Francisco Martínez // RACISMO OCULTO…

            Geográficamente plural por sus volcanes, barrancas, paninos, planicies y valles, el área física que abarca nuestra Diócesis de Zamora, alberga también una población bicultural y, en su zona montañosa, en no pocas comunidades, bilingüe. Sus raíces étnicas aún se decantan como nahuas en la región lacustre: de xiuh = azul, quilitl = hierba y el locativo pan, Jiquilpan remite a ‘lugar del añil; en tanto Sahuayo, de sáhuatl = sarna y ayoc = abundancia, implica ‘lugar de la sarna’. Inocultable, su prosapia p’urhépecha: Tarejuato, Ukumichu, Urúpani, Iorékuaro, Iauátseni, etc. Y de la evicción castellana: Zamora.

         Preponderante, ubicuo, nuestro mestizaje. De hecho, lo asumimos de manera tal, que es motivo nuestro de orgullo ser de dos sangres: la indígena y la española. ¿Racistas? Jamás. ¡Sólo que alguien se asuma de sangre pura!

         Que hay algunos así por allá en los zamoras, jiquílpanes o sahuayos. Mas el panorama gira 180° si se divisa desde acá, desde la sierra; porque cuando se interactúa con los pobladores de los valles de Los Reyes y Zamora, o de las muchas poblaciones de la ciénaga, no sólo se padece un racismo, unas veces implícito, otras veces tácito, sino hasta xenofobia, como si se tratara de dos países distintos.

         Y si a alguno le parece equívoca esta afirmación, me remito a las pruebas. Tomemos primero la ventana de toda cultura que es la lengua. ¿Existe señalética bilingüe castellano-p’urhépecha en los caminos carreteros, en las oficinas públicas, en los hospitales, mercados o en las iglesias? ¿Libros de matemáticas, química, biología, geografía, computación… también en esa lengua? Y en las iglesias, ¿en la celebración de los sacramentos, en la predicación, en las notarías, en la atención a los enfermos, en la predicación, el ministro se halla capacitado para hacerlo en p’urhépecha?

         Ahora pasemos a la segunda prueba. En el ámbito territorial de la geografía física, ¿quién invade a quién? En tanto en Erhaxamani = La Cañada y en P’ukumindu = La Meseta, cada día van disminuyendo, en algunos casos como en Corupo y Nahuatzen, hasta el grado de desaparecer, las tierras comunales, invadidas por monocultivos como el aguacate y la frutilla…  ¿cuándo se ha visto que los p’urhépecha invadan los lares de los valles o de la Ciénaga?

         Sí, estamos en pleno siglo XXI, estamos en la 4T, pero por acá, por el noroeste de Michoacán, repta un racismo oculto.

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FRANCISCO MARTÍNEZ GARCIÁN

Estudió Filosofía y Teología, en el Seminario Diocesano de Zamora, Historia en la Normal Superior Nueva Galicia de Guadalajara y fundador de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán.

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