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Cuando pensamos en adicciones, es común que se nos vengan a la mente sustancias como la cocaína o la heroína. Sin embargo, también existen comportamientos que generan dependencia y afectan la salud.
La adicción es una condición crónica que se caracteriza por la incapacidad para controlar un comportamiento o un consumo, incluso cuando el mismo resulta perjudicial. Afecta al cerebro y promueve la búsqueda de más placer, lo que altera la forma en que piensas, sientes y actúas.
Se distinguen dos grandes categorías de adicciones:
- Químicas: implican el uso de sustancias que cambian el funcionamiento del cuerpo, generando dependencia y una necesidad constante de consumo. Pueden ser ingeridas, inhaladas, inyectadas o fumadas y producen euforia, sedación o estimulación. Algunos ejemplos son el alcohol, el tabaco y la cafeína.
- Comportamentales o conductuales: están relacionadas con comportamientos compulsivos que se repiten de manera persistente y que afectan negativamente la vida. Se puede ser adicto al sexo, al juego o al uso de internet.
Cualquiera de estas adicciones puede ser provocada por una combinación de factores, como la genética, el entorno, las experiencias traumáticas y los trastornos de salud mental. Identificar el problema permite abordarlo de manera adecuada. Así que, a continuación, te contamos los tipos de comportamientos y sustancias químicas que están detrás de las adicciones más frecuentes.
1. Adicción al sexo
Se trata de un tipo de adicción conductual, también conocida como hipersexualidad. Quienes la sufren presentan un comportamiento sexual compulsivo y persistente que domina su vida. A pesar de ser conscientes de las consecuencias negativas, continúan involucrándose en estas actividades de manera excesiva o inapropiada.
Los síntomas incluyen una obsesión constante con pensamientos sexuales y una necesidad compulsiva de participar en actividades eróticas. Esto puede incluir:
- Voyerismo.
- Masturbación compulsiva.
- Consumo excesivo de pornografía.
- Relaciones sexuales virtuales frecuentes.
- Búsqueda constante de encuentros sexuales.
- Uso compulsivo de servicios de prostitución.
Las personas con hipersexualidad suelen tener problemas en sus relaciones personales, dificultades laborales, autolesiones, endeudamiento y perjuicios en la salud emocional y física. Es común que experimenten sentimientos de culpa, vergüenza o ansiedad después de sus actos, lo que perpetúa el ciclo adictivo.
2. Alcoholismo
El alcoholismo es una adicción que implica un consumo descontrolado y recurrente de alcohol. Esta sustancia, presente en muchas bebidas de uso recreativo, como cerveza, vinos y licores, es una droga depresora que afecta al sistema nervioso central.
El alcohol reduce las inhibiciones y altera el juicio, lo que puede llevar a comportamientos impulsivos y peligrosos. A largo plazo, su consumo excesivo está asociado con serios problemas de salud, como enfermedades hepáticas, úlceras, gastritis, trastornos cognitivos, pérdida de memoria, daños cardíacos y cáncer.
Quienes padecen la adicción suelen perder la capacidad de moderar su ingesta, lo que los lleva a un ciclo de consumo que interfiere con su vida cotidiana y sus responsabilidades. Se deterioran las relaciones personales, se afecta el rendimiento laboral y aparecen problemas financieros.
3. Ludopatía o adicción al juego
La ludopatía es una adicción conductual que se caracteriza por un impulso incontrolable de apostar. El juego activa el circuito de recompensa del cerebro, generando una sensación de bienestar temporal que lleva a repetir la conducta.
Esta adicción, reconocida oficialmente en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), puede tener efectos devastadores en la vida de la persona. Los ludópatas suelen enfrentarse a un deterioro significativo en su salud mental, física y social. Las consecuencias incluyen pérdida del empleo, endeudamiento severo, deterioro de las relaciones personales y, en casos extremos, pensamientos o actos suicidas.
Cuando la persona no apuesta, experimenta síntomas de abstinencia, como ansiedad e irritabilidad.
Las conductas asociadas con la ludopatía incluyen el uso compulsivo de máquinas tragamonedas, juegos de cartas, apuestas a caballos o a eventos deportivos. El auge de las plataformas de juego en línea incrementó la prevalencia de esta adicción, en especial, entre los jóvenes, al ofrecer accesibilidad y anonimato.
4. Tabaco y nicotina
La adicción al tabaco y a la nicotina es una de las más comunes y peligrosas, debido a la alta dependencia que la sustancia genera. Proveniente de la planta Nicotiana tabacum, se consume a través de cigarrillos y otros productos, incluyendo los cigarrillos electrónicos.
La nicotina es un potente estimulante del sistema nervioso, lo que la convierte en muy adictiva. Su consumo prolongado está asociado con graves problemas de salud, como enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer.
5. Adicción al trabajo
La adicción al trabajo, también conocida como workaholism, es comportamental. La persona se siente impulsada a trabajar de manera compulsiva, más allá de lo que es necesario o saludable.
No se trata solo de trabajar más horas, sino de una preocupación mental constante relacionada con el trabajo.
Las características de un adicto al trabajo incluyen obsesión por el desempeño laboral, dificultad para desconectar fuera de horario y tendencia a trabajar horas adicionales que no son requeridas. Esto genera conflictos en las relaciones personales y puede llevar a problemas de salud, como estrés, ansiedad, depresión, gastritis y dolores corporales.
6. Marihuana
La adicción a la marihuana, también conocida como cannabis, es una dependencia a una sustancia psicoactiva obtenida de la planta Cannabis sativa. El tetrahidrocannabinol (THC) es el principal compuesto responsable de los efectos, que pueden variar entre los siguientes:
- Relajación.
- Somnolencia.
- Desinhibición.
- Pérdida de memoria.
- Alteraciones sensoriales.
- Dificultad para expresarse.
La marihuana se compone principalmente de flores, hojas y tallos triturados. El hachís, una variante más potente, se extrae de la resina prensada de las flores.
Su consumo habitual puede llevar al desarrollo de tolerancia y dependencia. Entre las consecuencias a largo plazo se cuentan las dificultades en el aprendizaje, las alteraciones en el juicio y los problemas de memoria.
7. Adicción a las compras
La adicción a las compras, también conocida como oniomanía, es un trastorno comportamental. Se caracteriza por un impulso irrefrenable de adquirir bienes, a menudo innecesarios, como una forma de aliviar el malestar emocional.
En una sociedad consumista, esta conducta puede pasar desapercibida, ya que comprar es visto como algo normal. Sin embargo, cuando ir de shopping es el eje central de la vida de una persona, generando endeudamiento y deterioro en sus relaciones personales, se evidencia la presencia de la adicción.
Las personas que la padecen experimentan una fuerte ansiedad que solo se calma al comprar, seguida de un alivio momentáneo. Pero al cabo de un momento, aparecen sentimientos de culpa, vergüenza y frustración por la falta de control.
Este ciclo de consumo compulsivo afecta sobre todo a jóvenes, en especial, mujeres que buscan pertenecer y ser aceptadas socialmente. Si no se trata, la conducta puede perdurar o incluso empeorar con el tiempo, afectando la estabilidad emocional, financiera y social.
8. Estimulantes
Las adicciones a estimulantes, tanto de venta con receta como sin prescripción, son peligrosas y pueden llevar a graves consecuencias físicas y mentales. La cocaína y las metanfetaminas son los ejemplos más conocidos, pero otros estimulantes, como el Adderall ® y el Ritalin ®, usados para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), también pueden generar dependencia química.
La metanfetamina es una droga muy adictiva que estimula al sistema nervioso central e induce la euforia. Su consumo provoca una sensación de energía y placer, pero el uso prolongado puede causar daños cerebrales, deterioro físico y problemas dentales graves.
La cocaína deriva de la planta de coca y es un potente estimulante que induce euforia y un aumento temporal de energía y sociabilidad. Sin embargo, su abuso trae trastornos cardiovasculares, perforación del tabique nasal, paranoia y problemas psiquiátricos.
Estas drogas generan sensaciones placenteras al inicio. Luego, aparecen enfermedades graves, sobredosis y muerte.
9. Adicción a los videojuegos
La adicción a los videojuegos es un problema creciente entre jóvenes y adolescentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que el uso excesivo de este tipo de entretenimiento puede llevar a una dependencia similar a la de las adicciones químicas.
El cerebro desarrolla tolerancia a los efectos placenteros que produce el juego, lo que conduce a pasar más tiempo frente a las consolas para obtener el mismo nivel de satisfacción. Los jugadores compulsivos enfrentan dificultad para interrumpir la actividad y experimentan ansiedad y síntomas de abstinencia.
Esto puede hacer que la persona descuide sus responsabilidades y otras áreas importantes de su vida. Con el tiempo, dedicar muchas horas diarias al entretenimiento virtual puede ocasionar consecuencias en la salud.
10. Opiáceos
La adicción a los opiáceos incluye tanto sustancias recetadas —oxicodona y codeína—, como drogas recreativas —heroína—. Afectan el sistema nervioso central al unirse a los receptores de opioides en el cerebro, proporcionando alivio del dolor y sensaciones de euforia. Sin embargo, el uso continuo puede alterar el equilibrio cerebral y generar tolerancia, aumentando el riesgo de sobredosis.
La heroína, en particular, es un opiáceo potente derivado de la morfina, que a su vez, proviene de la planta del opio. Su uso lleva con rapidez a la adicción, debido a su capacidad para inducir una intensa sensación de bienestar. Los efectos secundarios comunes incluyen alteraciones cognitivas, inhibición sexual, ansiedad, depresión, pérdida de peso significativa y problemas dentales severos.
Los opiáceos recetados, como la oxicodona y la codeína, presentan riesgos similares de dependencia. Causan problemas respiratorios y cardiovasculares graves y provocan síntomas de abstinencia severos, como ansiedad, insomnio y un fuerte deseo de continuar el consumo.
11. Adicción al ejercicio
La adicción al ejercicio es un trastorno comportamental que se caracteriza por la obsesión con la práctica de deportes, el estado físico y el desarrollo muscular. Se manifiesta a través de una ejercitación compulsiva, en la que se dedican largos períodos a entrenar y se sigue una dieta rigurosa.
Los síntomas incluyen la preocupación obsesiva por el físico, la dedicación extrema a rutinas de ejercicio y el impulso de romper marcas personales. En esta búsqueda insaciable, la persona ignora lesiones y condiciones adversas, y descuida responsabilidades sociales y laborales.
Esta adicción puede llevar a problemas graves, como daños en articulaciones y músculos, y efectos negativos en la salud mental, como aislamiento social y depresión. La persona afectada prioriza el ejercicio por sobre todo lo demás, llegando a sacrificar relaciones, trabajo y bienestar personal en su búsqueda.
12. Cafeína
Aunque es legal y socialmente aceptada, la cafeína puede convertirse en un problema cuando su consumo es excesivo. Este compuesto, presente en el café, el té, el cacao y las bayas de guaraná, actúa como un estimulante del sistema nervioso central.
Su uso excesivo puede causar dependencia, ansiedad, insomnio y alteraciones en el comportamiento. A largo plazo, podría conducir a problemas cardiovasculares y, si se consume durante el embarazo, afectar el desarrollo fetal.
13. Adicción a la comida
La adicción a la comida es un trastorno complejo caracterizado por un impulso incontrolable hacia el consumo de alimentos, sobre todo, los ricos en grasas y azúcares. Este comportamiento activa el sistema de recompensa en el cerebro, lo que induce una sensación de placer y bienestar.
Las consecuencias pueden incluir sobrepeso, diabetes tipo 2, artritis y dolor crónico. A nivel psicológico, puede provocar baja autoestima, depresión, sentimientos de culpabilidad y cambios de humor.
14. Alucinógenos y drogas de síntesis
Las adicciones a alucinógenos y drogas de síntesis se caracterizan por la dependencia a compuestos químicos que alteran el estado mental y emocional. El éxtasis (MDMA), la dietilamida de ácido lisérgico (LSD), la ketamina y la fenciclidina (PCP) se producen en laboratorios clandestinos y se suelen consumir en contextos recreativos, como fiestas y eventos sociales.
El éxtasis es conocido por inducir sentimientos de euforia y desinhibición, mientras que el LSD provoca intensas alteraciones perceptuales y alucinaciones.
Su consumo se asocia a efectos inmediatos de euforia, sociabilidad excesiva y desinhibición. Pero también hay taquicardia, crisis de ansiedad, deshidratación y alteraciones psicológicas. A largo plazo, podrán añadirse las convulsiones, la insuficiencia renal y los trastornos del estado de ánimo.
15. Adicción al móvil o al uso de internet
Se trata de una de las adicciones modernas más comunes en la era digital. La característica es el uso compulsivo y descontrolado del teléfono, las redes sociales o el internet en general.
Las personas que la padecen pueden experimentar dependencia psicológica y un deseo irresistible de revisar el teléfono, conectarse a internet o interactuar en redes sociales. A menudo, este trastorno comportamental se relaciona con la nomofobia o miedo a quedarse sin el móvil.
Los síntomas incluyen la incapacidad para controlar el tiempo de uso del teléfono o internet y el abandono de otras actividades importantes. Además, aparecen cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad, ansiedad o tristeza cuando no se tiene acceso.
A largo plazo, puede haber deterioro en la salud mental, llegando a la depresión y el insomnio. Asimismo, otras consecuencias son el aislamiento social, la pérdida de habilidades de comunicación en la vida real y una disminución en la autoestima.
16. Hipnóticos, sedantes y ansiolíticos
Se trata de adicciones a sustancias que afectan al sistema nervioso central, al inducir un estado de calma y sedación. Estas drogas, que incluyen pastillas para dormir, benzodiazepinas y barbitúricos, se prescriben comúnmente para tratar el insomnio y la ansiedad.
Sin embargo, el uso prolongado o indebido de medicamentos lleva a la dependencia, ya que los efectos sedantes pueden resultar placenteros para quienes buscan escapar de la ansiedad y el estrés. A corto plazo, el consumo excesivo provoca somnolencia, torpeza motora y menos coordinación. Con el tiempo, aparece deterioro de la consciencia, posibilidad de coma y muerte por intoxicación.
¿Cómo se tratan las adicciones?
Cada tipo de adicción requiere un enfoque específico y personalizado que considere su naturaleza, sus características y sus causas subyacentes. El tratamiento se basa en una combinación de enfoques para abordar tanto los aspectos físicos como psicológicos.
Cuando están implicadas sustancias, como las drogas y el alcohol, suele ser necesario un abordaje integral con desintoxicación, terapia psicológica y, en algunos casos, medicación. En contraste, los comportamientos compulsivos, como el juego y el sexo, suelen abordarse a través de la terapia conductual y el apoyo psicológico.
En algunos casos, basta con realizar un tratamiento ambulatorio, que permite a los pacientes rehabilitarse mientras continúan con sus actividades diarias. Al contrario, frente a adicciones graves, una desintoxicación que provoca síntomas severos o si otros métodos no han funcionado, puede ser necesaria la hospitalización en un entorno estructurado y supervisado.
Los grupos de apoyo y autoayuda también son un eslabón importante. Compartir experiencias y recibir soporte de parte de otras personas en situaciones similares puede aumentar la motivación, ofrecer nuevas herramientas y ayudar a sobrellevar los desafíos propios de la recuperación.
La superación es posible
Enfrentar una adicción es un desafío complejo, pero con el enfoque adecuado y el apoyo profesional, se puede superar. Si tú o un ser querido están lidiando con la problemática, es fundamental recordar que la ayuda está disponible y que nunca es tarde para buscarla.
El tratamiento personalizado, basado en el tipo de dependencia, las necesidades individuales y las causas subyacentes, puede impulsar una vida más saludable y equilibrada. La clave está en dar el primer paso y confiar en que, aunque el proceso de recuperación pueda ser largo y difícil, es posible.