La alta rentabilidad del cultivo de la fresa fue imán para que la ciudad creciera por sus cuatro puntos cardinales; pero además, que se prestara a cierto tipo de prácticas desleales; como cuando se escaseó el azúcar en los Estados Unidos de Norteamérica, en nuestra ciudad se detectó a algunos exportadores que en realidad exportaban azúcar y no fresa.
Las bondades del precio que cotizaba la fresa trajo por otro lado que, primero, quienes se dedicaban al cultivo de la fruta se organizaran en una asociación, así nació la Unión Regional de Productores de Fresa y Hortalizas del Valle de Zamora, Unión que trabajaba en común con la Secretaría de la Reforma Agraria, así, productores y autoridades llegaron al acuerdo de planificar la siembra de la frutilla con el propósito de que el precio del producto se mantuviera o bien, se cotizara a un precio mejor.
Ya en 1972 en los medios impresos de comunicación de la localidad se publicaba que ‘la planificación no se respetaba, por lo que algunos ejidatarios fueron encarcelados’; la ‘revolución verde’ (así se le denominó a la sobre-explotación agrícola en base a técnica e insumos novedosos) generaba problemas que irían aumentando conforme pasaba el tiempo; más aún, cuando la porción oriental del estado de Michoacán, inició a cultivar fresa, aunque sin respetar los lineamientos que se habían establecido.
Las fricciones entre pequeños propietarios y ejidatarios que contaban con permiso para cultivar fresa y aquellos que no contaban con el permiso requerido, llegó al clímax el 12 de septiembre de 1982, cuando miembros de la Unión de Zamora fueron a reclamar la conducta de los productores de Panindícuaro por estar cultivando sin autorización, los zamoranos fueron recibidos a tiros, falleciendo el presidente de la Unión, Jaime Méndez Zamora y los agricultores Salvador Ceja Coronado, Rubén Magaña Ortiz, Francisco Vega Bravo, Antonio Ortiz Salgado, José Medina, David Arias Méndez y Alejandro Arroyo Hurtado.
Este fue un hecho que conmocionó a la ciudad en general, a las autoridades federales, estatales y municipales y al sector agropecuario en particular.
Este fue uno de los costos más dolorosos del cultivo que vino a transformar el rostro zamorano de nuestros días. Un cultivo que generó riqueza a la vez que también empobreció a muchos zamoranos, además de crear un crecimiento sin planificación, que no tomó en consideración áreas de reserva