Jesús Alvarez del Toro // ZAMORA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL SIGLO XIX

         El cambio de rostro de las ciudades es complejo en cuanto adolece de la participación social; sin embargo, existen periodos históricos en los que se conjugan factores diversos que promueven un crecimiento económico y social. Este parece ser el caso de los últimos cuatro años del siglo XIX en Zamora.

         Introducción de servicios a un vecindario todavía pequeño, pero que marcaba ya un proyecto de desarrollo ulterior que vendría a posicionar al municipio zamorano, inmediatamente después de la capital del estado: Introducción del agua potable; arreglo de las principales calles de la ciudad; ampliación del ya insuficiente panteón municipal; introducción de la luz eléctrica; introducción del teléfono y la llegada del ferrocarril, incrustaban a Zamora a un proceso de modernidad que traería beneficios, sobre todo a los agricultores y comerciantes del valle zamorano y por tanto, a los habitantes de la ciudad.

         Esta época de bonanza, cambió, también, la estructura habitacional: dejándose de lado y derrumbando las construcciones coloniales que aún quedaban para dar paso a la construcción de casas como lo marcaba la época: El porfiriato.

         Este proceso de desarrollo marcó de manera singular a los nacidos en la última década del siglo XIX y a quienes nacieron en las primeras dos décadas del siglo XX. Y la singularidad se manifestó en la creación de un capital humano e intelectual no sólo en el ámbito local o regional, sino que trascendieron a lo internacional:

         Los casos de Gildardo Magaña Cerda; Luís Padilla Nervo; Alfonso García Robles y los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, son sobresalientes por las actividades y obras realizadas a lo largo de sus carreras profesionales.

         Iniciemos con algunos hechos que transformarán el entorno zamorano de una forma que lo lanzan hacia la conversión de ser el centro más importante del Occidente Michoacano. Y habría que empezar, quizá, con una obra hidráulica: la construcción del canal de zapadores, obra realizada por don Federico Tafolla y un cuerpo de zapadores enviado a nuestra ciudad por don Porfirio Díaz; esta obra permitirá que nuestra ciudad ya no sufriera de las inundaciones tan frecuentes en cada temporada de lluvias y ayudará al futuro desecamiento de lo que sería la calzada “Perfecto Méndez Garibay”, en 1891.

         La traza de la ciudad se va modificando por la construcción de algunas iglesias, tal es el caso del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús en 1892, y el Santuario Guadalupano anexo a San Francisco que inicia su construcción don Esteban Méndez en 1892.

         En la industria nacen algunas pequeñas fábricas de cigarros, como la de don Ramón Padilla, la que llevará el nombra de “La Criolla”; y en cuanto al ocio recreativo, por este tiempo llegan los primeros fonógrafos a la pequeña ciudad, de la misma manera que don Natividad Izarraráz, a quien apodaban el “Negro Izarraráz” construirá una plaza de toros, por la calle de Madero norte, lo que ahora es el mero centro de la ciudad.

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JESÚS ÁLVAREZ DEL TORO

Jesús Alvarez del Toro, licenciado en Historia. Director del Museo de Zamora, Cronista de la ciudad de Zamora.

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