La cortina de nopal

Ignacio Morales Lechuga

La relación histórica entre México y España es más extensa, profunda, fuerte y estable que el tiempo pasajero de cualquier sembrador circunstancial de absurdas tempestades.

La narrativa populista de buenos y malos, de opresores contra oprimidos utilizada por el oficialismo como distractor eficaz, vuelve a erigirse en herramienta para sembrar y ahondar asperezas, crear enconos y cultivar el resentimiento social.

Me parece increíble que la visión compartida por los presidentes entrante y saliente del estado mexicano, cruce la semántica del siglo XXI para instalarse en la dialéctica del siglo XVI del colonizador y el colonizado. Ni España era España, ni México era México. Quienes conquistaron este territorio e impusieron su presencia y dominio fueron ya mexicanos, mestizos descendientes de españoles.

El rey Felipe VI de España, es en 2024 cabeza de una monarquía constitucional que ha dado muestra de respetar la democracia y la vigencia de los derechos humanos. Es absurdo presentarlo como el “masiosare de moda”, acusado de representar el ejercicio de violencia histórica contra México por la conquista.

Don Jaime Torres Bodet, un culto exsecretario de Educación y persona siempre respetuosa de la historia, lo dijo hace mucho desde la Plaza de las Tres Culturas: La conquista “no fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.

El rápido avance de la conquista fue también consecuencia del hartazgo de numerosos pueblos sometidos, pero al oficialismo maniqueo no le ha gustado nunca esa parte de la historia. Fuera de Tenochtitlán, la mayor parte de los indígenas sojuzgados durante siglos por los Mexicas se unieron a los españoles.

Puestos a imaginar, de llevarse a cabalidad el descuidado argumento oficial y el cobro de facturas históricas quizá alcanzaría hasta para “desinvitar” a los gobernadores de Tlaxcala y Veracruz y a los alcaldes de Xochimilco y Tláhuac si no ofrecen disculpas por aceptar una traición ancestral “contra México”.

Por el lado de la congruencia con el manejo del perdón histórico, no nos irá mejor: ¿cuándo reclamaremos a Estados Unidos la adjudicación de territorios mexicanos desde Texas hasta California? ¿Y qué le decimos a Biden por no dar muestras de querer ofrecer disculpa alguna?

Ya encarrerados en la absurda y manipulada concepción de la historia y en el uso instrumental de odios y resentimientos, imaginemos que alemanes y franceses exijan a los italianos disculparse por ocupar las provincias galas y germánicas en la época del Imperio Romano. ¿Podrían siquiera compartir un torneo de copa sobre una cancha de futbol?

Sepamos, sin broma alguna, que el fanatismo nacionalista inspiró a Hitler para alimentar e iniciar la segunda guerra mundial. El representante del Estado español es el Rey, no el presidente quien asume la jefatura del gobierno. Parece incluso grosero que la SRE intentara negociar que en lugar de Felipe asistiera su hija ¿en qué cabeza cabe?

La relación histórica entre México y España es más extensa, profunda, fuerte y estable que el tiempo pasajero de cualquier sembrador circunstancial de absurdas tempestades.

Si Claudia Sheinbaum hace suya la tónica seguida en esto y la extiende al manejo de las relaciones exteriores de nuestro país estará edificando murallas “hechas en México” y aislamiento en un mundo cada vez más globalizado, clausurando horizontes al comercio y la inversión, atrincherando al país detrás de una cortina de nopal y limitando el intercambio cultural, a semejanza de lo que ha sucedido en Venezuela o Nicaragua.

La Doctrina Estrada, y la reivindicación de la autodeterminación de los pueblos fue eficaz para fortalecer y blindar a México en medio de la guerra mundial. Hoy demuestra ignorancia del entorno global. Las fronteras se han diluido y las realidades de unos afectan e inciden en las de otros. Igualmente, los atropellos dictatoriales aumentan las presiones y los flujos migratorios, comerciales y financieros, no sólo por pobreza, sino por ausencia de democracia y libertad.

Concebir desde el gobierno un conflicto con España, es también negar una fuente de nuestra identidad nacional y del mestizaje.

Si las relaciones diplomáticas entre dos países hermanos se rompieron entre 1937 y 1976 fue a causa de un dictador. Medio siglo después es triste que estas puedan enfriarse a causa de otras actitudes de tufo dictatorial, pero esta vez provenientes de este lado del océano.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Adquiere el libro

Un viaje a través de la historia del periódico Guía.

Colegio Fray Jacobo Daciano