200 vestigios arqueológicos fueron destruidos por obras del Tren Maya en Quintana Roo y Campeche

El arqueólogo Fernando Cortés de Brasdefer responde al director del INAH: afirma ser víctima de persecución y, con un diario de sus recorridos junto a especialistas, prueba los daños al patrimonio

Contrario a lo que ha sostenido el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, el arqueólogo Fernando Cortés de Brasdefer prueba que los trabajos de construcción del Tren Maya dañaron o destruyeron una importante cantidad de vestigios arqueológicos como conjuntos habitacionales, terrazas, plataformas y albarradas en donde inicia el tramo 7, específicamente en poblados como Nicolás Bravo, Francisco Villa, González Ortega, la Zona Arqueológica de Kohunlich hasta Escárcega, donde finaliza el tramo.

Cortés de Brasdefer, quien ha estado acompañado por el antropólogo Juan Manuel Sandoval y el historiador Felipe Echenique en varios recorridos, contabilizaron 200 vestigios expuestos, los cuales —describe Sandoval en el cuaderno de trabajo La construcción del Tren Maya y la destrucción del patrimonio arqueológico en la Península de Yucatán— fueron destruidos o simplemente arrasados para que las vías del tren pasaran por encima.

“Con un dron ustedes podrían comprobar lo que digo, simplemente los monumentos arqueológicos ya no están, en algún momento, antes de la construcción del tren, fui personalmente con los ejidatarios a una de las zonas donde había muchos y hoy ya no existen”, expresa Cortés de Brasdefer en entrevista.

Las declaraciones del arqueólogo residente de Quintana Roo llegan después, y a manera de respuesta, a lo dicho por Prieto acerca de la destrucción patrimonial por el Tren Maya, en la entrevista publicada en este diario el 2 de agosto a propósito de la reducción de seguridad en museos y edificios a cargo del INAH en el Valle de México.

Prieto apuntó que el único arqueólogo que ha expresado destrucción y daños al patrimonio en la zona es Cortés de Brasdefer, pero que el Consejo de Arqueología se encargó de desmentir las declaraciones hechas por el investigador en diferentes medios y en una carta que se difundió a través de WhatsApp.

Cortés de Brasdefer relata que una de las zonas donde más se afectó el patrimonio arqueológico fue a la altura del kilómetro 19 de la carretera Chetumal-Escárcega en un terreno conocido por contar con diferentes monumentos. “En ese predio se abre el suelo, los cenotes salen, y ahora lo tienen todo cubierto de materiales, podría colapsar y no sé qué podría pasar”, expresa.

También apunta que en los poblados de Nicolás Bravo y González Ortega se registró una gran destrucción. “En esa área, entre Kohunlich y Nicolás Bravo, se registraron muchos vestigios dañados o cubiertos. Eso sucedió en un punto álgido, en un momento en que nos opusimos a lo que estaban haciendo y lo denunciamos. Ahora en el área están informando al público que se están preservando los monumentos arqueológicos, pero es para taparle el ojo al macho, para borrar la imagen que tiene el INAH en estos momentos”, expresa.

Cortés de Brasdefer relata que muchos arqueólogos que trabajaron en los proyectos de salvamento en el tramo 7 lo buscaron para relatarle lo que estaba pasando y que una gran cantidad de vestigios estaban siendo arrasados.

“Muchos arqueólogos me pasaron la información de lo que sucedía. Muchos me expresaron su preocupación, la destrucción era inmensa y ellos habían sido contratados para trabajar ahí, pero nunca les dijeron que eso pasaría. Les dije que ellos estaban trabajando pero que no eran los responsables del daño”, cuenta Cortés de Brasdefer.

El arqueólogo agrega que sí existe información del número de monumentos o vestigios destruidos por la construcción del Tren Maya. “Los arqueólogos manejaron cifras sobre lo que se había destruido o dañado, contaron entre 200 y 300 estructuras, es gravísimo. Me relataron que, de la noche a la mañana, Sedena daba la orden de que destruyeran las estructuras, ni siquiera había oportunidad de rescatar algunas piezas, por eso yo pregunto, ¿dónde están los miles de piezas que se reportan en los informes?”, cuestiona.

Sobre el diario de trabajo que registra Juan Manuel Sandoval, el arqueólogo revela que es un documento que ya circula entre los investigadores y que es posible que se publique en algún momento.

“Es necesario que se publique, es una evidencia de la destrucción del patrimonio, tal vez tras una revisión más detallada se decida. Es necesario porque las mentiras acerca del Tren Maya están en boga”, apunta el especialista.

Además, Cortés de Bradefer dice que tiene en su poder más información acerca del daño patrimonial por el Tren Maya, sin embargo, aún no puede revelarla debido a que es información que usará en el proceso legal que tiene en contra de Diego Prieto y del Consejo de Arqueología por difamación y acoso laboral.

“La recomendación de los abogados es esperar, reservar la información para usarla en el momento adecuado. No me puedo quedar callado antes las ofensas de Diego Prieto”, afirma, y agrega: “Para que la demanda tenga efecto se necesita tener la demanda efectiva aquí, en el juzgado federal de Quintana Roo, para que pueda avanzar; el proceso sigue y la recomendación de los abogados es esperar”.

Afirma persecución académica

Diego Prieto afirmó en entrevista con esta casa editorial que no se le persigue ni censura a Cortés de Brasdefer por sus declaraciones acerca del Tren Maya, y expresó que “no perseguimos en la academia; podemos desmentir…”.

Al respecto, Cortés de Brasdefer declara que sí se le está persiguiendo académicamente, ya que no es invitado a participar en charlas, coloquios o a formar parte de nuevos proyectos de investigación.

“En el diario de trabajo de Juan Manuel Sandoval se muestra, con imágenes, que lo que dijo Diego Prieto en la edición de EL UNIVERSAL del 2 de agosto es mentira. Hubo afectaciones al patrimonio, no se puede negar. (Prieto) afirmó que no se persigue en la academia, pero es lo que hace ahora mismo. Dice que todos podemos opinar, pero yo sufro de censura desde hace un año. Me han estado persiguiendo desde que levantaron las actas administrativas para cesarme, además del cobarde comunicado del Consejo de Arqueología en mi contra”, relata el investigador.

Además de estos hechos, señala, el director del Centro INAH Quintana Roo, Margarita Molina, lo mantiene bloqueado para que no pueda participar en las actividades académicas o de difusión.

 “Margarito Molina hace caso omiso de mis solicitudes para asistir a eventos académicos, como el conversatorio acerca de patrimonio y Tren Maya organizado por Bolfy Cottom en Playa del Carmen el 24 de mayo pasado. Me negaron el permiso y me fui sin autorización, aunque tengo derecho de participar en actividades así”, cuenta.

“Organizaron un conversatorio acerca de las migraciones en Quintana Roo, fui excluido por parte del director del Centro INAH Quintana Roo, a pesar de que he investigado acerca de ese tema. Tampoco me firman las constancias, no hacen caso a mis oficios para devolver piezas arqueológicas que utilizamos para una exposición y eso afecta su proceso de investigación”, declara Cortés de Brasdefer.

Agrega que tampoco fue invitado a participar en la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, que tiene como invitados especiales a Quintana Roo y a Belice.

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