nosotros tenemos una historia y el pueblo la analizó y decidió.

Desde ese tiempo, desde que fue funcionario con Ángel Aguirre en 1998-1999 inició una relación estrecha con él. Una relación más que de alumno-maestro, de padrino-ahijado, aunque más adelante lo negará. Por lo demás, muy común en las prácticas políticas.

Y lo fue. Literal. Lo cuenta en una entrevista que le hizo la conductora Cindy Campuzano en un canal de YouTube llamado Hola, Guerrero. “Era estudiante de la secundaria (1996, él era gobernador interino luego de la renuncia de Rubén Figueroa Alcocer por la matanza de Aguas Blancas en 1995) y me acerqué a pedirle una beca. Sin ningún titubeo me la otorgó, sólo que luego me dieron largas. Me lo volví a encontrar y le dije ‘oiga, gobernador ¿me va a ayudar o voy a seguir dando vueltas?, porque pareciera que su gobierno está solamente sobrellevando las cosas’. En ese momento hizo un llamado y pidió que se resolviera. Ahí empezó a haber clic. Y me invitó a participar en la Secretaría de la Juventud”.

Entonces su carrera se hizo meteórica: 1998-1999 coordinador del programa Respuesta Inmediata de la Secretaría de la Juventud. 1999-2004 técnico en la secretaría particular de la Secretaría de Salud. En 2005 crea la asociación civil Muévete por Guerrero. 2009-2010 director de Catastro municipal con Héctor Astudillo Flores como alcalde. Después llega otra vez como gobernador Ángel Aguirre Rivero, esta vez por el PRD, y lo nombra director del Instituto para la Atención de las Personas Adultas hasta 2012.

Un Aguirre ya afianzado como jefe político del perredismo en Guerrero lo hace candidato a diputado local por el distrito 1 de Chilpancingo, y gana. Forma parte de la 50 legislatura cuyo control mayoritario lo tuvo el PRD hasta 2015. La misma a la que se le pidió destituir al presidente municipal José Luis Abarca Velázquez por lo que ya pasaba en Iguala antes de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en septiembre de 2014.

Caído en desgracia Ángel Aguirre por este motivo, la carrera política de Alejandro se detiene. Su último puesto —según su semblanza enviada por su gente de prensa— fue justo ese: diputado local hasta 2015. Fueron al menos seis años en los que se dedicó a administrar un restaurante de su propiedad y a su asociación civil desde donde impulsa a pequeños empresarios (y en 2023 hasta como conductor de un programa de radio llamado InspiraAcción, en el que entrevistaba a personajes de Chilpancingo).

Su suerte comenzó a cambiar en agosto de 2020, cuando Alberto Catalán Bastida asumió la dirigencia del PRD y el aguirrismo controlara desde esa fecha los órganos de ese partido. Alberto es gente cercana a Ángel Aguirre Rivero. Fue asesor de Ángel Aguirre Herrera, hijo fallecido del exgobernador cuando fue diputado federal. Luego fue secretario particular en la Secretaría de Gobierno durante la administración aguirrista.

Así que en 2021, cuando el alcalde saliente de Chilpancingo, también del PRD, Antonio Gaspar Beltrán, anunció que iba por la reelección, el grupo de Aguirre se impuso y la estrella de Alejandro volvió a brillar. Hasta que se topó con Norma Otilia, amiga de juventud —“la conocí en la universidad”, dice en la entrevista de Hola, Guerrero—, y perdió la elección por nocaut. Más de 13 mil votos le sacó la morenista de diferencia. Esta vez, Alejandro ganó por apenas mil 700 votos. El morenista Jorge Salgado Parra —promovido por el senador Félix Salgado Macedonio— impugnó la elección.

Tal vez su vieja amistad con la alcaldesa Norma Otilia fue clave para su triunfo. O al menos en Morena así lo percibieron. En su conferencia mañanera del lunes 22 de abril se le preguntó si no estaba apoyando a Alejandro porque su hermana Magdalena había ido al arranque de campaña del perredista y ella en cambio no asistió al inicio de campaña de Jorge Salgado. De lo primero respondió que su hermana no tenía partido y asistió a título personal y ella respetaba su decisión. De lo segundo respondió que no asistió al arranque de su compañero morenista porque no fue invitada. Luego se le preguntó si era cierto que se había reunido con Alejandro Arcos. Dijo que se había reunido con todos los candidatos. Aceptó también que dio libertad a sus colaboradores de apoyar a quienes quisieran. “Son libres”, les dijo.

Alejandro encaja más en el estereotipo del panista católico apegado a su familia que en el del perredista liberal. O que alguna vez fue liberal. Librepensador. Es común en sus redes sociales ver fotos familiares y de festejos navideños. No escatima en parabienes decembrinos delante de un árbol de luces brillantes grabados junto a su esposa y su hijo. Y tienes los mohines del político viejo. Quien viera parlotear a Ángel Aguirre y lo viera a él, notaría de inmediato un símil. Gesticula, entona la voz como si nunca se bajara del estrado parlamentario. Tiene esa pose poco natural de lo impostado.

Hasta habla mucho y dice poco. Así se ve en diferentes videos fáciles de consultar en internet. Dice cosas como: para solucionar los problemas de Chilpancingo “debemos iniciar un proceso en el que sentemos las bases con una visión de futuro, una visión de desarrollo. Lo han hecho en otros municipios”. Es una autoentrevista que se hizo y publicó en su canal de YouTube. Quizá a eso se refiera cuando dice que no debió haber sido sorpresa de nada su postulación. Él siempre la buscó.

—¿El padrinazgo que ha tenido de Ángel Aguirre ha sido esencial para su carrera política?

—Para empezar no es mi padrino político y no estoy aquí por él. Ni fui electo candidato ni por el PRD ni por el PRI por él ni por nadie políticamente. Beto Catalán declinó hacia mi candidatura.

—Pero Alberto Catalán es aguirrista, eso no se puede negar.

—Sí, claro. Yo nací y crecí políticamente en el equipo de Ángel Aguirre. A él lo aprecio y lo respeto.

—¿No estará renegando de él?

—No, para nada. Yo le tengo gratitud. Para mí es un buen ser humano. Creo que ha sido un buen gobernante. Lo reconozco como mi amigo, a quien admiro y respeto y agradezco su enseñanza política, pero no estoy aquí por él. Estoy por la decisión popular.

De lo que sí reniega, paradojas, es de aquellos políticos que llegan a puestos no por su capacidad sino por compadrazgos, padrinazgos, parentelas. Lo dice en la entrevista a Hola, Guerrero a propósito de hablar de cómo él promovió una ley cuando fue diputado local en 2012-2015 para crear el servicio civil de carrera y los burócratas trabajadores del gobierno del estado lograran escalar en puestos importantes por sus méritos académicos y su experiencia. No hay ejemplos que puedan citarse.

La representante de Morena ante el instituto electoral del estado, Rocío Calleja Niño, llega de prisa a la oficina del diputado local Jacinto Hernández Varona —también dirigente de Morena en el estado—. Es, además, su secretaria técnica. Pasa al despachito donde una secretaria captura datos en una computadora. Se sienta delante del escritorio y ofrece la silla de al lado. Habla con eufemismos cuando se le pregunta cuáles son las causas de la impugnación de la elección en Chilpancingo.

“Es un juicio de inconformidad ciudadana —dice con tecnicismo. Afuera, en los pasillos, los empleados van de un lado a otro, platican en los recibidores— y fue porque hubo violencia reiterada, además de que los votos nulos son muchos más que la diferencia entre el primero y el segundo lugar: 23 mil votos nulos por mil 700 votos de diferencia.

—Ya. ¿Y a qué se refiere cuando habla de violencia reiterada?

No lo dice de manera abierta. Matiza. Habla que el “tema de coacción al voto por parte de grupos ajenos fue reprochable”. El tema de la violencia también y que eso “vició la elección”. Esas circunstancias, dice, “orillaron, motivaron los votos”. Advierte que, por ese motivo, quien vaya a gobernar lo tendrá que hacer con “pies de plomo”.

Chilpancingo está rodeado de grupos delincuenciales. Por el norte, hacia Iguala los Tlacos, y un llamado Cártel del Sur —ambos mantienen una riña en el municipio vecino de Chichihualco con tiroteos a diario y muertos en las calles—. Hacia la sierra los Jaleacos, asentados justo en Jaleaca de Catalán. Hacia el este y el sur los Ardillos —en todo el valle del Ocotito hasta llegar a Tierra Colorada rumbo a Acapulco—. Un grupo de transportistas de esta ruta que pidió el anonimato dijo al reportero que en plena campaña fueron advertidos que el voto sería por Alejandro Arcos. “Por lo demás voten por quien quieran, pero en las municipales el voto será para Arcos”.

—Tengo trabajando en la parte política hace más de 30 años y nunca he tenido problemas —dice referente al tema. Y siempre aprovecha para reprochar la violencia que impera en Guerrero y el país y cómo López Obrador le ha fallado al estado.

—La elección en la que participó y ganó no estuvo exenta de ese tema. La representante de Morena dice que hubo coacción de grupos que condicionaron el voto a su favor. ¿Usted, su equipo, no sufrió lo mismo, pudo hacer campaña en todo el municipio sin problema?

—Sin problema. Recorrí 45 de 47 comunidades que forman el municipio. Llevo más de 20 años recorriendo la sierra de Chilpancingo. No sólo yo. Todos lo hicieron. Entiendo que tu pregunta es por los comentarios que hicieron mis competidores de que no pudieron ir a ciertos pueblos.

—Así es. Eso le iba a decir, que no todos lo hicieron como usted dice. ¿Qué responde a eso?

—Ellos habrán hecho sus valoraciones. Hubieran solicitado seguridad y hubieran hecho las denuncias necesarias si es que fueron amenazados.

—Y la representante de Morena dice que hubo coacción en su favor.

—Sí así fue debió haberlo denunciado. Debió haber recurrido a la autoridad competente. Pero que no justifiquen de ese modo que la gente no los vio como opción. Hay que saber perder con dignidad y ganar con humildad.

—No sólo fue ella. Transportistas del valle del Ocotito dijeron a este reportero que fueron amenazados para votar por usted.

—Eso si no lo sé. Desconozco. Aunque no lo creo. Yo tuve un acercamiento muy estrecho con los transportistas de aquella zona.

—¿Se puede gobernar en un municipio rodeado de grupos de la delincuencia sin tener que hacer acuerdos o ceder a presiones?

—Creo que sí.

—¿Y cómo le va a hacer?

—Trabajando de manera honrada y honesta. Además, tenemos cinco acciones estratégicas a emprender. Si me permites.

Entonces enumera: dice que habrá más patrullas en la ciudad —incluso habla de “patrullas eléctricas” para las colonias, la mayoría de las cuales están asentadas entre laderas y cerros y calles sin pavimentar—; más policías, más luminarias. Vamos a desarrollar una aplicación de celular como un botón de pánico para acción inmediata en favor de las mujeres; y vamos a reinvertir en un C-4 para tener más cámaras de vigilancia.

—¿Se podrá? ¿No fue condicionado por algún grupo para dejarlo gobernar?

—No, afortunadamente no. Nunca he tenido ni una amenaza ni una limitante para que pueda ejercer mi gobierno. Por nadie en lo absoluto.

—¿Ni le han pedido puestos en su eventual administración?

—No, señor, ninguno.

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