(A propósito de la inundación en La Libertad, Zamora, Michoacán)
En varios puntos de la ciudad de Zamora, Michoacán -también en localidades de municipios vecinos- están ocurriendo encharcamientos e inundaciones. Algunos son repeticiones anuales con fases cíclicas de desastres (La Libertad, Valle Dorado, La Calzada); otros son hechos relativamente novedosos (Escuela Secundaria Federal 1 “José Palomares”); en unos se obstaculiza el tráfico vehicular y peatonal (La Calzada), en otros se daña severamente el patrimonio y la salud de las personas. Y no en todos los casos la acción gubernamental y social es oportuna y suficiente.
En lo que suele haber un alto grado de coincidencia es en la atribución de causalidad: la autoridad y sus aliados -casi siempre- identifican “las lluvias atípicas”, “el cambio climático” y/o la falta de responsabilidad ciudadana pues hay personas que tiran desechos en las calles y obstruyen las boca-tormentas, alcantarillas y cunetas. También es recurrente la transferencia de responsabilidad hacia “los gobiernos anteriores”.
La ciudadanía, por su parte, tiene en la mira a las autoridades (alcalde, SAPAZ, Obras Públicas, Protección Civil), a la naturaleza (lluvias inesperadas) y, en ocasiones, sí reconocen parte de la culpa.
En general, unos y otros, tratándose de un evento exitoso -y que les beneficia- aludirán a “causas internas” (yo, nosotros), a lo bien que trabaja el “buen gobierno”, pero si fracasa o no resulta como se esperaba, entonces se referirá a “causas externas” (otros, aquellos) como “las lluvias atípicas”.
El uso político de la causalidad tiene buenos resultados: si nos convencemos y persuadimos a los demás de que el gran lago de aguas negras de La Libertad se debe a la lluvia inesperada y no a errores (fallas) urbanas; si se internaliza en el imaginario social el ¿qué podemos hacer frente a la Naturaleza? y reconocemos que el borbollón de drenaje con material del rastro municipal no es responsabilidad del gobierno municipal, con ello se diluye un posible conflicto.
Estudiosos de estas conductas advierten que imputar las causas de una desgracia a entes sobre naturales o que están fuera de nuestro control es una excelente medida que ayuda a desviar la atención de la población. Es probable que SAPAZ dedique un trascabo a extraer lirio en el Puente de Tubos aunque eso no remedie la inundación de La Libertad, pero refuerza en la imaginación que el desastre es ocasionado por la excesiva agua que escurre desde La Cañada, Tlazazalca, etc.
También contribuye a la buena imagen mover ese trascabo y publicitar: “estamos desazolvando” a sabiendas de que, dado el máximo nivel del dren, la presión del agua y la profundidad, con el brazo de esa máquina tal tarea es (casi) imposible, algo inútil y quizá imprudente.
Colegas desenvueltos en ámbitos culturales, no académicos, han colocado la cuestión de una manera jocosa y no por ello menos sólida: ¿Qué culpa tiene la estaca si el sapo salta y se ensarta? De ese modo es como José Francisco Hernández Mandujano, más conocido como “Chico Che” coloca el problema con sencillez y algo de precisión. Por cierto, Chico Ché es más célebre por “Quién Pompó”?
Nunca deja de saltar, pasa la vida saltando
El sujeto sapo, con capacidad de agencia toma decisiones (urbaniza en terrenos no apropiados; conecta colonias al mismo drenaje; obstruye cauces naturales) y experimenta inundaciones, agrietamientos del suelo y saturación vehicular cada vez con mayor gravedad.
Bien, en este choro les “voy a contar cómo es que el sapo se mata; él solito sin querer, un día salta y se ensarta”. Para ello me referiré la inundación -no encharcamiento- de La Libertad como una responsabilidad gubernamental, principal, no exclusiva. Las colonias se forman por iniciativa de fraccionadores, especuladores inmobiliarios, presión de grupos sin vivienda e invasores profesionales.
El poblamiento de La Libertad es resultado de una combinación de acciones: la promoción oficial en tiempos de Alberto Valdés Mendoza (1978-1980) y la reubicación de las familias que estaban posesionadas en los terrenos donde hoy están las instalaciones de la Cruz Roja y Fovissste. La narrativa -un poco borrosa- de residentes de Precursores de la Libertad describe que la policía los desalojó y condujo violentamente a los terrenos marginales de esta colonia periférica, donde a un lado del canal, en puntos colindantes a las parcelas de López Peña y Rosa Igareda, hicieron sus jacales. (ranchitos, decían). De los expulsados de La Cruz Roja, 41 familias tomaron posesión de igual número de lotes -de ocho por quince metros- en «La Libertad», de acuerdo al convenio que tomaron entre Olga Chavolla, el Ayuntamiento y los colonos; otro grupo se fue a vivir a «La Burrera», en Jacona.
El agua, por carencia y exceso siempre ha estado presente en la vida en «La Libertad», nunca por su abasto suficiente, limpio y oportuno. Desde sus orígenes, la colonia ha tenido varias inundaciones: en 1983 sus moradores permanecieron 22 días albergados en la unidad deportiva «El Chamizal», al noreste de la ciudad de Zamora. Otras dos sucedieron en 1986 porque cuando el río sube de nivel, el agua brota por las alcantarillas de la colonia, a manera de fuentes de un jardín, anegando las calles.
Estos espacios, no por casualidad sino por su marginalidad, son sede de instalaciones y servicios que la sociedad necesita pero rechaza que se ubiquen en la proximidad de sus hogares: el rastro municipal y la planta de tratamiento de aguas residuales.
Salta que salta que salta y solo se acaba ensartando.
“Todo mundo”, empezando por las autoridades, sabe bien o sospecha, que la construcción de viviendas en ese cuadrante noroeste de Zamora es costoso y de alto riesgo por la reducida pendiente, la existencia de concavidades (Ranero y Las Jarillas) que fueron conocidas como “raneros”, la proximidad del dren “A” y las descargas urbanas.
Diversos documentos oficiales dan cuenta de esta condición: “En la zona poniente del valle de Zamora, en colindancia con la planta tratadora y río Duero, se localizan los predios “Las Jarillas” y “Ranero” donde se asientan las colonias La Libertad, Lázaro Cárdenas, López Mateos, El Triángulo, Hacienda La Loma, Los Pinos 1ª y 2ª sección, Jacarandas y Valle Dorado, en los años 1985 y 2004 sufrió inundaciones que alcanzaron hasta dos metros en su tirante y abarcó 4050.45 ha” (Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Zamora, 2008-2028, p. 13).
El mismo texto describe que la planta de tratamiento -con capacidad de 600 litros por segundo- es insuficiente para desfogar las aguas recolectadas y causa inundaciones en las colonias contiguas (ibid. p. 42) en condiciones de reducida pendiente natural, alta precipitación pluvial y 50 metros cúbicos por segundo fluyendo por el dren “A” con aportes de los drenes “Los Pozos” y “Rinconada”.
Si el sapo salta y se ensarta, la culpa no es de la estaca
Todo plomero, albañil y urbanista, sabe que julio es el mes más lluvioso del año. Los boletines del servicio metereológico, según los milímetros por metro cuadrado y días de lluvia, identifican a junio-septiembre como los “más cargados de agua”: junio, 145.1 mm y 16 días; julio 193.4 mm y 21 días; agosto, 185.1 mm y 20.6 días; y, septiembre, 141.9 mm y 15.3 días.
No debe ser una sorpresa que en julio cada metro cuadrado de suelo reciba casi un tambo de doscientos litros de agua. Esto sin contar los aportes de Tlazazalca, Carapan, Pejo, Celio, etc.
Hoy, en La Libertad (quizá más conocida como “Puente de Tubos”) la olla localizada a unos metros al norte del CEDECO (1560 msnm), con desnivel de 4 metros al sur en avenida Juárez (1564), de 3 metros al norte (vía del ferrocarril) y 2 metros más, tanto al oeste, hacia la planta de tratamiento de aguas residuales como al oriente cerca de la calle Bernardo O’ Higgins, se satura con agua de drenaje.
Sin negar que caiga agua del cielo, el problema crucial de La Libertad es el agua negra que brota de los drenajes y que impacta los muebles, ropa, la casa y la salud de las personas, sobre todo de los adultos mayores y de los niños. Casi una semana y no ha merecido una visita de equipos de salud pública. Obvio, se entiende que la gente sabe lo que debe hacer para cuidarse.
El nudo no es que se desborde el río (dren), lo que está de la %&$# es que las alcantarillas de calles y patios funcionen al revés. El gran borbollón de Libertadores de América esquina con Fulgencio Yedros es drenaje y su gran presión sugiere que no es el agua generada en las casas sino del rastro y quizá de la planta de tratamiento de aguas residuales.
Desazolvar los drenes y presas, hoy, es una labor un poco difícil o imposible; soñar con que las presas de Urepetiro y Alvarez funcionen como mecanismos de contención es algo ilusorio pues “están llenas”, pero su capacidad real de captación está sumamente reducida.
Hoy, como ayer, habrá que volver a mirar Zamora como un todo: pensar en lo bueno y lo malo del entarquinamiento (3000 hectáreas de 6000 metros cúbicos cada una); lo útil y perjudicial del Canal del Calvario; lo positivo de desazolvar drenes y canales; lo bueno que sería no construir más planchas de concreto y hacer algo para filtrar agua; soñar más con el maíz y un poquito menos con las luces de los centros comerciales.
Hoy como ayer, vale pensar con Chico Ché en no culpar a la lluvia y vernos en el espejo: ¿Qué estamos haciendo? Cantar y reflexionar: ¿Qué culpa tiene la estaca, si el sapo salta y se ensarta …?
Zamora, Michoacán, julio 27 de 2024