J. Luis Seefoó Luján // EL DANZÓN DEL TECO

El viernes 13 de septiembre, por la tarde, conforme navegaba por El Calvario, viento en popa hacia el  jardín de El Teco, me  alejaba de los buñuelos, las papas doradas, elotes, pan de Chilchota y me despedía el olor de los tacos “de asada y tripa” y  escuchaba cada vez más clara la trompeta de Carlos Colorado y la voz inigualable de Pepe Bustos:

Mas que te importa un pecho que solloza / Si ya en el corazón tú lo has herido / Si tú nunca has presentido su congoja / Yo solo he de llorar tanta amargura / Yo solo he de pagar esta condena / Pero tengo que ahogar mi amarga pena /  Por un amor que hizo sangrar mi corazón …

En realidad, no era cantada sino instrumental la música que brotaba bajo los árboles que aún sobreviven a las plagas y a las motosierras Stilhl en El Teco.

Suspiros por la inspirada la Congoja musical de Bernardo Sancristobal y Rafael Hernández Marín, himno que ha acompañado el autosacrificio y el cortarse las venas por el desamor real o imaginario.

Pues nada, “nada pescadito” no era la Sonora Santanera, ni siquiera la orquesta de Jacona, sino una grabación quizá de este grupo musical que sobrevive a pesar de todo y, a veces, interpreta en vivo en ese acogedor espacio del Teco.

No era Carlos Colorado, fallecido el 25 de abril de 1986, no era La Sonora, pero como si lo fuera. Varias parejas de adultos en plenitud (no viejos, no adultos mayores, no rucos) movían sus cuerpos al ritmo de la música.

Oxigenar el cuerpo y revivir la buena música

Atraído por el arte de bien combinar los sonidos con el tiempo -como  ratón de Hamelin- atraqué mi nave y escuché el Quiña, Quiña del “Zamorita”, Jorge Zamora Montalvo:

Bomboro quiñá quiñá / El bomboro, Bomboro quiñá quiñá El bomboro, Bomboro quiñá quiñá / Quiñá quiñá, quiñá quiñá, El bomboro /  Me encontré un amor, lo lleve a pasear /Lo llevé al go-go, y ahí yo lo perdí / Quise conquistarla, hablándole de amor /Me dijo: baila baila que olvidara el amor/ uh!!

Con una mezcla de emociones (gusto y envidia) imaginaba al “Salón México” del DF de los años cincuenta. En la pista de Teco admiré varios binomios: 1) él, saco blanco, camisa negra con líneas oblicuas en blanco, pantalón negro y zapatos blancos; ella, toda rosa y medias (negras) negras; 2) El, azul celeste camisa manga corta, pantalón azul y calzado café; ella, vestida de negra, zapato negro con cintilla al tobillo y tacón de base amplia; 3) élcon la clásica camisa blanca de manga larga, pantalón negro y zapatos negro con blanco acompañaba a ella, vestida de verde, zapatilla roja y un gran moño blanco … los colores septembrinos!!

Otras parejas: 4) él, camisa blanca de mango corta, pantalón negro y zapatos cafés; ella, vestido negro con vivos azul como flor estilizada, zapato blanco; 5) él lucía camisa blanca, larga, pantalón negro, sombreo y zapatos negros; ella, blusón rojo, pantalón negro … y otras más que no recuerdo bien.

Juárez, no debío de morir

Es posible, no lo sé con sustento suficiente, que la letra de este género carece de importancia frente al ritmo, aunque algunas piezas clásicas siendo excesivamente lúdicas guardan un profundo contenido y una lógica “matona”: porque si Juárez no hubiera muerto, todavía viviría:

Juárez no debió de morir / ¡ay de morir! / porque si Juárez no hubiera muerto /¡todavía  viviría ¡/porque si Juárez no hubiera muerto / todavía viviría! /otro gallo cantaría, la patria se salvaría / México sería feliz, muy feliz!

El danzón es un ritmo y un baile de origen cubano, creado por el compositor  Miguel Faílde (Matanzas,Cuba, 1852-1921). La primera pieza conocida, «Las Alturas de Simpson»,  fue compuesto por Faílde  y se ejecutó por una orquesta dirigida por el propio autor el 1 de enero de 1879 en el Liceo de Matanzas de la caribeña isla

Por la cercanía geográfica y “el embrujo tropical”, el danzón llegó a Yucatán y Veracruz  hacia 1890 y se extendió sobre el papel pautado de costa y valles ganando popularidad en los salones defeños gracias a la afluencia de músicos cubanos como la Orquesta AragónBenny Moré o Dámaso Pérez Prado.

Algunos danzones mexicanos famosos y sus autores son; «Nereidas«, Amador Pérez Torres «Dimas»; «Juárez», Esteban Alfonso; «Paludismo agudo», Esteban Alfonso; «Acapulco», Gus Moreno; «Pulque para 2», Gus Moreno;  «Mocambo», Emilio Renté; «Teléfono a larga distancia», Aniceto Díaz; «La Negra», Gonzalo N. Bravo; «Playa Suave», Ernesto Domínguez; «Salón México», Tomás Ponce Reyes; «Acayucan», Macario Luna; «Blanca Estela», Emilio B. Rosado; «Amor del Alma», Vidal Arciga Moncada; «Flores de Romana», Juventino Rosas Cadenas; «El Suave», Leopoldo Olivares; y de Fermín Zárate, «Inmortal».

No era tarde pero el viernes 13 dejé ese puerto pedaleando bajo el influjo musical de la Santanera de Jacona. Fragmentos de Juárez, no debío de morir”, “Teléfono a larga distancia”, “Nereidas”, “Rigoletito” danzaban en mi cerebro, no en mis pies, ambos izquierdos. Mientras avanzaba aplaudía mentalmente a esos muchachos de sesenta y más que lucen saludables bailando en El Teco.

A la par agradecía a Miguel Faílde por el danzón, a Dámaso Pérez Prado por el mambo y a la música cubana por su gran aporte al alma. Y muchas Gracias a los chavos-rucos del Teco por su ejemplo.

Zamora, Michoacán, septiembre 18 de 2024

seefoo@colmich.edu.mx

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JOSÉ LUIS SEEFOÓ LUJÁN

Dr. José Luis Seefoó Luján. Investigador en el Colegio de Michoacán. Normalista rural en los años sesenta, realizó estudios de economía en la Universidad Autónoma de Nayarit.

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