“Soy muy combativo contra cualquier tentación autoritaria”: Luis García, Premio Internacional Carlos Fuentes

El intelectual español, que recibió el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español, aspira a las democracias donde se pueda luchar con identidad social y discutir sobre derechos sociales, progreso y dignidad humana.

Testigo del mundo y relator de su historia y de su tiempo, el poeta, crítico literario e intelectual español Luis García Montero asume su vocación poética como el centro del todo al que ha dedicado su existencia. Es un optimista y un luchador por la reivindicación de la democracia y de palabras como libertad e igualdad que están siendo trastocadas. Cuestiona el abuso de poder, la censura y los ataques contra el periodismo y desprecia la desinformación, la manipulación y las dictaduras.

Luis García Montero (Granada, 1958), el autor de poemarios emblemáticos como «Completamente viernes» y «Una melancolía optimista», recibió ayer el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2024, que han obtenido otros escritores como Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez y Elena Poniatowska.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el también director del Instituto Cervantes cuestiona los ataques a la democracia, la libertad y la igualdad, además comparte las preocupaciones de Carlos Fuentes como la violación de los derechos humanos, el machismo, el capitalismo autoritario, el regreso de los peores signos del fascismo y la reactivación de la carrera armamentista.

Le interesa tender puentes entre el pasado y el presente para mirar el futuro ¿qué hemos perdido sin esta perspectiva?

Vivimos en un tiempo de mucha prisa, un tiempo que ha convertido la vida en una mercancía de usar y tirar. Decía John Berger que la mejor manera de cancelar el futuro es olvidar el pasado, porque cuando uno se olvida de la memoria, fácilmente olvida que el tiempo es algo que discurre y que permanece en un diálogo generacional, y por tanto dejas de imaginar el futuro. La literatura tiene que ver con eso. Me gustaría que dentro de algunos años haya jóvenes no que vivan como yo, sino que lean mi poesía para encontrar las respuestas de su propio tiempo, que ya no será el mío. Esas cosas le pido a la poesía.

¿Una salida a esas problemáticas sociales es la democracia?

Vivimos en un mundo gris por muchos motivos, pero yo no creo que la democracia sea simplemente votar cada cuatro o seis años, es un contrato social que genera un nosotros, donde los individuos, de acuerdo a su propia conciencia, articulan mayorías con respecto a las minorías, una manera de caminar en comunidad; sin embargo vivimos en un mundo difícil.

¿Habla del periodista y escritor como testigo del mundo?

A mí me preocupa mucho que un eje fundamental de la democracia, que es el periodismo, el derecho a la información, esté siendo asaltado por los bulos, por las mentiras de las redes sociales, los seudomedios, porque hoy con un ordenador y alguien que te pague puedes hacer una difusión con cualquier bulo que compita en las redes sociales con la información de cualquier periódico donde trabajan profesionales. La desinformación es muy peligrosa porque manipula, en vez de invitar a la meditación, invitan a los fanatismos y a los discursos de odio. Ante eso, yo reivindico que la poesía tiene que ver con eso, con invitarnos a mirarnos en el espejo, mirarnos a los ojos y preguntarnos qué digo cuando digo soy yo, y esa es una manera de ser testigos del mundo.

¿Esta época de desinformación y manipulación responde a gobiernos autoritarios?

Desde luego, la manipulación en las redes y en los medios de comunicación es propia de una dictadura. Hoy en España está habiendo una discusión muy fuerte de cómo se defiende la democracia. Bueno, defender la prensa es fundamental, cualquier tipo de censura es peligrosa, porque ya sabemos que cuando alguien tiene la posibilidad de censurar comienza difundiendo una mentira y al final acaba censurando aquello que no le conviene, cualquier censura es peligrosa. Tenemos que defender la transparencia.

¿Por eso su defensa de la libertad y de la igualdad?

Es muy importante defender algunas palabras que están cambiando peligrosamente su significado. La cultura democrática se basa en la palabra libertad y en la palabra igualdad, que deben ir de la mano. Yo no considero respetable una libertad que no vaya de la mano de la igualdad de todos los individuos de una comunidad, y no considero digno la palabra igualdad que no vaya de la mano de la libertad. Estamos viviendo sociedades donde la libertad se identifica con la ley del más fuerte; el Estado no tiene derecho ninguno a controlar nada.

¿Cuál es la responsabilidad de las sociedades?

Hay que responsabilizar a los ciudadanos y generar dinámicas en las que ni el fanatismo ni la mentira puedan imperar; porque hay muchos mecanismos con los que intentar sustituir la realidad por una creación virtual que pueda servir para justificar a un tirano, que puede servir para desacreditar el compromiso político, una institución o un Estado. Creo que es responsabilidad del pensamiento crítico y de la verdadera información intentar luchar contra los bulos y, de nuevo, la poesía es capaz de conectar a los ciudadanos con su propia vida.

¿Cómo mira a América, a países como Nicaragua, Venezuela y México?

Con Nicaragua tengo una relación muy especial, porque muy jovencito participé en la ilusión de la revolución sandinista, y de pronto vi cómo lo que era una lucha contra la dictadura de Somoza y un sueño de dignidad justa, desembocó en una dictadura de un señor que en nombre de la mentira degradaba la vida política y la convivencia. La perversión de las buenas causas me parece muy dañina porque daña tanto como las malas causas. Como persona que cree en la democracia, la justicia y el socialismo, soy muy combativo contra cualquier tentación autoritaria que convierta la igualdad en una dictadura, y eso lo vivo de manera muy triste en sociedades como la venezolana y la nicaragüense.

Tengo ilusión de una América Latina con proyectos progresistas que puedan dar alternativas de futuro, como en Colombia, o Boric en Chile, o las últimas elecciones en México, cada cual con sus realidades y problemas. Hay cosas que me gustan más y cosas que me gustan menos, pero aspiro a las democracias donde es posible luchar con una identidad social, donde se pueda discutir sobre los derechos sociales, sobre el progreso y la dignidad humana.

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