La vicepresidenta a quien la salida de escena de Joe Biden ha proyectado hacia la carrera por la Casa Blanca siempre ha reivindicado el vínculo con sus orígenes en Tamil Nadu. Cuando recibió a Modi el año pasado, dijo que había aprendido su pasión por la democracia de su abuelo, en Chennai. La misma historia de su madre Shyamala Gopalan es un ejemplo emblemático del ascenso de esta comunidad entre los ciudadanos estadounidenses de origen asiático.
(ZENIT Noticias – Asia News / Chicago).- El paso atrás de Joe Biden en la carrera hacia la Casa Blanca centra actualmente la atención mundial en Kamala Harris y en las posibilidades de la actual vicepresidenta de convertirse en el rival demócrata de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre. Desde el punto de vista asiático, la prensa apunta sobre todo a las raíces indias de la ex fiscal general de California, de 59 años, que aspira a convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Kamala Harris, en efecto, es hija de Shyamala Gopalan, una investigadora originaria de Tamil Nadu que llegó a Estados Unidos en 1958, cuando tenía 19 años, para estudiar biología en la Universidad de Berkeley, como generaciones de jóvenes indios que han construido exitosas carreras en los Estados Unidos.
Según los datos del último censo, hay 4,4 millones de ciudadanos estadounidenses de origen indio, y ese número ha crecido un 50% entre 2010 y 2020. Entre los grupos de origen asiático ahora sólo lo superan los chino-estadounidenses, que son 5,2 millones.
Científica con una brillante carrera en la investigación del cáncer de mama, Shyamala Gopalan, que falleció en 2009, transmitió a Kamala – su hija mayor, nacida en 1964 de su matrimonio con el economista afroamericano de origen jamaicano Donald Harris – un profundo orgullo por sus raíces tamiles. “Nuestros nombres indios clásicos – dice la actual vicepresidenta de Estados Unidos en su autobiografía, refiriéndose a ella y a su hermana Maya – recordaban nuestra herencia, y fuimos educadas con una fuerte conciencia y valoración de la cultura india”. Aunque les permitía asistir a una black church bautista, Shyamala se aseguró de que también conocieran el hinduismo que ella profesaba.
Cuando el año pasado recibió al primer ministro indio Modi en su visita a la Casa Blanca, Kamala Harris recordó que después del divorcio de sus padres, cuando ella tenía cinco años, todos los años pasaba una temporada en Chennai con sus abuelos maternos. En esa oportunidad también habló del fortísimo vínculo que tiene con su abuelo P.V. Gopalan, un funcionario público de la India que, entre otras cosas, trabajó en la rehabilitación de los refugiados que llegaron a la India desde Pakistán Oriental (hoy Bangladés) tras la traumática experiencia de la «separación» posterior a la independencia.
Frente a Modi, contó que su abuelo, actualmente retirado, la llevaba con él a sus paseos matutinos, durante los cuales él y sus amigos recordaban «historias sobre los combatientes por la libertad, sobre los padres fundadores de la nación y la independencia de la India». Recuerdos que hablaban de la importancia de luchar contra la corrupción y por la igualdad, sin importar el credo o la casta”. “Mi abuelo – añadió – me enseñó no sólo lo que significa tener una democracia, sino también mantenerla viva. Y creo que fueron precisamente estas lecciones las que inspiraron mi interés por los asuntos públicos».
En la misma conversación con Narendra Modi durante la recepción oficial, Kamala Harris se refirió a la vida de su madre y afirmó que a través de formas de cooperación científica y tecnológica «el compromiso global de la India no sólo ha beneficiado al pueblo indio, sino también al de Estados Unidos y de todo el mundo».
El diario The Hindu recuerda que su victoria en 2020 como vicepresidenta de Joe Biden en las elecciones presidenciales fue celebrada en Thulasendrapuramin, la aldea natal de su madre, en el distrito de Tiruvarur, en Tamil Nadu. Los habitantes hicieron estallar petardos, repartieron dulces y dibujaron kolamas coloridos delante de sus casas. También celebraron una puja especial de acción de gracias en el templo hindú, por lo que llamaron la “hija de la aldea”.